EE.UU. toma medidas: más de 1.000 alojamientos de Airbnb en Nueva Orleans eliminados

La aplicación de Airbnb en un teléfono mientras Nueva Orleans impone normas más estrictas de licencias—provocando la eliminación de más de 1.000 anuncios de alquileres cortos sin permiso.
Crédito: Bangla press, Shutterstock

Más de mil anuncios de alquileres temporales desaparecieron de Nueva Orleans en cuestión de días, ya que la ciudad obligó a las plataformas a retirar cualquier propiedad sin licencia válida.

Es una historia local con ecos globales: desde España e Italia hasta Grecia, Países Bajos, Canadá y Nueva York, las autoridades ahora exigen que las plataformas verifiquen los permisos antes de publicar un anuncio. La era del «lejano oeste» de los alquileres vacacionales se está controlando.

El reinicio drástico de Nueva Orleans: Sin licencia, sin anuncio

Durante años, la Ciudad Creciente lidiaba con las mismas preguntas que se escuchan en todos los destinos turísticos: genial para los visitantes, sí, pero ¿qué pasa con el ruido, la basura, el estacionamiento y, sobre todo, la vivienda? Los residentes se quejaban de que manzanas enteras se habían convertido en puertas giratorias para despedidas de soltero mientras los inquilinos a largo plazo eran desplazados por los precios. Tras una década de disputas legales, el ayuntamiento cambió de estrategia y puso la carga en las plataformas. Si un anuncio no tiene un permiso municipal válido, simplemente no puede publicarse.

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El cambio fue casi instantáneo. Operadores que habían trabajado con el modelo de «publica primero, tramita después» despertaron con sus paneles vacíos. La purga fue más evidente en el Barrio Francés y Tremé—zonas icónicas donde la demanda es mayor y los conflictos más agudos. Los hoteleros, molestos por lo que consideraban competencia desleal, aplaudieron. Los activistas de vivienda lo calificaron de tardío. Los anfitriones argumentaron que los alquileres ocasionales ayudaban a pagar hipotecas y preservar viviendas históricas. Ambas cosas pueden ser ciertas, pero la ciudad ha decidido que la comunidad va primero.

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Para los viajeros, el cambio se notará en detalles sutiles. La oferta en las zonas más concurridas disminuye; pequeños B&Bs y hoteles con licencia ocupan el hueco; los precios pueden subir en fines de semana clave. La contrapartida son estándares más claros en seguridad y seguros, menos cancelaciones de última hora por motivos legales y un mercado de reservas menos opaco. Si planeas ir al Mardi Gras o al Jazz Fest, la nueva regla es simple: reserva antes y verifica que el número de permiso esté visible en el anuncio.

Europa marcó el camino—el resto se está poniendo al día

Europa lleva años avanzando en esta dirección y, en muchos sitios, ya llegó. España pasó de normativas municipales dispersas a un registro nacional; Barcelona da 48 horas a las plataformas para retirar anuncios ilegales. Italia implementa un código identificativo nacional—sin código, sin anuncio. Francia exige números de registro en muchas ciudades y limita las noches de alquiler de viviendas principales; las plataformas deben verificarlos y eliminar fraudes. Grecia vincula cada anuncio a la base de datos tributaria, mientras Ámsterdam, Róterdam, La Haya y Utrecht aplican un estricto «sin registro, sin publicación» bajo ley neerlandesa.

Hasta Bruselas ha intervenido: nuevas normas de la UE obligan a mostrar números de registro y compartir datos con ayuntamientos, dificultando que anuncios ilegales salten de ciudad en ciudad. Fuera de Europa, la ley Minpaku de Japón exigía números de licencia desde 2018; Singapur mantiene controles de los más estrictos; Turquía ahora requiere permisos para estancias de hasta 100 días; en Canadá, Columbia Británica y Quebec exigen registro con verificaciones; y en EE.UU., la Ley Local 18 de Nueva York redujo los anuncios activos en más de un 90%.

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El hilo conductor es claro: trazabilidad, impuestos y seguridad. Los ayuntamientos quieren saber quién alquila qué, que se cumplan estándares de alojamiento regulado y que el turismo no devore la vivienda local. Y ya no solo multan a infractores tras el hecho—ahora hacen a las plataformas guardianas.

Qué significa ahora—para huéspedes, anfitriones y la ciudad

Si reservas en Nueva Orleans (o donde sea que se ajusten las normas), trata el permiso como un pase de abordar. Un anuncio legítimo mostrará su número de licencia y la autoridad emisora. Si falta, evítalo. Un correo al anfitrión pidiendo el número—y una búsqueda rápida en el registro local—puede ahorrarte el drama de una reserva fantasma. Compara precios con hoteles y pensiones legales; al limpiarse el mercado, las tarifas suelen equipararse y ganas la seguridad de recepción 24h y normas antiincendios.

Anfitriones que operan legalmente no deben entrar en pánico. El nuevo panorama premia el cumplimiento y transparencia. Ordena primero los documentos; ten copias para verificaciones; asegura que seguros y medidas de seguridad estén al día; y sé realista con límites de noches o huespedes. La ventaja es un mercado más limpio, con menos competencia ilegal que abarate precios.

¿Resolverá esto la crisis de vivienda? Por sí solo, no. Pero sacar cientos de propiedades del mercado corto alivia la presión en alquileres—y devuelve cierta normalidad a barrios que parecían hoteles. Ese equilibrio—turismo sin vaciar comunidades—es lo que buscan las ciudades.

El panorama general es claro. Lo que empezó como un ingreso extra se ha convertido en un sector altamente regulado. Los alojamientos legales dominarán, las plataformas serán porteros y no espectadoras, y los días de anuncios sin números se acaban. Si viajas, verifica el número y estarás bien. Si alquilas, consíguelo y seguirás en el negocio.

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La purga en Nueva Orleans es una línea en la arena. Espera que otras ciudades observen los resultados y, si funcionan, sigan el ejemplo.