La tan ansiada reapertura de este breve pero estratégico tramo del paseo marítimo restablece el acceso público a una de las rutas peatonales más escénicas y populares de la Orihuela Costa.
Tras más de veinte años de litigios judiciales, trámites burocráticos y una presión vecinal persistente, la senda costera Aguamarina–Cabo Roig fue reinaugurada oficialmente el martes 19 de agosto de 2025. Este acontecimiento tan esperado devuelve a la ciudadanía un itinerario fundamental dentro del paisaje urbano costero.
El acto estuvo marcado por un ambiente festivo en el que residentes, visitantes y representantes institucionales se dieron cita para celebrar el momento. Familias, paseantes y turistas recorrieron la vía a las pocas horas de retirarse las barreras, reconquistando un espacio que durante años simbolizó tanto la frustración como la resistencia vecinal ante la inacción administrativa.
Un tramo pequeño, un impacto grande
A simple vista, la sección en disputa podría parecer insignificante. El paso en cuestión mide apenas 30 metros de longitud, sin embargo, funciona como un conector crucial entre urbanizaciones, playas y zonas recreativas. Durante el verano, más de 2.000 personas transitan diariamente por este camino.
El conflicto afectó a un número limitado de propiedades —siete apartamentos en planta baja y siete en primera altura de la Urbanización Bellavista I—, utilizadas principalmente como segundas residencias. No obstante, la decisión de los propietarios de bloquear el acceso tuvo consecuencias comunitarias de gran alcance. Al cerrar el paso, obligaron a los peatones a un desvío de 2 kilómetros y privaron a lugareños y turistas de una de las rutas frente al mar más bellas de la zona.
Orígenes del conflicto
La disputa se remonta a principios de la década de 2000, cuando los residentes de Bellavista instalaron verjas en ambos extremos del camino. Una década después, en 2013, se añadió un muro en el límite sur, sellando definitivamente el acceso público.
La indignación vecinal fue inmediata. Colectivos locales, en particular CLARO bajo el liderazgo de Bob Houliston, hicieron campaña activamente por la reapertura. Su labor incluyó manifestaciones, interlocución con la Conselleria en Valencia y gestiones directas ante la Dirección General de Costas en Alicante. A pesar de estos esfuerzos, el Ayuntamiento de Orihuela fue reiteradamente criticado por no resolver el asunto.
Bloqueos políticos y legales
Los intentos de solución fueron lentos y controvertidos. En 2015, el entonces concejal del PSOE Antonio Zapata autorizó la reapertura del paso respondiendo a la presión ciudadana. Sin embargo, la medida eludió el proceso de expropiación legalmente requerido. La comunidad de Bellavista impugnó la decisión judicialmente, y en 2016 los jueces fallaron a su favor. El paseo volvió a cerrarse, restituyéndose el desvío peatonal de 2 kilómetros.
Los vaivenes judiciales ahondaron las divisiones. Mientras el Ayuntamiento de Orihuela enfrentaba críticas por su gestión, la Demarcación de Costas confirmó en 2017 que la decisión de Zapata había sido jurídicamente correcta: la vía se encontraba en una “zona de servidumbre de tránsito”, que garantiza el acceso público. Pero este fallo nunca se divulgó adecuadamente, y el camino permaneció cerrado tras muros y candados.
Expropiación: un largo proceso
No fue hasta 2019 que el Ayuntamiento de Orihuela inició formalmente el procedimiento expropiatorio bajo el entonces teniente de alcalde Rafael Almagro. El objetivo era adquirir la titularidad del suelo para reabrir el paso de manera permanente. Las negociaciones se complicaron, además, por factores externos. La gota fría de septiembre de 2019 causó graves daños en el litoral —desprendimientos y grietas en muros de contención—, lo que generó preocupaciones de seguridad y retrasó aún más los avances.
Los propietarios de Bellavista se opusieron frontalmente a la expropiación, proponiendo en su lugar un camino alternativo junto al acantilado. El Servicio Provincial de Costas rechazó este plan por inviable e inseguro. Mientras, colectivos como la FAOC (Federación de Asociaciones de Vecinos de Orihuela Costa) retomaron el trabajo de incidencia política iniciado por CLARO, sumándose posteriormente Unidos por la Costa. Su labor de lobby mantuvo el tema en la agenda pública.
