Él siguió creyendo y pasó de Gondomar a Paços de Ferreira, luego al Porto, Wolverhampton y finalmente al Liverpool.
Jota se convirtió en un símbolo de esperanza e inspiración en su tierra. Demostró a todo un país que es posible llegar a la cima incluso si el camino no es una línea recta.
El talento siempre estuvo ahí.
Tanto es así que, en sus inicios, cuando empezaba a llamar la atención en Paços, uno de sus antiguos entrenadores, Jorge Simão, hizo una gran declaración diciendo que Jota sería el sucesor de Cristiano Ronaldo.
El jugador obviamente se sorprendió al escucharlo, pero inmediatamente pensó: «Si él cree en eso, ¿por qué yo no puedo lograrlo?».
Jota fue un caso raro de futbolista portugués de élite que nunca pasó por ninguna de las tres grandes academias: Benfica, Sporting y Porto.
«Lo que lo diferenciaba de los demás era realmente el aspecto mental, cómo superaba cualquier situación, y él lo entendió muy rápido», dijo Gilberto Andrade, excoordinador de fútbol juvenil de Paços, a la BBC Sport.
«Creo que hay momentos en los que, ya seas entrenador, coordinador o director, hay palabras, cosas dichas, que tienen un gran impacto en los jugadores. En el momento, quizás no lo entienden del todo, pero luego se refleja en su comportamiento, en cómo entrenan, en cómo viven día a día.
»Y Jota, creo, hasta cierto punto con nosotros, entendió lo que significaba ser un jugador profesional, lo que significaba ser un buen atleta, una buena persona. Fue un ejemplo en ese sentido. Un ejemplo, porque a menudo el éxito lleva a muchos jugadores a tener un camino algo complicado por el dinero que ganan.
»Pero ese no fue su caso. Siempre fue muy disciplinado, muy inteligente, muy humilde. Invirtió con sabiduría, sabía lo que hacía, ayudó a quienes podía. Así que creo que esa es la imagen que debe quedar de él.»