Diabetes Tipo 2 Duplica el Riesgo de Sepsis

La sepsis constituye una de las emergencias médicas más peligrosas que se pueden enfrentar. Los médicos la definen como una “disfunción orgánica potencialmente mortal causada por una respuesta desregulada del huésped a una infección”1. En Estados Unidos, más de 1,7 millones de personas desarrollan sepsis cada año y alrededor de 350.000 fallecen a causa de ella, lo que la convierte en una de las principales causas de muerte hospitalaria2. A nivel mundial, es responsable de una de cada cinco muertes, lo que refleja su magnitud como crisis de salud pública3.

Un estudio reciente presentado en la Reunión Anual de la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes está atrayendo nueva atención sobre la conexión entre la sepsis y una de las condiciones crónicas más comunes en el país: la diabetes tipo 2. Con más de 38 millones de estadounidenses que viven con diabetes, comprender cómo esta condición puede aumentar drásticamente el ya elevado riesgo de sepsis resulta más urgente que nunca4.

¿Qué es la Sepsis?

La sepsis se desarrolla cuando una infección común desencadena una respuesta inflamatoria descontrolada que se extiende por todo el cuerpo. En lugar de contener la amenaza, el sistema inmunológico reacciona de forma excesiva, dañando los vasos sanguíneos, reduciendo la presión arterial y privando de oxígeno a los órganos vitales. Sin una intervención médica inmediata, este proceso desbocado puede conducir a un fallo multiorgánico y a la muerte5,6.

• Cómo se desarrolla la cascada inflamatoria — Cuando las células inmunitarias detectan microbios invasores, liberan citocinas, que son mensajeros químicos que ayudan a coordinar la defensa del organismo. Si esta liberación se vuelve excesiva, puede desencadenarse una “tormenta de citocinas”, que hace que el revestimiento interno de los vasos sanguíneos (endotelio) se vuelva permeable, permitiendo que el líquido se filtre a los tejidos circundantes.

A medida que el líquido escapa de los vasos sanguíneos y la presión cae, la circulación se vuelve lenta. Comienzan a formarse pequeños coágulos y el suministro de oxígeno a los órganos disminuye, forzando al corazón a trabajar más para mantener el flujo sanguíneo. Sin una intervención médica rápida, este desequilibrio conduce a un fallo orgánico en cascada: primero los pulmones, luego el hígado, los riñones y el cerebro7,8.

• La sepsis se desarrolla en un espectro — La sepsis grave describe el punto en el que el daño orgánico se hace evidente, como una reducción del gasto urinario o dificultad para respirar. El shock séptico es la siguiente etapa, marcada por una peligrosa caída de la presión arterial que requiere cuidados intensivos para restablecer la circulación9.

• Muchos casos comienzan con infecciones comunes — Las infecciones del tracto urinario (ITU), la neumonía, las heridas en la piel y las infecciones intestinales leves se encuentran entre las fuentes más comunes de sepsis. La Sepsis Alliance señala que aproximadamente el 80% de los casos comienzan en la comunidad y no en los hospitales, lo que significa que el proceso a menudo se inicia mucho antes de recibir atención médica10.

• Reconocer los signos tempranos es vital — Debido a que muchos síntomas de la sepsis se asemejan a los de un resfriado o una gripe, a menudo pasan desapercibidos hasta que la condición empeora. La diferencia clave es la velocidad a la que progresan. Si sospecha de sepsis, busque atención médica inmediatamente, ya que el tratamiento oportuno es crucial para prevenir complicaciones graves. Los signos de advertencia comunes incluyen11,12,13:

  • Fiebre con escalofríos o tiritonas
  • Latidos cardíacos rápidos (taquicardia)
  • Respiración rápida (taquipnea)
  • Sudoración excesiva (diaforesis)
  • Mareos o aturdimiento
  • Confusión o desorientación
  • Habla arrastrada
  • Náuseas, vómitos o diarrea
  • Dificultad para respirar o falta de aliento
  • Dolor muscular intenso
  • Bajo gasto urinario
  • Piel fría y húmeda y/o erupción cutánea

• Recordar los signos de advertencia — La Sepsis Alliance recomienda utilizar el acrónimo TIME para ayudar a recordar los principales signos de advertencia14:

  • T — Temperatura — ¿Está más alta o más baja de lo normal?
  • I — Infección — Signos de una infección actual o reciente
  • M — Deterioro mental — Cambios mentales como confusión o somnolencia inusual
  • E — Extremadamente enfermo — Dolor extremo o sensación de malestar severo

Otra forma fácil de recordar los signos es el acrónimo SEPSIS15:

  • S — Tiritonas, fiebre o escalofríos
  • E — Dolor o malestar extremo
  • P — Piel pálida y húmeda
  • S — Somnolencia, confusión o desorientación
  • I — “Siento que puedo morir”
  • S — Falta de aliento

Ciertas condiciones debilitan tus defensas inmunológicas y hacen que las infecciones sean más difíciles de controlar. La edad avanzada, cirugías recientes, hospitalización, medicamentos inmunosupresores y enfermedades crónicas aumentan el riesgo de sepsis16. Entre estos factores de riesgo, la diabetes tipo 2 ha surgido como un factor particularmente importante.

