Transitar por ciertas zonas de Palma, en realidad por la mayor parte de la ciudad, resulta cada vez más exasperante, puesto que uno se pasa la mayor parte del tiempo esquivando a personas absolutamente absortas en sus móviles. Esta práctica se ha convertido incluso en un desafío dentro de establecimientos comerciales, restaurantes y supermercados. Además de ser molesto, resulta lamentable que la gente, especialmente los visitantes, no sea capaz de guardar el teléfono durante un rato para, simplemente, alzar la mirada y deleitarse con los encantos de Palma y de otras áreas de Mallorca.
A principios de este año, la Dirección General de Tráfico (DGT) advirtió de que la distracción de los peatones constituye un riesgo creciente y que estos podrían enfrentarse a multas de 200 euros por desoír las señales de tráfico o las indicaciones de un agente. Cruzar por autopistas o autovías conllevará una sanción de 80 euros, al igual que no utilizar los pasos de cebra.
“Mirad arriba, prestad atención al suelo y no crucis si no es seguro para vosotros y los conductores. Noticia de última hora: la vía pública no gira en torno a vosostros. Respetad las señales. Manteneos alejados de autopistas y autovías; están diseñadas para ruedas, no para tacones”, declaró la DGT. Y bien, ¿qué ha sucedido?
Nada en absoluto. La gente está tan sumergida en sus mundos de redes sociales que parece haber perdido todo interés por el mundo real. Y, en ocasiones, es sencillamente una falta de educación. No me apetece nada salir a cenar y pasarme toda la velada escuchando la conversación ajena. Por favor, demostremos un poco de etiqueta con el uso del teléfono.
