"El acompañamiento perfecto para la vida": ¿por qué una monja del siglo XII es el nombre más destacado en la música experimental?

Y he aquí! En el año 43 de mi vida terrenal, mientras contemplaba con gran miedo y temblor una visión celestial, vi un gran esplendor donde resonó una voz del Cielo que me decía: ‘¡Oh frágil humano, ceniza de ceniza, inmundicia de inmundicia! Di y escribe lo que ves y oyes’.

Estas son las palabras de Hildegarda de Bingen, una erudita del siglo XII, recordando la intervención divina que la llevó a convertirse en una de las primerísimas y más influyentes compositoras de la historia.

Hildegarda ha inspirado montones de estudios, películas e incluso perfumes, pero ahora su presencia se siente más en la música. Su obra ha trascendido los límites de la música antigua y clásica para influir a artistas experimentales y feministas. "Sentí una conexión instantánea, terrenal y celestial", dice la músico neomedieval Laura Cannell sobre la música de Hildegarda. "Fue como encontrar un gran amigo o enamorarse. Hay oscuridad y luz en ella; parece el acompañante perfecto para la vida. Mi cita favorita suya es: ‘Incluso en un mundo que se hunde, sé valiente y fuerte’. Necesitamos ese optimismo".

En el último año, Hildegarda también ha inspirado grabaciones de la artista alternativo Julia Holter, los experimentales Larum, el dúo catalán Tarta Relena o el dúo de jazz Noah Preminger y Rob Garcia. Si retrocedes unos años más, la lista incluye a la vocalista neoyorquina Daisy Press —que mezcla música de Hildegarda con ragas hindustaníes y la interpreta desde catacumbas hasta Burning Man—, la arpista new age Arianna Savall, la vocalista experimental Megan Mitchell, la artista sonora coreano-americana Bora Yoon, y la músico de doom metal Lingua Ignota, cuyo nombre viene del lenguaje místico de Hildegarda. La abadesa incluso inspiró una pieza de 22 minutos para guitarra eléctrica del neozelandés Roy Montgomery, mientras que Devendra Banhart compuso Für Hildegard Von Bingen, imaginándola abandonando su abadía y trabajando en MTV. Grimes se encerró como Hildegarda para su álbum Visions (2012), y en los 90 hasta David Lynch produjo un disco de su música con Jocelyn West (antes Montgomery) de Miranda Sex Garden.

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Pero el gran éxito de Hildegarda llegó casi nueve siglos después de su nacimiento, con el disco A Feather on the Breath of God (1985), dirigido por Christopher Page con Emma Kirkby y Gothic Voices. Nadie esperaba mucho del lanzamiento —"Bella música, lástima que nadie la comprará", dijo el ingeniero—, pero vendió enormemente, ganó premios como el Gramophone y fue sampleado en pistas de Orbital y The Beloved. Todavía se reedita (últimamente en 2024), y tras ese éxito, los lanzamientos de Hildegarda se multiplicaron.

Su redescubrimiento quizá era inevitable. Aunque estuvo ausente en muchas historias de la música hasta hace poco y solo fue canonizada como santa en 2012, sabemos mucho de su vida. Nació en 1098 en una familia adinerada y fue confiada a una monja en el monasterio de Disibodenberg, en Renania. Ya tenía visiones desde los tres años —el neurólogo Oliver Sacks sugirió que eran por migrañas—, pero las mantuvo en secreto hasta que, a los 40, fue nombrada abadesa. En esa época, la esperanza de vida marcaba esos años como su ocaso, pero ella inició décadas de prolífica creación: sus visiones fueron transcritas, escribió sobre muchos temas, y papas, reyes y penitentes busacron su consejo.