Estudio Australiano a Gran Escala Encuentra la Sepsis dos Veces más Común en la Diabetes Tipo 2

En el estudio destacado, investigadores de la Universidad de Australia Occidental se basaron en el Estudio de Diabetes Fremantle Fase II, un gran proyecto comunitario realizado en una región urbana multiétnica de 157.000 residentes. Se siguió a 1.430 adultos con diabetes tipo 2 y a 5.720 individuos coincidentes sin diabetes, reclutados entre 2008 y 201117.

Cada participante fue rastreado mediante registros de salud vinculados durante hasta 10 años, hasta un primer episodio de sepsis, muerte, o finales de 2021. El objetivo era proporcionar datos sobre la incidencia de sepsis entre personas con diabetes tipo 2, un vínculo que investigaciones anteriores habían sugerido pero no definido con precisión18,19.

• La sepsis ocurrió dos veces más a menudo en aquellos con diabetes — Durante más de 73.000 personas-año de seguimiento, surgieron nuevos casos de sepsis en el 11,8% de los participantes con diabetes tipo 2 frente al 5% de aquellos sin diabetes. Incluso después de ajustar por edad, género y condiciones crónicas, la diabetes tipo 2 permaneció asociada con un riesgo dos veces mayor de sepsis. Al inicio del estudio, el 2% de los participantes diabéticos ya habían sido hospitalizados por sepsis en comparación con el 0,8% de los controles.

• El riesgo fue aún mayor en ciertos grupos — Los adultos de 41 a 50 años con diabetes tuvieron 14,5 veces más probabilidades de desarrollar sepsis en comparación con sus contrapartes no diabéticas. Los hombres y aquellos de ascendencia aborigen también se vieron afectados de manera desproporcionada, mostrando los australianos indígenas un riesgo tres veces mayor de sepsis.

• Fumar y una mala salud metabólica amplificaron la vulnerabilidad — Entre aquellos con diabetes, varios factores aumentaron independientemente el riesgo de sepsis, incluyendo el tabaquismo actual, el uso de insulina, la glucosa en ayunas elevada, una frecuencia cardíaca en reposo alta, la neuropatía, enfermedad cerebrovascular y NT-proBNP elevado, un marcador de disfunción cardíaca. Fumar solo aumentó el riesgo en un 83%, subrayando el papel de las elecciones de estilo de vida modificables.

• Múltiples vías biológicas aumentan el riesgo — La hiperglucemia persistente (nivel alto de azúcar en sangre) debilita el sistema inmunológico, aumentando el riesgo de infecciones de la piel, el tracto urinario y los pulmones, que son las principales causas de hospitalizaciones por sepsis.

Al mismo tiempo, la resistencia a la insulina y la inflamación crónica dañan el endotelio, el revestimiento interno de los vasos sanguíneos, haciendo que los tejidos sean más vulnerables a las lesiones relacionadas con la infección. La mala circulación y la neuropatía también retrasan el reconocimiento de las infecciones, permitiendo que los problemas localizados progresen hacia una enfermedad sistémica.

• La prevención depende de la detección temprana y el control — Los autores enfatizaron la importancia de un estrecho monitoreo de infecciones y una intervención oportuna en pacientes diabéticos. Según la profesora Wendy Davis, epidemióloga de la Universidad de Australia Occidental y autora principal del estudio:

“Nuestro estudio identifica varios factores de riesgo modificables, incluido el tabaquismo, el alto nivel de azúcar en sangre y las complicaciones de la diabetes, subrayando que hay pasos que los individuos pueden tomar para potencialmente reducir su riesgo de sepsis”20.

Esta investigación proporciona evidencia clara de que la diabetes tipo 2 aumenta significativamente el riesgo de sepsis y las hospitalizaciones relacionadas. Los hallazgos refuerzan que el manejo de infecciones y la atención preventiva son componentes esenciales del tratamiento de la diabetes porque la sepsis, una vez desencadenada, progresa demasiado rápido como para esperar.

Investigación Anterior sobre el Vínculo Entre la Diabetes y la Sepsis

La relación entre la diabetes y la infección ha sido reconocida durante siglos. El médico persa Avicena fue uno de los primeros en notar que las personas con diabetes frecuentemente desarrollaban tuberculosis, estableciendo un vínculo temprano entre la enfermedad metabólica y la infección. A principios de 1900, el Dr. Elliott Joslin, un pionero en el cuidado de la diabetes, reportó que las infecciones causaban coma diabético, marcándolo como una de las principales causas de muerte en diabéticos antes de que la terapia con insulina estuviera disponible21.

