Craig Williams
BBC Scotland News
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Un gaitero recibió a Trump en una visita anterior a Escocia.
El Donald Trump que llegó a Escocia en 2006 para anunciar que construiría el mejor campo de golf del mundo era, en muchos aspectos, muy diferente al que ahora disfruta su segundo mandato en la Casa Blanca.
En aquel entonces, era un empresario hotelero presumido, más conocido por ser el anfitrión de la versión estadounidense de The Apprentice y por su breve aparición en la película Home Alone 2 (1992).
El presidente Trump, que regresa a Escocia este mes, ha hablado mucho de su cariño por el país donde nació su madre. Dice que construyó el campo de golf en Menie Estate, Aberdeenshire, en su memoria.
Pero, dos décadas después, pocos escoceses le devuelven ese afecto.
No suele ser así con otros presidentes estadounidenses y sus raíces ancestrales en Europa. La inmigración es una parte clave de la experiencia americana, y muchos presidentes han celebrado sus orígenes.
John F. Kennedy y Joe Biden destacaron sus raíces irlandesas, y ambos tuvieron viajes exitosos a Irlanda. Kennedy incluso dijo que su visita en 1963 fueron los "cuatro mejores días de su vida". En 2023, Biden hizo un triunfal recorrido por su pueblo ancestral, Ballina, y declaró: "Estoy en casa" ante el parlamento irlandés.
Pero es difícil imaginar algo así con Trump en Escocia.
Aunque los vínculos escoceses con la Casa Blanca son menos conocidos, 34 de los 45 presidentes tienen ascendencia escocesa, incluidos George Washington y Bill Clinton.
Trump es más escocés que muchos de ellos: su madre, Mary Anne MacLeod, hablaba gaélico y nació en Lewis. Aunque ella mantuvo su acento y visitaba la isla con frecuencia, la relación de Trump con Escocia ha sido conflictiva.
Una encuesta reciente muestra que 7 de cada 10 escoceses tienen una opinión desfavorable de él.
Todo empezó en 2006, cuando Trump anunció su plan de construir un campo de golf en Escocia en honor a su madre. Pero las dunas vírgenes de Balmedie, protegidas como Sitio de Interés Científico, se convirtieron en el centro de la polémica.
A pesar de las protestas, el gobierno escocés aprobó el proyecto por sus supuestos beneficios económicos. Pero en 2020, las dunas perdieron su estatus protegido.
Además, Trump tuvo conflictos con vecinos que se negaron a vender sus tierras, como Michael Forbes, a quien llamó "pig-like atmosphere". Estos vecinos se volvieron símbolos de resistencia.
Aunque algunos apoyaron el proyecto al principio, muchos políticos escoceses se distanciaron de Trump, especialmente tras su oposición a un parque eólico cerca de su campo de golf.
Los beneficios económicos prometidos tampoco se materializaron: en lugar de los cientos de empleos y el desarrollo de £1.000 millones, el complejo solo tiene 81 trabajadores y pérdidas acumuladas.
Ahora, Trump regresa para inaugurar un segundo campo y visitar su resort en Turnberry, donde las protestas han sido constantes.
Con su llegada, hay preocupación por el costo de la seguridad y nuevas manifestaciones. Pero es poco probable que las críticas lo afecten: Trump siempre ha sabido manejar la controversia.
Aunque habrá voces en contra durante su visita, los últimos 20 años sugieren que no le importará mucho.
