Una repetición moderna del terremoto de Torrevieja de 1829 supondría una amenaza catastrófica para la región, principalmente debido al explosivo crecimiento demográfico y turístico. Mientras que el terremoto original se cobró casi 400 vidas y obligó a realojar cinco pueblos, el impacto potencial hoy sería mucho más severo.
Torrevieja y sus alrededores han visto multiplicarse su población residente por seis, cifra que se dispara dramáticamente durante la temporada estival.
Los científicos estiman que, si un terremoto similar ocurriese hoy, podría causar aproximadamente 5.000 muertes en condiciones normales, y hasta 11.000 en temporada alta. Las pérdidas económicas podrían alcanzar los 100.000 millones de euros.
Estas estimaciones, aunque conservadoras, subrayan la enorme vulnerabilidad de la región, que se ha convertido en uno de los núcleos turísticos más densamente poblados de España. La rápida expansión urbana y el desarrollo intensivo en la costa sur de Alicante han incrementado la exposición a riesgos geológicos extremos en un 400%.
En 1829, el colapso de todos los puentes sobre el río Segura dejó pueblos enteros incomunicados, dificultando las labores de rescate. Un escenario similar hoy probablemente colapsaría infraestructuras críticas, entorpeciendo gravemente las emergencias. Las condiciones del suelo también suponen un gran riesgo: durante el terremoto de 1829, la licuefacción hizo que estructuras enteras se hundiesen en la tierra—un peligro que persiste en la Torrevieja moderna debido a características similares del terreno.
Los científicos han utilizado el sistema PAGER, desarrollado en EE.UU. y adaptado con datos geológicos y demográficos españoles, para modelar posibles consecuencias. Advierten que España sufre de una falsa sensación de seguridad sísmica, en parte porque pocos terremotos importantes han ocurrido en la memoria reciente.
El último significativo, en Lorca en 2011, fue de magnitud mucho menor pero aún así causó muertes, heridos y daños considerables.
En respuesta, se ha implementado un Plan Nacional de Vigilancia de amenazas sísmicas y geofísicas, que incluye propuestas para un mapa exhaustivo de fallas activas y sistemas de vigilancia mejorados. Sin embargo, los expertos insisten en que España sigue estando poco preparada para un desastre a gran escala. La planificación de emergencias, educación pública, refuerzo de infraestructuras y asignación de recursos siguen siendo insuficientes dada la magnitud de la amenaza potencial.
Al final, el consenso científico es claro: otro gran terremoto en esta región no solo es posible, sino inevitable a largo plazo. La verdadera pregunta es si Torrevieja y España en general estarán preparadas cuando ocurra.
