Proteger la seguridad alimentaria europea, salvaguardar nuestra capacidad de alimentarnos sin depender de estados al otro lado del mundo. Eso es lo que cualquier agricultor de Europa les dirá acerca de las manifestaciones de hoy en Bruselas. Ursula von der Leyen, Presidenta de la Comisión Europea, no ha escuchado hasta ahora los clamores de los más de 500 tractores que han llegado junto a 10.000 trabajadores del sector primario, por lo que se han alzado para asegurarse de que su voz fuera oída.
El Canciller alemán Friedrich Merz afirmó que Alemania necesita el acuerdo Mercosur, el tratado comercial entre la Unión Europea y Sudamérica, para poder alimentar a la nación, al mismo tiempo que incrementaba sustancialmente el presupuesto militar del país. Los agricultores argumentan que dicho acuerdo colocaría a productores mucho más baratos en competencia directa con los europeos, ya que estos no están sujetos a las mismas rigurosas normas laborales y de seguridad alimentaria, poniendo en riesgo la soberanía alimentaria europea.
El presidente de COPA-COGECA, uno de los mayores sindicatos al frente de las protestas, exigió: “¡Basta de ilusiones y trampas! Pese a los esfuerzos de algunos eurodiputados, el resultado negociado dista mucho de cualquier intención real de proteger a nuestros agricultores y garantizar un comercio justo. ¡Los Estados miembros no deben apoyar este acuerdo! 10.000 agricultores de los 27 estados miembros están en las calles de Bruselas para exigir precisamente eso.”
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Miles de agricultores de toda la UE han convergido en el Barrio Europeo de Bruselas, con entre 500 y 1.000 tractores bloqueando arterias principales cerca del Parlamento Europeo y los edificios del Consejo. Las protestas, que coinciden con una cumbre de líderes de la UE, se tornaron violentas hacia el mediodía cerca de la Plaza de Luxemburgo y el Parlamento, donde la policía antidisturbios desplegó cañones de agua y gas lacrimógeno para dispersar a la multitud. Los manifestantes respondieron lanzando patatas, huevos y fuegos artificiales, mientras que algunos prendieron fuego y quemaron neumáticos.
Las protestas comenzaron en calma, pero los agricultores se hicieron oír
Una pancarta prominente rezaba: “Niño hambriento, adulto airado”, expresando así el temor a la inseguridad alimentaria. Jóvenes agricultores belgas, Jean y Thierry, ambos menores de 30 años, declararon a los periodistas: “Estas reformas y políticas son suicidas. Los políticos no escuchan nuestras demandas. Llevamos protestando desde la gran marcha de 2024 y nada ha cambiado; de hecho, en algunos aspectos ha empeorado”. Moses Gelberg comentó en X: “Cuando se amenazan y se ignoran los medios de vida, la ira es inevitable. Los agricultores alimentan a Europa, no los burócratas. Ignórenlos bajo su propio riesgo”.
El sector primario se considera uno de los más perjudicados por el presupuesto a largo plazo propuesto por la UE para 2028-2034, que incluye una nueva reforma de la Política Agraria Común (PAC). Von der Leyen ha defendido los planes, señalando que 300.000 millones de euros están garantizados para el apoyo a la renta de los agricultores bajo la PAC, e insistiendo en que “la agricultura saldrá fortalecida”. Sin embargo, los agricultores discrepan frontalmente, alegando que las reformas recortan el apoyo y los exponen a una competencia desleal.
¿Abordará von der Leyen las preocupaciones de los agricultores?
Thierry subrayó el tema de Mercosur: “Llevamos mucho tiempo diciendo que nos deja en condiciones de desigualdad. No podemos permitir importaciones sin estándares”. Las organizaciones destacan que los productores sudamericanos del bloque Mercosur –Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia– se enfrentan a normativas medioambientales, laborales y de seguridad más laxas, lo que podría inundar el mercado de la UE con carne, azúcar, aves de corral y otros productos más baratos.
Las protestas en Bruselas se han intensificado, con la policía empleando, según informes, gas lacrimógeno y cañones de agua contra los manifestantes. Estos hechos revelan las crecientes grietas en la confianza hacia las políticas de Bruselas, incluyendo la percepción de una injerencia burocrática excesiva y una protección insuficiente para la agricultura europea. Mientras los líderes de la UE debatían en el interior de la cumbre el destino del acuerdo Mercosur, ante la oposición de países como Francia, Italia y Polonia, las calles exteriores resonaban con exigencías de competencia leal y soberanía alimentaria.
