El domingo 11 de mayo, Orihuela Costa presenció otro momento sombrío en su historia reciente: otro incendio forestal estalló en la zona de Las Ramblas Golf, el segundo en menos de un año.
El primero ocurrió en junio de 2024, y aunque nadie ha sido oficialmente responsabilizado, muchos lugareños creen que los incendios no son una coincidencia. La especulación es abundante de que fueron iniciados, directa o indirectamente, por promotores ansiosos por limpiar el terreno para nuevas construcciones.
Es difícil ignorar el patrón: la tierra valiosa arde, la naturaleza desaparece y el hormigón rápidamente sigue.
Estos no fueron solo incendios, fueron desastres ecológicos. Se perdieron pinos, arbustos nativos y una diversa vida salvaje, y llevará décadas recuperarse. Pero seamos honestos: la recuperación no es parte del plan. Lo único que parece regenerarse más rápido que el bosque es el margen de beneficio de aquellos que se benefician de su destrucción.
Esto no es nuevo. Hace años, un incendio similar arrasó tierras cerca de los arcos romanos en la playa de Campoamor, un área que albergaba la rara flor jarilla cabeza de gato. Ahora es hogar de 250 nuevas viviendas.
La conexión es tan perturbadora como evidente. Los incendios limpian tierras protegidas y poco después, los promotores se mudan con sus planos y permisos en mano. ¡Qué conveniente!
La verdadera pregunta es: ¿quién lo está permitiendo?
En teoría, los políticos hacen propuestas de desarrollo, pero son los técnicos municipales quienes las aprueban. Se supone que estos profesionales deben cumplir con las regulaciones y salvaguardar el interés público. Pero una y otra vez, se aprueban desarrollos en zonas de inundación y áreas verdes protegidas.
O estos técnicos son incompetentes o, como sugiere mucha gente, han sido comprometidos.
Como siempre, el dinero habla más alto que la seguridad pública. ¿Cómo más se puede explicar la avalancha de proyectos de construcción en áreas que nunca debieron ser tocadas?
Los residentes han tenido suficiente. En una carta fechada el 1 de noviembre, Jesús Gil de la Asociación de Vecinos de Las Ramblas escribió al alcalde José Vegara, citando años de quejas ignoradas sobre el abandono, el riesgo de incendios y los peligros de inundación en la zona. Sus advertencias fueron ignoradas, hasta que ocurrió la tragedia. Otra vez.
Ahora, los promotores se están mudando cerca del Río Nacimiento, donde planean construir 64 residencias turísticas. Se sabe que la tierra es propensa a inundaciones. Sin embargo, el actual concejal de urbanismo de Orihuela, Matías Ruiz, anteriormente ingeniero civil con el mismo promotor, afirma que la zona está a salvo de inundaciones “durante los próximos 500 años”. Muchos residentes sugieren que esto parecería ser más una colusión que una planificación.
Este es el meollo de la crisis: las decisiones no se están tomando en base a la ciencia, la ley o el interés público. Se están tomando en base a relaciones, favores pasados y, presuntamente, el contenido de un sobre.
Las leyes de la naturaleza y del hombre son ignoradas cuando hay euros sobre la mesa.
Orihuela Costa se está vendiendo, un incendio y una inundación a la vez. Y mientras se ofrezcan tales incentivos, la comunidad, el medio ambiente y el futuro seguirán estando en juego.
