El Ejercicio Estructurado Reduce la Recurrencia y Mortalidad del Cáncer de Colon, Según Estudio

El cáncer de colon es el tercer tipo de cáncer más diagnosticado a nivel mundial y la segunda causa principal de muerte relacionada con el cáncer.¹ En Estados Unidos, está afectando cada vez más a adultos menores de 50 años. Anualmente, se diagnostica a más de 150.000 personas y más de 50.000 fallecen a causa de esta enfermedad.²

Aunque las mejoras en las pruebas de detección y los tratamientos han permitido diagnosticar el cáncer más temprano y prolongar la supervivencia, el riesgo de recidiva sigue siendo una preocupación grave, incluso después de la cirugía y la quimioterapia. Como respuesta, los investigadores han dirigido su atención hacia estrategias de cuidado de apoyo que promueven la salud a largo plazo y reducen las probabilidades de una recaída.

Entre estas estrategias, la actividad física ha despertado un interés constante por sus beneficios protectores. Un nuevo estudio publicado en The New England Journal of Medicine se suma a este creciente cuerpo de evidencia, sugiriendo que el ejercicio estructurado ofrece valor terapéutico cuando se integra en la atención oncológica.³

El Ejercicio Estructurado Mejora la Supervivencia Tras el Tratamiento del Cáncer de Colon

El estudio destacado, denominado ensayo CHALLENGE, es un importante estudio internacional que pretende determinar si el ejercicio estructurado podría ayudar a las personas tratadas por cáncer de colon en estadio 2 o 3 a permanecer libres de cáncer durante más tiempo y a vivir más años en general. Participaron casi 900 personas, todas las cuales habían completado la cirugía y la quimioterapia.⁴

  • Los participantes fueron asignados aleatoriamente en dos grupos — Un grupo recibió material educativo general sobre salud que fomentaba la actividad física. El otro grupo recibió ese mismo material junto con un programa de ejercicios personalizado de tres años. Este programa incluía sesiones regulares de coaching que ayudaban a los participantes a aumentar gradualmente su actividad, centrándose en movimiento constante y moderado, como caminar a paso ligero o hacer jogging suave.
  • Los objetivos de ejercicio fueron diseñados para ser alcanzables — La meta semanal era de 20 equivalentes metabólicos (MET)-hora por semana, una medida estándar del gasto energético. Esto equivale a cinco caminatas de una hora a paso rápido o aproximadamente dos horas de trote. El programa hizo hincapié en aumentos graduales, la adherencia a largo plazo y un enfoque individualizado y sostenible, más que en la intensidad o prescripciones uniformes.
  • Los niveles de actividad aumentaron significativamente en el grupo de ejercicio — Al inicio, ambos grupos promediaban alrededor de 10 MET-horas por semana. Con el tiempo, el grupo de ejercicio promedió 20 MET-horas, mientras que el grupo de educación solo aumentó ligeramente a unas 15.

El grupo de ejercicio también mostró mejoras en la aptitud cardiorrespiratoria y la función física. Las quejas musculoesqueléticas, como dolores o distensiones leves, se reportaron en un 18,5% del grupo de ejercicio, en comparación con un 11,5% en el grupo de educación, y fueron generalmente manejables.

  • El ejercicio mejoró la supervivencia libre de enfermedad — Después de casi ocho años de seguimiento, aquellos en el grupo de ejercicio tuvieron una probabilidad significativamente mayor de permanecer libres de cáncer. Tras un seguimiento de 7,9 años, la supervivencia libre de enfermedad a cinco años fue del 80,3% en el grupo de ejercicio en comparación con el 73,9% en el grupo de educación. Esto equivale a una reducción relativa del riesgo del 28%.
  • La supervivencia general también mejoró significativamente — A los ocho años, la supervivencia general alcanzó el 90,3% en el grupo de ejercicio y el 83,2% en el grupo de educación. Esto representa una reducción relativa del riesgo de muerte del 37%. La magnitud de este efecto es comparable a la de algunas terapias oncológicas convencionales, lo que subraya el valor clínico de la actividad física estructurada en la recuperación.

El ejercicio es una parte beneficiosa de la atención oncológica estándar postratamiento — Según la copresidenta del estudio, Janette Vardy, profesora de la Facultad de Medicina y Salud de la Universidad de Sídney:

“Según nuestros resultados, lo que definitivamente deberíamos ver es que se ofrezca un programa de ejercicios estructurado a las personas, como muy tarde, cuando terminen su quimioterapia. Esto demuestra que el ejercicio no solo es beneficioso, sino que puede salvar vidas.