Los procedimientos judiciales se alargaron. En diciembre de 2021, el camino se reabrió brevemente, pero volvió a clausurarse tras una nueva resolución judicial que confirmaba la titularidad privada del suelo. El bloqueo persistió, con ambas partes atrincheradas en sus posiciones.
Disputas de valoración
En el fondo del conflicto latía la cuestión de la indemnización. Los propietarios reclamaban 3 millones de euros en concepto de daños por pérdida de intimidad y valor inmobiliario. El Ayuntamiento, por su parte, valoró el terreno en 69.113 euros. La distancia entre ambas cifras estancó las negociaciones durante años.
Finalmente, en abril de 2025, el Jurado Provincial de Expropiación fijó la compensación en 26.180 euros. Esta resolución permitió al Consistorio depositar el dinero en una cuenta judicial y adquirir el terreno legalmente. Aunque el monto distaba mucho de lo solicitado por los propietarios, aportó la seguridad jurídica necesaria para desbloquear la situación.
Los presupuestos municipales de 2024 ya habían destinado 600.000 euros para la expropiación y obras asociadas, cubriendo no solo la indemnización, sino también la adecuación y restauración de la senda. Superados los escollos económicos, jurídicos y administrativos, solo restaban las barreras físicas.
Celebraciones y simbolismo
La ruptura definitiva del estancamiento llegó en agosto de 2025, cuando el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo de Elche autorizó al Ayuntamiento de Orihuela a tomar posesión del terreno. Días después, operarios municipales procedieron a demoler el muro y las verjas que durante tanto tiempo habían cerrado el paso.
La ceremonia de reapertura del 19 de agosto congregó al alcalde, concejales y funcionarios, junto a militantes vecinales y residentes que durante años habían luchado por recuperar el camino. Los aplausos irrumpieron al derribarse los últimos restos de la barrera. Familias, ciclistas y corredores ocuparon inmediatamente la senda, en una muestra palpable de por qué había valido la pena perseverar.
Para los colectivos ciudadanos, el acto tuvo un valor que trascendía lo simbólico. Unidos por la Costa lo calificó como una “victoria ciudadana”, subrayando el principio de que el acceso al litoral ha de ser un derecho público, nunca un privilegio privado. El periódico The Leader, que había cubierto el conflicto de manera continuada durante más de una década, saludó la resolución como prueba de lo que el periodismo local y el activismo cívico pueden conseguir.
Lecciones aprendidas
La reapertura del paseo Aguamarina–Cabo Roig cierra una lucha que ilustra a la perfección los desafíos de conciliar intereses privados y derechos colectivos. Puso de manifiesto debilidades en la gobernanza municipal, con reiterados retrasos, errores de procedimiento y fallos de comunicación que erosionaron la confianza vecinal. También destacó la resiliencia de los movimientos sociales y la importancia de la incidencia política desde la base para defender los intereses comunes.
Sobre todo, reafirmó que el espacio costero no es solo infraestructura: es un bien cultural que forma parte de la identidad local, un lugar de encuentro entre residentes y visitantes, entre la comunidad y su paisaje. La recuperación de este tramo devuelve algo más que comodidad: restaura el orgullo vecinal y refuerza la convicción colectiva de que el espacio público pertenece a todos.
Un nuevo capítulo
Desde agosto de 2025, el paseo Aguamarina–Cabo Roig vuelve a ser parte de la vida cotidiana de la Orihuela Costa. Su reapertura no es solo el final de una batalla de 20 años, sino el inicio de un compromiso renovado con la protección y mejora del acceso ciudadano al Mediterráneo.
La esperanza reside ahora en que las lecciones extraídas de este prolongado conflicto orienten futuras decisiones, impidiendo que otra comunidad deba esperar dos décadas para reclamar lo que siempre fue suyo: el derecho a pasear libremente junto al mar.
