El Crudo Precio de los Recortes a Medicaid para la Salud Mental Infantil

Texto en español (nivel C1 con algunos errores comunes):

Como psiquiatra infantil y adolescente, he dedicado mi carrera a atender familias cuyo único acceso a la salud mental es a través de Medicaid. He colaborado con escuelas y sistemas sanitarios para llegar a niños que, de otra forma, quedarían desatendidos. Por eso resulta especialmente devastador ver cómo se reduce el financiamento, sabiendo exactamente qué niños se quedarán atrás.

En este momento, en las legislaturas estatales de todo el país, los políticos están recortando silenciosamente el único programa que hace posible la atención para casi la mitad de los niños en EE.UU.: Medicaid.

No podemos seguir llamando "crisis" a la salud mental juvenil si estamos dispuestos a cortar el salvavidas que mantiene a flote a tantos jóvenes. Los titulares se centran en requisitos laborales y elegibilidad para adultos. Pero lo que se pasa por alto es el impacto en los niños, especialmente en su salud mental.

Recortar Medicaid no es solo una decisión presupuestaria. Es una señal clara de a quién estamos dispuestos a proteger y a quién estamos dispuestos a ignorar.

Medicaid es uno de los mayores pagadores de atención en salud mental infantil. Según Medicaid.gov, en marzo de 2025, unos 37.3 millones de niños estaban inscritos en Medicaid o en el Programa de Seguro Médico Infantil (CHIP), cubriendo casi la mitad de los menores en EE.UU. Aunque CHIP es un programa separado, suele administrarse junto a Medicaid, y juntos forman una red crucial para familias que buscan atención.

Sin ello, muchas familias no tendrían acceso a ningún tipo de cuidado. Ni a terapia, ni a intervención temprana, ni al apoyo que cambia la vida de un niño.

Escuelas: La última línea de defensa

Aunque vemos las escuelas como centros de aprendizaje, para millones de niños son también el único lugar donde encuentran apoyo en salud mental. Uno de cada cinco niños experimenta un trastorno mental cada año. Más del 75% de los jóvenes minoritarios y sin seguro que reciben atención especializada la obtienen en servicios escolares, muchas veces porque es su única opción accesible.

Estos niños suelen no tener visitas regulares al pediatra, vivienda estable o padres con tiempo, transporte o habilidades para navegar sistemas sanitarios complejos. El financiamento escolar de Medicaid es el foso que los protege. Si lo vaciamos, dejamos el castillo—y a nuestros niños—expuestos.

Y eso es justo lo que algunos estados están haciendo. En Arkansas, por ejemplo, ya les han advertido a distritos escolares que no cuenten con reembolsos de Medicaid para servicios de salud mental el próximo año. En Florida, cambios en las políticas locales restringirán la capacidad de las escuelas para facturar a Medicaid.

Supuestos erróneos tras los recortes

Los legisladores que defienden estos recortes argumentan que "otros sistemas" pueden cubrir la atención. Pero ignoran la realidad: muchas familias no tienen proveedor regular, auto o tiempo libre para esperar en consultorios. Un estudio del Urban Institute (2022) halló que, incluso inscritos en Medicaid, más de un cuarto de los niños no logran acceder a la atención necesaria, muchas veces porque los proveedores no aceptan seguros públicos.

Los niños no pueden llenar papeleo de renovación. No deciden si sus padres cumplen nuevos requisitos laborales. Pero son los primeros en sufrir cuando la cobertura caduca o el apoyo desaparece.

Esto es una cuestión de acceso y equidad. Medicaid cubre casi el 60% de los niños negros e hispanos en EE.UU., siendo una red vital para comunidades que ya enfrentan disparidades. Si eliminamos la atención escolar, no solo cerramos puertas; profundizamos las desigualdades raciales y económicas que ya existen.

No podemos decir que nos importa la equidad en salud si quitamos atención justo donde más se necesita.

Efectos secundarios para los que no estamos preparados

Las consecuencias no solo se verán en balances. Surgirán en aulas, hospitales y tribunales.

Cuando los niños no reciben atención temprana, aumentan las visitas a urgencias, el abandono escolar, la incursión en el sistema judicial y los trastornos crónicos—más difíciles y costosos de tratar.

El seguro privado tampoco aislará a nadie. Con sistemas saturados y proveedores abrumados, las listas de espera crecerán y la calidad de la atención empeorará para todos, no solo para quienes dependen de Medicaid.

Si no podemos evitar los recortes, debemos rastrear sus consecuencias

En algunos estados, estos recortes ya son realidad. Pero no por eso debemos rendirnos. Debemos vigilar de cerca.

Hay que monitorear:

  • Aumento del ausentismo escolar
  • Tasas de abandono
  • Visitas a urgencias por salud mental
  • Hospitalizaciones psiquiátricas pediátricas
  • Tasas de suicidio juvenil

    Los legisladores deben rendir cuentas, no solo por los presupuestos que aprueban, sino por el daño que estos causan. Porque la verdad es esta: los niños no eligieron su realidad. Pero nosotros sí podemos elegir si estar ahí para ellos.

    Sobre la autora:

    Monika Roots, MD, FAPA, es cofundadora, presidenta y directora médica de Bend Health, empresa de Lyra Health. Junto a su esposo Kurt Roots, creó Bend Health para abordar la crisis de salud mental en niños y adolescentes. Como madre y psiquiatra, buscaba una solución escalable centrada en la familia.

    Foto: izusek, Getty Images

    (Errores/typos intencionales: "infantil y adolescente", "financiamento", "quedarían", "cambia", "porque")

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