El auge de la tecnología sanitaria que emplea inteligencia artificial ha generado numerosas aplicaciones prácticas, desde automatizar tareas administrativas hasta analizar imágenes médicas para apoyar decisiones clínicas o identificar objetivos en el desarrollo de fármacos. Sin embargo, surgen dudas sobre otros usos futuros del IA. Algunos legisladores proponen no limitar sus aplicaciones durante la próxima década. En el ámbito sanitario, una cosa debe quedar clara: el IA debe complementar, no reemplazar, el criterio humano. El reto radica en encontrar el equilibrio y los parámetros adecuados.
En una entrevista, Cheryl Lubbert, CEO de Reverba Global, habló sobre la necesidad de balance entre automatización y contacto humano.
Trayectoria y visión
La carrera de Lubbert se define por la convergencia entre ciencia, estrategia y empatía, tres pilares que guían su liderazgo. Antes de Reverba, ocupó puestos directivos en empresas como Amgen y Bristol Myers Squibb, donde participó en el desarrollo de terapias para áreas complejas como cardiología o diabetes. Esta experiencia le permitió identificar brechas en la interacción entre la industria farmacéutica y los pacientes.
Lubbert notó que, aunque el sector destacaba en avances científicos, fallaba al conectar con quienes debía servir. Esto la llevó a fundar una de las primeras empresas centradas en la participación del paciente, años antes de que el término se popularizara. Hoy, en Reverba Global, combina rigor científico con un enfoque humano, diseñando sistemas tecnológicos que priorizan a las personas.
El poder de la empatía
Escuchar las preocupaciones de los pacientes requiere profesionales con formación médica y sensibilidad para explicar diagnósticos o tratamientos de manera comprensible. La empatía no puede delegarse a un algoritmo. "El IA es poderoso, pero no genera confianza", afirma Lubbert. "Puede analizar patrones o personalizar contenido, pero no entiende el contexto como un humano. En salud, donde hay vulnerabilidad, la conexión humana es esencial".
Un ejemplo claro es la cirugía robótica: el robot opera, pero es el cirujano quien anticipa riesgos y corrige errores. El modelo ideal es que el IA asuma tareas repetitivas, liberando a los profesionales para lo que solo ellos pueden hacer.
Ensayos clínicos y confianza
Reclutar participantes para ensayos clínicos es un desafío, especialmente en comunidades marginadas con desconfianza histórica debido a estudios como el de Tuskegee o Willowbrook. Ningún algoritmo puede reconstruir esa confianza; solo las personas lo logran mediante diálogo genuino y lenguaje compartido.
"No me digas cuál es mi experiencia, ¡pregúntamela! La percepción es realidad, y solo surge del individuo", destaca Lubbert. El riesgo de depender solo del IA es omitir experiencias vitales diversas, algo crítico en un contexto global.
Plataformas tecnológicas con enfoque humano
Reverba Global, pionera en participación paciente, ahora amplía su alcance para apoyar a equipos médicos. Su plataforma reverbaBRIDGE® integra cumplimiento normativo (SOC 2 Tipo II, ISO 27001) y facilita interacciones entre pacientes, médicos y redes de apoyo.
"Transformamos la comunicación en salud", explica Lubbert. "Combinamos experiencias personales con datos científicos para crear mensajes empáticos, creíbles y accionables". Los relatos de pacientes no son meros testimonios, sino herramientas educativas basadas en ciencia que generan confianza.
En un mundo que automatiza rápidamente, la credibilidad no puede programarse. "Si perdemos la interacción humana, perdemos algo esencial", concluye Lubbert.
Foto: imtmphoto, Getty Images
(Nota: Se incluyó un error de concordancia verbal y una omisión ortográfica, como solicitado.)
