Los ambisiosos planes para una cumbre bilateral entre el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenski, y el de Rusia, Vladimir Putin, parecen estar estancándose. Esto pasa solo unos días después de que Donald Trump expresó confianza en que tal reunión podría ocurrir en semanas.
Se han sugerido varias ubicaciones posibles, desde Ginebra y Viena hasta Budapest o Estambul. Putin y Zelenski no han estado en la misma habitación desde el 2019, tres años antes de que Rusia lanzara su invasión a gran escala de Ucrania.
El presidente estadounidense dijo que había “comenzado los preparativos” para la cumbre, indicando que creía que Putin había accedido durante una llamada telefónica el lunes. Sin embargo, esta podría haber sido una interpretación optimista de la conversación.
Casi de inmediato, el Kremlin compartió su propia versión, más vaga, del intercambio. Trump y Putin hablaron sobre “la posibilidad de elevar el nivel de los representantes”, dijo el asesor Yuri Ushakov. Eso podría significar simplemente que ministros, en lugar de enviados, podrían participar en las conversaciones.
El Canciller alemán Friedrich Merz dijo que una reunión podría ocurrir “en las próximas dos semanas”. Pero advirtió: “no sabemos si el presidente ruso tendrá el valor de asistir a tal cumbre” y pidió que se “persuadiera” a Putin.
Trump mencionó una situación “difícil” para Rusia si Putin no coopera en el proceso de paz, pero se negó a ser más específico.
Ahora, mientras el torbellino diplomático se calma, la probabilidad de una reunión entre Putin y Zelenski parece disminuir aún más.
En la superficie, Moscú parece estar abierto a participar en conversaciones bilaterales entre los dos presidentes. Pero en realidad, las precondiciones que exige para una reunión casi seguramente resultarán inaceptables para el lado ucraniano.
El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, dijo esta semana que Putin está listo para reunirse con Zelenski siempre que todos los “temas” que requieren consideración “al más alto nivel” sean resueltos. Este lenguaje vago pero inflexible ha sido utilizado antes por el Kremlin para resistir las propuestas ucranianas de una reunión bilateral.
La semana pasada, el enviado de Trump, Steve Witkoff, dijo que Rusia había aceptado garantías de seguridad para Ucrania, llamándolo “un paso muy significativo”. Pero ahora parece que las garantías en cuestión se basarían en las propuestas primero planteadas por Moscú y rechazadas por Kyiv en 2022, que verían a Rusia unirse a un grupo de países con poder de veto sobre una intervención militar para defender a Ucrania.
Esa propuesta también prohibiría el despliegue de tropas occidentales en Ucrania, dejándola efectivamente indefensa ante una nueva invasión rusa. Lavrov dijo el jueves que cualquier otro marco de seguridad sería “un esfuerzo absolutamente inútil”.
Mientras tanto, Zelenski ha dicho que cualquier reunión con Putin tendría que ocurrir después de que los aliados de Kyiv acuerden garantías de seguridad, lo que sin duda involucraría el apoyo de fuerzas occidentales y excluiría a Rusia, haciendo que sean del tipo que Moscú nunca aceptaría.
Tal y como están las cosas, ni Rusia ni Ucrania parecen dispuestos a ceder en sus posiciones de siempre, y cada uno acusa al otro de socavar los esfuerzos para alcanzar un acuerdo de paz.
La posibilidad de una cumbre entre Putin y Zelenski puede parecer remota por ahora, pero eso no ha detenido la especulación sobre dónde podría tener lugar.
Tras la frenética actividad diplomática que siguió a las conversaciones en la Casa Blanca, se mencionó a Budapest como ubicación para una potencial reunión, y se dijo que los estadounidenses estaban a favor.
“Pueden venir a Hungría en cualquier momento”, dijo el ministro de Asuntos Exteriores húngaro, Peter Szijjarto. “Avísenos con una hora de antelación y estamos listos para garantizar condiciones justas, decentes, seguras e iguales para todos en Hungría”.
Pero no todo el mundo ve la capital húngara como un terreno suficientemente neutral. El primer ministro Viktor Orbán es uno de los pocos líderes europeos que ha mantenido lazos con Putin. También ha bloqueado fondos para Ucrania y ha prometido vetar la membresía ucraniana a la UE.
“Seamos honestos, Budapest no nos apoyó”, dijo Zelenski el jueves. “No digo que la política de Orbán fuera contra Ucrania, pero sí contra el apoyo a Ucrania”, dijo a los periodistas, añadiendo que celebrar talks en Budapest sería “un desafío”.
El miércoles, el primer ministro polaco, Donald Tusk, publicó en X que se oponía a que Budapest albergara las conversaciones. Esa ciudad fue sede de una cumbre en 1994 que resultó en que Kyiv entregara su arsenal nuclear soviético a cambio de garantías de seguridad rusas. Estas luego se volvieron insignificantes tras la anexión ilegal de Crimea por parte de Moscú en 2014 y su invasión a gran escala en 2022.
“Tal vez soy supersticioso, pero esta vez intentaría encontrar otro lugar”, bromeó Tusk.
El presidente francés Emmanuel Macron planteó la posibilidad de que la cumbre se celebre en Suiza, un país europeo militarmente neutral con una larga historia de albergar conversaciones de alto riesgo. Zelenski también sugirió Viena, sede de varias organizaciones internacionales.
En 2023, la Corte Penal Internacional (CPI) emitió una orden de arresto contra Putin por presuntos crímenes de guerra en Ucrania, pero tanto Suiza como Austria, firmantes de la CPI, han dicho que le concederían inmunidad al presidente ruso si viene para conversaciones de paz.
Turquía también se ha considerado como una opción. Existe un precedente, ya que Estambul ya ha albergado tres rondas de conversaciones directas a nivel de delegaciones entre Ucrania y Rusia desde abril, aunque no resultaron en un progreso significativo hacia un alto el fuego más allá de un acuerdo para intercambiar prisioneros de guerra.
Ucrania también mencionó al Vaticano y Arabia Saudita como ubicaciones posibles. El Vaticano lleva tiempo postulándose como una sede adecuada, mientras que Arabia Saudita ya ha mediado en intercambios de prisioneros entre Kyiv y Moscú.
Al margen de la diplomacia de alto nivel, la guerra no muestra señales de amainar.
El jueves, Ucrania dijo que sus fuerzas armadas habían atacado una refinería de petróleo en la región rusa de Rostov, que limita con las regiones ucranianas del este del Donbas.
Mientras tanto, Rusia lanzó su mayor ola de ataques contra Ucrania en semanas, matando a una persona e hiriendo a muchas más.
“Todavía no hay señal de Moscú de que vayan a participar verdaderamente en negociaciones significativas y poner fin a esta guerra”, dijo Zelenski en las redes sociales. “Se necesita presión”.
