El visitante interestelar 3I/ATLAS, capturado durante observaciones recientes.
Crédito: X -SpaceTracker.space
@Ammar1176708
El visitante interestelar 3I/ATLAS vuelve a acaparar titulares – y a generar conversación entre los científicos. Meses después de su descubrimiento, este objeto misterioso procedente de más allá de nuestro sistema solar sigue sorprendiendo a los investigadores, quienes ahora creen que su superficie podría estar salpicada de “criovolcanes” en erupción, un fenómeno raramente observado a esta escala.
A principios de este año, 3I/ATLAS alcanzó su perihelio – el punto de su trayectoria más cercano al Sol. Al calentarse, los astrónomos observaron cómo ingentes cantidades de hielo y polvo irrumpían en el espacio, creando espectaculares chorros que se extendían tras el objeto a modo de clásica cola cometaria. Resultó aún más curiosa la aparición de una “anticola”, un penacho de material que apuntaba directamente hacia el Sol, desafiando los patrones habituales en los cometas.
La actividad extrema ha llevado a los científicos a sospechar algo mucho más dramático que un simple calentamiento solar: una forma de criovulcanismo, donde gases congelados erupcionan en violentas emisiones similares a los volcanes – pero compuestos de hielo en lugar de lava.
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Indicios de erupciones criovolcánicas en un visitante de otro sistema estelar
Un equipo de investigación liderado por el científico español Josep Trigo-Rodríguez del Instituto de Ciencias del Espacio estudió el objeto minuciosamente utilizando imágenes capturadas por el Telescopio Joan Oró en el Observatorio del Montsec a finales de octubre, durante el pico de actividad de 3I/ATLAS.
“Todos nos sorprendimos,” declaró Trigo-Rodríguez a Live Science. “Para un cometa que probablemente se formó en un sistema planetario completamente distinto, es notable cuán similares parecen los materiales de su superficie a los hallados en objetos más allá de Neptuno en nuestro propio sistema solar.”
Estos cuerpos distantes – conocidos como objetos transneptunianos – exhiben con frecuencia criovolcanes, impulsados por fuentes de calor interno que fuerzan a los gases congelados a sublimarse y eyectarse hacia el exterior. El equipo cree que el mismo proceso podría estár desarrollándose en 3I/ATLAS.
Según su análisis, el hielo de dióxido de carbono atrapado bajo la superficie podría estar reaccionando con minerales como sulfuros de níquel y hierro en el núcleo del objeto. Esta interacción química podría generar la energía interna necesaria para impulsar las erupciones de hielo, lanzando chorros de vapor y escombros al espacio.
Persisten numerosos misterios sobre 3I/ATLAS
A pesar de las imágenes dramáticas, mucho sobre el objeto sigue siendo desconocido. Incluso su tamaño está aún en discusión. Las estimaciones actuales varían ampliamente, sugiriendo que el núcleo podría medir desde aproximadamente 430 metros hasta unos increíbles 5.6 kilómetros de diámetro.
Lo que hace a 3I/ATLAS tan valioso científicamente es su origen – no se formó cerca de nuestro Sol, sino en un sistema estelar completamente diferente antes de adentrarse en el nuestro. Esto lo convierte en una rara cápsula del tiempo natural procedente de otra parte de la galaxia, portadora de claves sobre cómo se forman los planetas y los cuerpos menores bajo condiciones cósmicas distintas.
Los astrónomos están ansiosos por aprovechar al máximo esta oportunidad. Se espera que 3I/ATLAS alcance su punto más cercano a la Tierra a finales de este mes, ofreciendo a los investigadores otra oportunidad para recabar observaciones más precisas antes de que el objeto continúe adentrándose en el sistema solar y pase cerca de Júpiter en marzo de 2026.
Por qué los científicos observan con tanta atención
Los visitantes interestelares siguen siendo increíblemente escasos, y cada nuevo descubrimiento obliga a los científicos a reconsiderar suposiciones arraigadas sobre la evolución de los sistemas planetarios. Según Trigo-Rodríguez y sus colegas, cada objeto como 3I/ATLAS parece comportarse de manera diferente, introduciendo nuevos enigmas que desafían las teorías existentes.
“Los objetos interestelares continúan ampliando nuestra comprensión sobre cómo se forman los sistemas planetarios y cómo sus componentes químicos básicos cambian con el tiempo,” señaló el equipo. “Cada nuevo visitante revela propiedades inesperadas que ponen a prueba nuestros modelos.”
Los investigadores también apuntan hacia el futuro de la exploración espacial. Misiones de “interceptación” dedicadas, capaces de alcanzar y muestrear a estos visitantes pasajeros, podrían permitir algún día estudiar material real de otros sistemas estelares directamente – un paso que llevaría a la ciencia planetaria a un territorio verdaderamente inexplorado.
Por ahora, sin embargo, 3I/ATLAS sigue siendo un misterio distante pero deslumbrante, cuyos chorros centelleantes y sus sospechosos criovolcanes recuerdan a científicos – y a observadores del cielo por igual – que algunas de las mayores sorpresas del universo pueden llegar sin previo aviso, directamente desde las profundidades del espacio interestelar.
