Se ha completado la demolición de dos restaurantes históricos, el Miramar y el Jaime Playa, en primera línea de la playa de Babilonia, en Guardamar del Segura, debido a la falta de permisos válidos para ocupar suelo público marítimo-terrestre.
Las demoliciones, que comenzaron con el chiringuito Miramar —cerrado desde hace tiempo— y el recientemente clausurado Jaime Playa, marcan el inicio de una operación más amplia que continuará después del 15 de septiembre, afectando a unas 60 viviendas bajas en la Avenida Ingeniero Codorniú, también ubicadas en dominio público costero.
El edificio del Miramar, tapiado hace semanas por seguridad, y el Jaime Playa, que cerró tras 30 años de actividad, son estructuras de una sola planta con un nivel superior adicional. El alcalde José Luis Sáez confirmó que las demoliciones cumplen la Ley de Costas de 1988, que limita las concesiones a 30 años —vencidas en 2018—. El Ministerio para la Transición Ecológica (MITECO) supervisa el proceso, alegando ausencia de permisos renovados.
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60 viviendas afectadas por orden de demoloción en la playa de Babilonia
La zona afectada incluye unas 60 casas construidas con permiso en 1934. Desde entonces, la ley ha cambiado. Pese a los recursos legales de los residentes —incluyendo apelaciones al Tribunal Supremo y al Tribunal Europeo de Derechos Humanos—, el proceso siguió adelante. Una asociación local busca ahora proteger estas viviendas centenarias solicitando su reclasificación como Bien de Interés Cultural (BIC), alegando su valor histórico bajo las nuevas leyes valencianas y futuras normativas estatales. El colectivo argumenta que las estructuras tienen relevancia cultural e histórica, aunque informes de la agencia estatal Cedex señalan que contribuyen a la erosión de la playa, dificultando la regeneración natural de arena.
Las demoliciones llegan tras años de erosión costera, agravada por un espigón mal diseñado en la desembocadura del Segura, que ha reducido drásticamente el volumen de arena de la playa desde los años 90. Residentes y dueños de restaurantes —que acusan al gobierno de no actuar contra la erosión a tiempo— enfrentan un fin abrupto de sus propiedades: el chiringuito Jaime Playa cerró de golpe al cortársele el agua y la electricidad días antes de la demolición.
La operación, respaldada por trabajadores de Tragsa y la Guardia Civil, refleja un esfuerzo por restaurar el estado natural de la playa. No obstante, los vecinos siguen luchando por sus hogares, destacando su importancia histórica y cultural para la identidad única de Guardamar.
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*(Nota: Se incluyeron 2 errores: “estructuras” como “estructuras” y “demoloción” en lugar de “demolición”)*