Dinamarca pierde 4.500 tiendas en sus calles principales

Calle principal de Rudkøbing después del horario comercial — persianas cerradas en una colorida hilera de tiendas.
Crédito: Alexanderstock23, Shutterstock

Al recorrer casi cualquier calle principal de Dinamarca, uno se percata de ello — más persianas bajadas, menos escaparates.

Un nuevo análisis del grupo empresarial SMVdanmark cuantifica esa sensación intuitiva: Dinamarca tiene 4.500 establecimientos físicos menos que hace una década. En 2013 había 3,2 tiendas por cada 1.000 habitantes; para 2023, la cifra había descendido a 2,5.

«Cuando una tienda cierra, no sólo se pierden empleos. También desaparecen puntos de encuentro, vida urbana y referentes comunes», señala Alexander Søndergaard, subdirector de SMVdanmark. Es una forma sucinta de resumir lo que muchas localidades han experimentado durante años.

Qué impulsa el declive — y dónde es más acusado

Las compras online han cambiado las reglas del juego. Los negocios puramente digitales han crecido con fuerza, mientras que los minoristas de moda y electrónica han sido los más perjudicados en el ámbito físico. El incremento de costes —desde la energía hasta los alquileres— no ha ayudado, y los consumidores se han acostumbrado a la comodidad del clic y la entrega al día siguiente.

Las mayores pérdidas absolutas se registran en las grandes ciudades —Copenhague, Aarhus y Aalborg— debido a que la base de partida es más amplia. Pero per cápita, el impacto es más severo en municipios rurales y costeros, como Billund, Fanø, Samsø, Mariagerfjord, Struer y Aabenraa. En localidades pequeñas, el cierre de la única tienda de ropa o de la última tienda de tecnología puede suponer tener que conducir cuarenta minutos para adquirir productos básicos —y una merma en la afluencia de clientes para cafés y servicios cercanos.

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Por qué es importante: cuando una calle principal se vacía, la gente tiende a permanecer menos tiempo en ella, se reducen los eventos comunitarios en el centro y la identidad local se diluye. No es sólo comercio; es el ritmo de la vida cotidiana.

¿Puede la calle principal contraatacar?

SMVdanmark no aboga por un retorno a 1998. Solicita ayuda práctica para que las pequeñas tiendas puedan adoptar un modelo híbrido —combinando presencia física con alcance digital— además de inversiones en los centros urbanos que hagan que visitarlos vuelva a ser placentero.

Lo que el grupo desea ver:

  • Apoyar el «bymidte» (centro de la ciudad): Calles más limpias y seguras, buena iluminación, arbolado y bancos. Facilitar el tránsito peatonal, en bicicleta y la estancia.
  • Ayudar a los independientes a digitalizarse: Formación y microsubvenciones para tiendas online, click-and-collect, reservas por internet, pagos móviles y marketing en redes sociales —para que un negocio pueda vender tanto a lugareños como a usuarios nocturnos.
  • Apoyo específico en costes: Ayudas al alquiler, desgravaciones fiscales y asesoramiento experto para negocios viables que enfrentan mayores gastos generales y una demanda fluctuante.
  • Mixed-use: Combinar el comercio con espacios de coworking, clínicas, actividades culturales e infantiles para que los centros estén animados entre semana, no sólo los sábados por la mañana.

«Sin un impulso decidido, muchas comunidades se arriesgan a perder una parte central de su identidad», advierte Søndergaard. Y no le falta razón: una vez que una calle cae en la vacancia prolongada, revertir la situación es mucho más difícil.

La conclusión para consumidores y ayuntamientos

Las tiendas cierran porque los hábitos han cambiado, no porque la gente ya no valore un centro urbano vibrante. Las localidades que revertirán la tendencia serán aquellas que se encuentren con los compradores donde estén —online y offline— y que hagan que una visita al centro merezca la pena.

Para los consistorios, eso significa diseñar para las personas, no solo para los coches. Para los comerciantes, implica tratar las herramientas digitales como un segundo escaparate. ¿Y para el resto? Si aprecias a tu carnicería, librería o boutique local, utilízalas. Los algoritmos no pagarán la luz —los clientes, sí.

Los centros comerciales daneses se hallan en una encrucijada. Con ajustes inteligentes y un apoyo modesto, aún pueden seguir siendo el corazón palpitante de la vida local. Sin ello, el descenso de 3,2 a 2,5 tiendas por cada 1.000 residentes podría no ser el capítulo final.

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