Su biógrafa, Fiona Maddocks, escribió que para entender su obra, hubiera necesitado especializarse en «Alemania del siglo XII, latín medieval, historia eclesiástica, historia de la ciencia y medicina, botánica, mineralogía, zoología, teología, misticismo, música, pintura y arquitectura monástica». A veces se la llama la primera compositora de la historia —aunque han aparecido nombres anteriores— y es reivindicada como heroína feminista, erudita radical, pionera ecológica y, para algunos, icono queer, por cómo escribió sobre su amor por sus mentoras y colegas mujeres.

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Su obra incluye 77 cantos litúrgicos (su Symphonia) y un drama moral con música sobre las tentaciones de la carne y el viaje del alma. Maddocks describe su música —con melodías fluidas que adornan los textos— como «casi improvisada, creciendo orgánicamnte, no sistemáticamente». Su estructura parece libre, elevándose como un halcón, trazando patrones gráciles en el aire y ascendiendo al cielo.

«Los visionarios hacen cosas fuera de la tradición, por eso su obra parece atemporal», dice Julia Holter, quien se inspiró en Hildegarda para su canción Materia (2024). «Sus saltos melódicos crean un mundo armónico único. Siempre intento escribir de forma más melismática —más notas por sílaba— y mucha de su música es así». Cannell, que ha grabado varias obras basadas en Hildegarda (incluido un álbum en 2024), coincide: «Hay mucho movimiento, aunque no sea música rápida. Las melodías despegan enseguida».

Parte de su atractivo para los músicos actuales es que su música es anterior a los afinajes estandarizados, dándole un sonido inusual. Además, no sabemos exactamente cómo debía interpretarse: tempo, armonía o acompañamiento quedan a criterio de los intérpretes.

Aunque era muy talentosa, Hildegarda no se habría considerado compositora —ese término es nuestro— y algunos aún debaten si realmente escribió su música. Es posible que las composiciones simplemente se le atribuyeran por ser la líder de su organización, como una versión medieval de Damien Hirst. Le pregunté a Maddocks sobre esto y ella tiene la mente abierta: “¿Cómo juzgamos, digamos, un poema de ‘Anónimo’? O pensemos en el Requiem de Mozart, una de sus obras más famosas, terminada por otro. ¿Importa, o podemos aceptarlo tal como es?”

Uno de los temas favoritos de Maddocks es Columba Aspexit, por su primera línea que se traduce como “La paloma voló por la ventana enrejada”. “Los títulos son tan vívidos y el lenguaje es tan florido, lleno de joyas y riqueza”, dice. “Aunque su origen es bíblico, hay una gran influencia del Cantar de los Cantares y un lenguaje muy poético.”

Las visiones poéticas de Hildegard inspiraron la ópera multisensorial que la artista Nwando Ebizie desarrolla desde 2019, llamada Hildegard: Visiones. Ebizie relaciona las alucinaciones de Hildegard con su propia experiencia de un síndrome neurológico llamado nieve visual. “Las personas con este síndrome suelen tener crisis o sentir que el mundo no es real”, explica, por eso le interesó la crisis de Hildegard. “Su cuerpo sufría dolor, no podía hacer nada. Luego recibió una misión clara de Dios, y a sus 40 años tuvo un gran florecer, porque siguió su propio camino.” La música de Hildegard no surgió a pesar de su crisis, sino gracias a ella: “Estaba relacionada con su percepción única y su conexión con lo espiritual.”

Para Holter, lo que nos fascina hoy son sus visiones: “La gente se interesa por perspectivas únicas, con más comprensión hacia la neurodiversidad… Cuando hay ‘visionarios’ que rompen con la tradición, su obra puede sentirse atemporal.” Cannell también ve a Hildegard como una heroína por romper normas: “Muchas veces las mujeres son limitadas por lo que se considera ‘demasiado’ o aceptable en la sociedad”, pero con Hildegard, “podemos mirar atrás y ver una mujer prolífica e inspiradora. Creó cosas y conectó con la gente.”

Nota: Este artículo fue corregido el 15 de julio de 2025 para referirse a Hildegard von Bingen como Hildegard, en lugar de Von Bingen.