Algo tan simple como la actividad física puede mejorar significativamente la esperanza de vida y los resultados a largo plazo para las personas con cáncer de colon. Nuestros hallazgos cambiarán la forma en que tratamos el cáncer de colon”.⁵

Investigaciones Previas Aportan Más Información Sobre los Mecanismos del Ejercise

El estudio de The New England Journal of Medicine no es el primero en vincular la actividad física con mejores resultados en el cáncer de colon. Una revisión independiente, publicada en Critical Reviews in Oncology/Hematology, también encontró que la actividad física constante se asocia con una mejora en la supervivencia y una menor recurrencia en personas diagnosticadas con cáncer de colon. La revisión describió varios mecanismos biológicos que podrían explicar cómo el ejercicio afecta la progresión del tumor y los resultados de los pacientes:⁶

  • La presión de cizallamiento por el aumento del flujo sanguíneo puede interrumpir procesos tumorales — El ejercicio aumenta el gasto cardíaco y la velocidad de la sangre, creando fuerzas mecánicas (presión de cizallamiento) a lo largo de las paredes vasculares. Estas fuerzas influyen en cómo las células cancerosas interactúan con los vasos sanguíneos y afectan la progresión o diseminación del cáncer de colon.
  • El ejercicio modifica el milieu sistémico — La actividad física regular altera el entorno hormonal y metabólico interno del cuerpo. Estos cambios, denominados cambios en el milieu sistémico, ayudan a reducir los factores que apoyan el crecimiento y la progresión del tumor.
  • La función inmune se ve potenciada por la actividad física — La revisión identificó la activación inmune como un posible mecanismo. El ejercicio mejora la vigilancia inmunológica y apoya la capacidad del cuerpo para detectar y responder a las células cancerosas.
  • Las vesículas extracelulares pueden mediar efectos de señalización — La actividad física provoca la liberación de vesículas extracelulares de los músculos esqueléticos. Estas vesículas contienen proteínas, microARNs y otras moléculas que influyen en la biología tumoral, incluida la inflamación, la angiogénesis y la señalización celular.

La evidencia epidemiológica y mecanística acumulada respalda firmemente la integración del movimiento estructurado en la atención postratamiento del cáncer de colon. Para una visión más profunda de otro factor que influye en el desarrollo y progresión del cáncer de colon, lea “La Ocultada Función de las Bacterias Intestinales en el Riesgo de Cáncer de Colon”.

El Entrenamiento de Fuerza También Ayuda a Reducir el Riesgo de Cáncer

Otro estudio añade más peso al caso del ejercicio como herramienta en la prevención del cáncer y la salud a largo plazo, esta vez con un enfoque en las actividades de fortalecimiento muscular. Publicado en el British Journal of Sports Medicine,⁷ esta gran revisión sistemática y meta-análisis examinó 16 estudios de cohortes prospectivos con más de medio millón de participantes, la mayoría de los cuales fueron seguidos durante 10 a 25 años.

  • El entrenamiento de fuerza redujo el riesgo de varias enfermedades importantes — Las actividades de resistencia se asociaron con un riesgo entre un 10% y un 17% menor de muerte por cualquier causa, junto con una incidencia significativamente menor de enfermedades cardiovasculares, diabetes, cáncer de pulmón y todos los cánceres combinados. Estos efectos fueron independientes de si la persona también hacía ejercicio aeróbico, destacando un papel fisiológico distinto para el trabajo de fuerza en la prevención de enfermedades crónicas.
  • El beneficio óptimo se observó con dosis semanales moderadas — El análisis mostró el mayor beneficio con 30 a 60 minutos por semana de entrenamiento de fuerza. El riesgo relativo de mortalidad por todas las causas alcanzó su punto más bajo alrededor de los 40 minutos semanales, mientras que las enfermedades cardiovasculares experimentaron la caída más pronunciada cerca de los 60 minutos.

Más allá de esos rangos, el efecto protector se estancó o revirtió ligeramente, lo que los autores interpretan como un posible umbral de estrés o efecto de sobreuso en algunas poblaciones. Para la mayoría de los adultos, esto se traduce en dos sesiones de 20 a 30 minutos por semana.

  • Combinar fuerza y cardio amplificó los resultados — Los participantes que realizaban tanto actividades de fortalecimiento muscular como aeróbicas experimentaron beneficios aún mayores. La combinación se vinculó con un 40% menos de riesgo de mortalidad por todas las causas, un 46% menos de riesgo de muerte cardiovascular y un 28% menos de riesgo de morir por cáncer.
  • Los mecanismos subyacentes probablemente implican una regulación metabólica impulsada por el músculo — El entrenamiento de fuerza aumenta o mantiene la masa muscular magra, lo que a su vez mejora la sensibilidad a la insulina, el metabolismo de la glucosa y la inflamación sistémica, factores vinculados al riesgo de cáncer y enfermedades metabólicas. La revisión destaca que el músculo esquelético juega un papel directo en el control metabólico, lo que lo convierte en un tejido relevante en la biología del cáncer y la función immune.

Este estudio proporciona una fuerte evidencia de que el entrenamiento de fuerza no se trata solo de beneficios musculoesqueléticos. Desempeña un papel más amplio en la salud metabólica y cardiovascular, y ofrece efectos protectores contra el cáncer cuando se practica con moderación.

¿Cuál es el Punto Ideal para el Volumen de Ejercicio?

