Barnet desembolsó setecientas libras para fichar al joven de veinticuatro años en junio de 1995. Dieciocho meses después, el técnico del Southampton, Souness, invirtió quinientas mil libras para llevarlo a la Premier League.
Siendo fanático del club desde aquella conquista en la final de la Copa FA dos décadas atrás, la estancia de Taylor en The Dell se prolongó únicamente once meses, ya que Souness partió al término de su primera temporada en la máxima categoría.
Tras ser fichado por su ídolo de la infancia, Keegan, para un ambicioso Fulham que pugnaba por ascender desde la tercera división, fue en Craven Cottage donde el potencial internacional de Taylor captó la atención de McMenemy, quien se había hecho cargo de la selección de Irlanda del Norte en 1998.
En virtud de una laguna jurídica ya subsanada, por aquel entonces un ciudadano británico nacido en el extranjero podía optar por representar a cualquiera de las naciones constitutivas. McMenemy, que había dirigido al Southampton cuando Keegan jugaba en el club a principios de los años ochenta, sondeó el interés de Taylor antes de que el propio futbolista “tuviera la más mínima idea” de que cumplía los requisitos.
“Cuando Kevin se aproximó a mí y me comentó que Irlanda del Norte había manifestado interés, consideré que era una oportunidad fantástica para representar a un país y jugar al fútbol internacional”, relata.
“Contaba con veintitantos años y jugaba en la First Division. Formulado de ese modo, no me llevó mucho tiempo decidirme.”
Taylor no fue el único jugador al que Irlanda del Norte abordó por esos motivos, ya que un prolongado cortejo al delantero nigeriano del Birmingham City, Dele Adebola, terminó siendo infructuoso.
En consecuencia, existía cierto escepticismo en torno al grado de compromiso de Taylor, dado que jamás había pisado Irlanda del Norte con anterioridad a su convocatoria como jugador supernumerario para un encuentro sub-21 ante Suiza en abril de 1998.
“Al principio, como perdimos algunos partidos de manera desafortunada y nuestro rendimiento fue deficiente en otros, al no haber nacido ni crecido en el país, se pronunciaron desde la grada algunos comentarios desagradables.
“Hasta cierto punto lo comprendí, pero estaba decidido a corresponder a la confianza depositada mediante mi dedicación y disponibilidad absoluta cada vez que fuese convocado.
“No me malinterpreten, aquella situación no se extendió en el tiempo, y una vez que comencé a ganarme al público y todos percibieron mi firme determinación de triunfar, la actitud cambió radicalmente.”
