Un sacerdote de alto rango de Toledo, España, ha sido detenido en Torremolinos, sorprendido con un alijo de ‘cocaína rosa’.
El Padre Carlos Loriente, un canónigo de 45 años de la Catedral de Toledo, ha sido suspendido de sus funciones y se encuentra bajo investigación criminal.
Loriente, que se encontraba de vacaciones en la costa, fue parado en un control policial de rutina. En su poder se hallaban 10 paquetes pequeños de la droga – un volumen que excede lo que podría considerarse para consumo personal.
Un registro posterior de su apartamento vacacional descubrió más narcóticos, una balanza de precisión, bolsitas monodosis y varios juguetes sexuales.
A sus 45 años, Loriente no es una figura marginal. Hasta mediados de septiembre, ocupaba el influyente cargo de vicario episcopal para el clero en Toledo, y entre sus responsabilidades previas se incluían la vicaría del clero, la vicaría de parroquias, la dirección del seminario y la enseñanza de teología.
La noticia de su arresto causó conmoción en los círculos eclesiásticos. En un comunicado, la Archidiócesis de Toledo, si bien omitió su nombre, “lamentó profundamente los hechos”, condenó “cualquier conducta delictiva” y anunció que Loriente había sido “apartado del ministerio” mientras dura la investigación. La Iglesia prometió “cooperar plenamente”.
Loriente fue llevado ante un juez del Juzgado de Instrucción número 5 de Torremolinos, donde ejerció su derecho a no declarar. El tribunal decretó su libertad con medidas cautelares, aunque el proceso judicial continúa.
Pero este escándalo tiene raíces más profundas. Anteriormente, Loriente estuvo vinculado a un controvertido caso de difamación en el Vaticano – interpuesto por una víctima de abusos clericales.
La víctima, conocida como ‘Carlos’, acusó a Loriente de difamarlo públicamente después de que él denunciara abusos por parte de otro sacerdote, Pedro Francisco Rodríguez Ramos, ocurridos a principios de la década de 2000 en el seminario menor de Toledo.
El caso había sido presentado ante el Dicasterio para el Clero del Vaticano en 2023.
Según los informes, Loriente había circulado una carta entre el clero diocesano defendiendo a Rodríguez Ramos, alegando que tenía “una bondad de corazón” y desestimando el testimonio del acusador como inverosímil.
Criticó la sensibilidad contemporánea hacia acusaciones de hace dos décadas y acusó a la cobertura mediática de ejercer presión ilegítima sobre las autoridades judiciales.
Esa carta, ampliamente filtrada, provocó duras reprimendas por parte de defensores de las víctimas.
La víctima de abusos, Carlos, afirma que denunció los hechos por primera vez en 2009 al entonces arzobispo Braulio Rodríguez Plaza, sin obtener resultado alguno.
Su posterior denuncia civil en 2016 condujo inicialmente a un veredicto de culpabilidad en 2023, pero este fue anulado por cuestiones técnicas.
Según se informa, la fiscalía del Tribunal Supremo ha instado a que se mantenga el veredicto original. Durante años, el sacerdote acusado siguió recibiendo asignaciones, incluso en el extranjero. Solo tras la presión pública la archidiócesis impuso restricciones en 2021 e inició un proceso eclesiástico. Aún así, la investigación canónica permaneció bajo la provincia de Toledo, de donde era originario el acusado.
Carlos afirma que durante años fue ignorado, mientras Loriente y otras figuras de la Iglesia apoyaban al acusado.
Sostiene que Loriente utilizó su posición eclesiástica para desacreditarlo públicamente y coordinar mensajes entre el clero.
Por ahora, Loriente permanece en libertad pero bajo investigación. La Archidiócesis continúa su indagación interna; el caso judicial prosigue; y, en segundo plano, el Vaticano estaría evaluando medidas canónicas en relación con la denuncia por abusos.
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