• Los datos epidemiológicos confirman que la diabetes impulsa una parte importante de los casos de sepsis — Los estudios de población modernos estiman que la diabetes representa del 20,1% al 22,7% de todas las hospitalizaciones por sepsis. En un estudio canadiense, se encontró que la diabetes aumentaba significativamente el riesgo de cistitis, neumonía, celulitis y tuberculosis. De manera similar, un estudio holandés reportó mayores probabilidades de infecciones de las vías respiratorias inferiores, urinarias y de la piel o mucosas.

• La hiperglucemia socava la defensa inmunológica a múltiples niveles — Las teorías tempranas culpaban a la alta glucosa de alimentar a las bacterias, pero experimentos en 1911 desaprobaron esto, redirigiendo la atención hacia la disfunción inmunológica. Investigaciones posteriores revelaron que la hiperglucemia crónica reduce la quimiotaxis (el movimiento dirigido de las células inmunitarias hacia los sitios de infección) y la muerte intracelular.

El alto nivel de azúcar en sangre también afecta la función de los neutrófilos (los glóbulos blancos responsables de engullir y destruir patógenos), haciéndolos adherirse con demasiada fuerza a las paredes de los vasos y ralentizando su viaje a los sitios de infección. Estos efectos disminuyen la capacidad del cuerpo para contener infecciones.

• La inmunidad basada en la sangre también pierde fuerza — En la diabetes, la sangre se vuelve menos efectiva para reconocer y neutralizar microbios dañinos. Los niveles altos de glucosa interfieren con el proceso de opsonización, en el cual las proteínas inmunitarias marcan a las bacterias para que los glóbulos blancos puedan destruirlas. Esta interrupción debilita la producción de anticuerpos, y los niveles de IgG, un importante anticuerpo que combate infecciones, suelen ser más bajos en la diabetes mal controlada.

• Un nivel estable de azúcar en sangre ayuda a prevenir infecciones — Los estudios muestran que mantener la glucosa por debajo de aproximadamente 8,3 mmol/L reduce la probabilidad de infección después de una cirugía. Los resultados en estudios comunitarios son menos claros, pero en general, el control constante del azúcar en sangre sigue siendo una de las mejores maneras de protegerse contra la infección y la sepsis.

Muchos de los problemas biológicos descritos aquí mejoran cuando los niveles de glucosa se controlan. Manejar la diabetes, entonces, no se trata solo de prevenir daños a largo plazo; también se trata de reconstruir la capacidad de tu cuerpo para combatir infecciones graves.

Estrategias Prácticas para Manejar la Diabetes Tipo 2

La diabetes tipo 2 se desarrolla gradualmente, comenzando con la resistencia a la insulina, donde tus células dejan de responder adecuadamente a la insulina. El cuerpo compensa produciendo más, pero con el tiempo, este exceso de insulina y la glucosa crónicamente elevada desgastan tu maquinaria metabólica. Reconocer y revertir la resistencia a la insulina temprano es clave, ya que mejorar la sensibilidad a la insulina directamente reduce tu riesgo de diabetes y de las infecciones que a menudo la acompañan, incluida la sepsis.

1. Elimina los azúcares refinados y los aceites vegetales de tu dieta — Reemplazar los dulces y los snacks procesados con frutas enteras le da a tu cuerpo fibra, antioxidantes y minerales que ayudan a ralentizar la absorción del azúcar. Esta digestión más estable evita los picos bruscos de insulina que sobrecargan tu páncreas y conducen a la resistencia a la insulina.

Igual de importante es eliminar aceites vegetales como el de canola, soja y girasol, presentes en papas fritas, patatas fritas de bolsa, alimentos envasados y la mayoría de las comidas de restaurante. Estos aceites son altos en ácido linoleico (LA), que interrumpe la producción de energía mitocondrial y empeora la resistencia a la insulina. Reemplázalos con alimentos preparados usando grasas saludables como mantequilla, ghee o sebo.

2. Reintroduce los carbohidratos de manera inteligente — Tu cuerpo y cerebro dependen de un suministro constante de glucosa para funcionar correctamente. Cuando reduces los carbohidratos demasiado severamente, tu cuerpo compensa liberando hormonas del estrés como el cortisol, la adrenalina y el glucagón para crear glucosa desde dentro. Este mecanismo de supervivencia, llamado gluconeogénesis, mantiene el azúcar en sangre de caer demasiado bajo pero lo hace a un costo.

La hormona que señala la mayor tensión es el cortisol. Funciona descomponiendo el tejido muscular para liberar aminoácidos, que luego se convierten en glucosa. Este proceso te ayuda a mantener el azúcar en sangre pero erosiona gradualmente la masa muscular, que es esencial para la salud metabólica y la sensibilidad a la insulina.

Con el tiempo, este ciclo contribuye a un metabolismo más lento y a una mayor resistencia a la insulina, el mismo patrón que conduce a la diabetes tipo 2. Proporcionarle a tu cuerpo carbohidratos saludables de alimentos integrales como frutas y arroz blanco asegura una fuente de combustible estable sin desencadenar esta respuesta de estrés. Estos alimentos le dan a tu sistema la glucosa que necesita para mantenerse equilibrado mientras protege el tejido muscular.

3. Reduce la

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