Un meta-análisis integral publicado en Missouri Medicine exploró cómo diferentes tipos y volúmenes de actividad física influyen en la salud general y la esperanza de vida para comprender mejor qué patrones de movimiento ofrecen la mayor protección.⁸

  • La actividad moderada fue consistentemente beneficiosa sin límite superior — La actividad física moderada, como caminar, jardinería, tareas domésticas o ciclismo recreativo, se asoció con reducciones continuas y constantes en la mortalidad cardiovascular y por todas las causas. En otras palabras, cuánto más se involucraba la gente en estas formas moderadas de movimiento, mayor era el beneficio, sin mostrar daño incluso a volúmenes altos.

Además, las actividades realizadas por diversión, como los deportes de equipo, los juegos de raqueta o el juego activo, tuvieron vínculos sorprendentemente fuertes con la salud a largo plazo. Estas formas de movimiento tienden a ser sociales, disfrutables y más fáciles de mantener. Puede que no siempre se sientan como entrenamientos, pero aún así ofrecen efectos protectores para el corazón y el cerebro.

  • Los ejercicios vigorosos proporcionaron beneficios hasta cierto punto — Los beneficios de las actividades vigorosas como correr o el entrenamiento por intervalos de alta intensidad comenzaron a nivelarse alrededor de los 75 minutos por semana.

Superar ese umbral no ofreció más protección, y para algunas personas, especialmente aquellas en la mediana edad, aumentó ligeramente los riesgos cardiovasculares como la fibrilación auricular. La conclusión no es evitar la actividad vigorosa, sino reconocer que la moderación importa, incluso cuando se entrena duro.

  • El entrenamiento de fuerza siguió un patrón completamente diferente — Cuando se practica en dosis equilibradas, el entrenamiento de fuerza apoya la masa muscular, la densidad ósea, el metabolismo, la sensibilidad a la insulina e incluso el estado de ánimo y la función cognitiva. Pero cuando se exagera, puede ser contraproducente.

El gráfico a continuación del meta-análisis muestra la curva de dosis-respuesta en forma de J para las actividades de entrenamiento de fuerza y la mortalidad por todas las causas. Como puede verse, el beneficio alcanza su máximo justo alrededor de los 40 a 60 minutos a la semana. Más allá de eso, se pierde beneficio:

Una vez que se alcanzan de 130 a 140 minutos de entrenamiento de fuerza por semana, el beneficio de longevidad se vuelve el mismo que si no se hiciera nada. Es más, si se entrena de tres a cuatro horas a la semana, en realidad se termina con una supervivencia a largo plazo peor que las personas que no entrenan la fuerza.

En última instancia, el estudio de Missouri confirma que más no siempre es mejor. Para una mirada más cercana sobre cómo conseguir ese equilibrio correcto, lea “Dar en el Clavo con los Puntos Ideales para el Volumen de Ejercicio”.

Preguntas Frecuentes (FAQs) Sobre Ejercicio y Cáncer de Colon

P: ¿Qué tan común es el cáncer de colon?

R: El cáncer de colon es el tercer tipo de cáncer más diagnosticado a nivel mundial y la segunda causa principal de muerte relacionada con el cáncer. Solo en Estados Unidos, más de 150.000 personas son diagnosticadas cada año y más de 50.000 mueren a causa de la enfermedad. Los casos también están aumentando en adultos menores de 50 años.

P: ¿Puede el ejercicio reducir el riesgo de que el cáncer de colon regrese después del tratamiento?

R: Sí, las investigaciones emergentes respaldan firmemente esta idea. El ensayo CHALLENGE, un gran estudio internacional publicado en The New England Journal of Medicine, encontró que los supervivientes de cáncer de colon que siguieron un programa de ejercicios estructurado de tres años tuvieron tasas de recurrencia significativamente más bajas y una supervivencia general más alta en comparación con aquellos que recibieron educación estándar sobre salud.

P: ¿Qué tipo de ejercicio es mejor para la recuperación del cáncer de colon?

R: La actividad aeróbica de intensidad moderada, como caminar a paso ligero o trotar suavemente, fue el foco del ensayo CHALLENGE. Los participantes que cumplieron consistentemente con la meta semanal de 20 MET-horas (aproximadamente cinco caminatas de una hora a paso rápido) experimentaron el mayor beneficio. El programa hizo hincapié en la consistencia, la progresión gradual y la adherencia a largo plazo más que en la intensidad.

P: ¿Es mejor combinar cardio y entrenamiento de fuerza que hacer un solo tipo de ejercicio?

R: Sí. Las investigaciones muestran que combinar el entrenamiento aeróbico y de fuerza resulta en mayores reducciones de la mortalidad que hacer cualquiera de los dos por separado. Las personas que realizaban regularmente ambos tipos de actividad tuvieron un 28% menos de riesgo de muerte relacionada con el cáncer, un 46% menos de riesgo de muerte cardiovascular y un 40% menos de riesgo de muerte por cualquier causa.

P: ¿Cuáles son las razones biológicas por las que el ejercicio ayuda a combatir el cáncer de colon?

R: El ejercicio afecta la biología del cáncer de varias maneras. Mejora la sensibilidad

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