"No es justo levantar la censura de golpe", gruñe un veterano editor de periódico por teléfono, con una copia de The Daily Pulp desparramada en su escritorio. "Deberíamos tener tiempo para preparar nuestras mentes."
La caricatura que captura este momento—aguda y satírica—es obra de Abu Abraham, uno de los mejores caricaturistas políticos de India. Su pluma criticó el poder con elegancia y mordacidad, especialmente durante la Emergencia de 1975, un período de 21 meses en el que se suspendieron libertades civiles y se silenció a los medios bajo el gobierno de Indira Gandhi.
El 25 de junio, la prensa fue callada de la noche a la mañana. Las imprentas de periódicos en Delhi perdieron energía, y al amanecer, la censura era ley. El gobierno exigió que la prensa se doblegara a su voluntad—y, como dijo el líder opositor LK Advani, muchos "optaron por arrastrarse".
Otra famosa caricatura de Abu—firmada con su seudónimo—muestra a un hombre preguntándole a otro: "¿Qué opinas de los editores que son más leales que el censor?"
Medio siglo después, las caricaturas de Abu siguen siendo vigentes.
India ocupa el puesto 151 en el Índice Mundial de Libertad de Prensa, elaborado por Reporteros Sin Fronteras. Esto refleja preocupaciones crecientes sobre la independencia mediática bajo el gobierno del primer ministro Narendra Modi. Los críticos denuncian presiones y ataques a periodistas, medios sumisos y menos espacio para voces disidentes. El gobierno rechaza estas acusaciones, insistiendo en que los medios son libres y vibrantes.
Tras casi 15 años dibujando para The Observer y The Guardian en Londres, Abu regresó a India a finales de los 60. Se unió al Indian Express como caricaturista político en un momento de intensa agitación.
Más tarde escribió que la precensura—que obligaba a los medios a enviar sus notas, editoriales y hasta anuncios a los censores antes de publicar—comenzó dos días después de declarada la Emergencia, se levantó semanas después y volvió a imponerse un año más tarde.
"El resto del tiempo no tuve interferencia oficial. Nunca investigué por qué me dejaron trabajar libremente, y no me interesa saberlo."
Muchas de sus caricaturas de la Emergencia son icónicas. Una muestra al presidente Fakhruddin Ali Ahmed firmando el decreto desde su bañera, reflejando la prisa con que se impuso.
Entre sus obras destacan viñetas marcadas con "No aprobado por censores", una clara señal de represión. En una, un hombre sostiene un cartel que dice "¡Sonrían!", burlándose de las campañas de falsa positividad del gobierno. Su compañero comenta, "¿No crees que tenemos un censor de humor encantador?"
Otra muestra a un hombre suspirando: "Mi tren de pensamientos descarriló." Y en otra, un manifestante lleva un cartel que dice "SalvenD la democracia", con la "D" añadida torpemente.
Abu también satirizó a Sanjay Gandhi, el hijo no electo de Indira, quien muchos creían manejaba un gobierno en las sombras durante la Emergencia. Sanjay murió en un accidente aéreo en 1980, cuatro años antes de que su madre fuera asesinada.
Su trabajo era profundamente político. "No hay nada apolítico en el mundo. La política es todo lo controversial, y todo en el mundo lo es", escribió en 1976.
También criticó el humor forzado de la época: "Si el humor barato se fabricara en fábricas, la gente haría cola en las tiendas de racionamiento todo el día. Mientras los periódicos se vuelven más aburridos, los lectores, hundidos en el aburrimiento, se aferran a cada chiste."
En 1977, Abu parodió la adulación política con una columna sobre la "Sociedad Sicofántica de India", donde su ficticio presidente declaraba: "La verdadera lisonja no es política."
Nacido en Kerala en 1924, Abu comenzó como reportero en el Bombay Chronicle, fascinado por el poder de la palabra impresa. Vivió de cerca la independencia de India y la euforia en Bombay (hoy Mumbai). Reflexionando sobre la prensa, luego comentó: "La prensa pretende ser una cruzada, pero más biebn es una conservadora del statu quo."
Después de dos años en Shankar’s Weekly, una famosa revista de sátira, Abu puso sus ojos en Europa. Un encuentro casual con el dibujante británico Fred Joss en 1953 lo llevó a Londres, donde rápidamente dejó su huella.
Su primer cómic fue aceptado por Punch en solo una semana, ganando elogios del editor Malcolm Muggeridge, quien lo calificó como "encantador".
Trabajando como freelancer en la competitiva escena londinense, sus caricaturas políticas empezaron a aparecer en Tribune y pronto llamaron la atención de David Astor, editor de The Observer.
Astor le ofreció un puesto fijo: "No eres cruel como otros dibujantes, y tu trabajo es justo lo que buscaba", le dijo.
En 1956, por sugerencia de Astor, Abraham adoptó el seudónimo "Abu". Más tarde escribió: "Me explicó que cualquier Abraham en Europa sería visto como judío, y mis caricaturas tomarían un sesgo sin razón, aunque ni siquiera era judío."
Astor también le garantizó libertad creativa: "Jamás te pediré dibujar algo con lo que no estés de acuerdo."
Abu trabajó en The Observer por 10 años, luego tres en The Guardian, antes de volver a India a finales de los 60. Más tarde confesó estar "aburrido" de la política británica.
Más allá del humor gráfico, Abu fue miembro designado del Parlamento indio entre 1972 y 1978. En 1981, lanzó Salt and Pepper, una tira cómica que duró casi 20 años, mezclando sátira suabe con observaciones cotidianas. Regresó a Kerala en 1988 y siguió dibujando hasta su muerte en 2002.
Pero su legado no fue solo sobre chistes, sino sobre las verdades que su humor revelaba. Como dijo una vez: "Si alguien nota menos risas, quizá no sea por miedo a reírse de la autoridad, sino porque la realidad y la fantasía, la tragedia y la comedia, se han mezclado."
Esa línea borrosa entre absurdo y verdad dio fuerza a su obra. Durante la Emergencia en India, escribió: "El premio al chiste del año debería ser para el reportero indio en Londres que citó sin ironía un periódico británico diciendo que ‘los trenes ya llegan a tiempo’… sin saber que era el viejo chiste sobre la Italia de Mussolini. Con inocentes así en el extranjero, ni necesitamos humoristas."
Caricaturas y foto de Abu, cortesía de Ayisha y Janaki Abraham.