En diciembre están previstas nueve escalas de cruceros en Palma, siete menos que en 2024, una reducción que no se refleja en las cifras del año completo. El 2025 cerrará con 511 escalas, doce más que en el ejercicio anterior.
La única nave que opera este mes desde una base en Mallorca es la AIDAluna. Dirigida principalmente al mercado alemán, no pertenece a la clase ‘mega’; tiene una capacidad de alrededor de 2.000 pasajeros. El único megacrucero es el Costa Smeralda, programado para el 16 de diciembre. Este tiene una capacidad de 6.500 turistas, pero opera con un número menor de pasajeros durante la temporada baja.
El perfil del pasajero en estas fechas es de mayor edad que durante el verano; hay un mercado más orientado a los ‘seniors’. El aumento progresivo del tamaño de los buques durante los últimos 25 años los ha vuelto más cómodos cuando hay marejada, algo que ocurre especialmente con el viento del norte.
El año se termina sin que se haya avanzado en la renovación del acuerdo entre el Govern balear y las navieras sobre límites. Este expira a finales de 2026. El conseller de Turismo, Jaume Bauzá, ha sugerido que debería mantenerse sin cambios, pero existen fuertes argumentos a favor de una reducción.
El alcalde de Palma, Jaime Martínez, del mismo partido que Bauzá (el Partido Popular), es partidario de límites más estrictos. Ha propuesto una estrategia nacional para limitar los cruceros en los puertos españoles. Para Martínez y el consistorio, los cruceros generan un turismo que puede “satruar” el centro de la ciudad sin aportar un beneficio económico significativo.