De Carrie Bradshaw a Camille de Lalisse, Miranda Priestly a Sylvie Grateau, Serena van der Woodsen a Audrey Hope, Effy Stonem a Maddy Perez, Daphne Bridgerton a Bella Baxter, y la lista continúa, el cine siempre a sido el espejo favorito de la moda. Desde los clásicos de culto hasta las series para ver sin parar, nuestras pantallas se han convertido en murales de inspiración que traducen personajes icónicos en estilos cotidianos. La línea entre el vestuario y el armario nunca ha sido tan delgada.
Cada pareja cuenta una historia diferente y cada personaje deja una huella en nuestros guardarropas. Si Carrie Bradshaw de Sex & The City escribía sobre Manolos y diseño vintage mientras caminaba por las calles de Manhattan, Camille de Lalisse de Emily in Paris lo representa con mezclilla y cuero de segunda mano en el centro de París, ambas encarnando la evolución de la elegancia urbana.
Miranda Priestly de The Devil Wears Prada, una vez definió el poder corporativo con siluetas estructuradas, abrigos a medida y accesorios de estatus. Décadas después, Sylvie Grateau lo hace suyo con un Saint Laurent imponente. Prueba de que la autoridad puede ser seductora.
Conocimos a Serena van der Woodsen de Gossip Girl en telas brillantes, minifaldas y un desorden ‘preppy’. Ahora, para Audrey Hope de el reinicio de Gossip Girl, el revival retro y el glamour y2k cobraron vida nuevamente.
Las capas grunge y las referencias a subculturas en la ropa con actitud de Effy Stonem de Skins prepararon el terreno para Maddy Perez de Euphoria. Glamour adolescente atrevido, látex, cortes, acentos metálicos y mezclas con ropa urbana. Un caos más brillante, pero cuidado.
Y finalmente, Daphne de Bridgerton y Bella Baxter de Poor Things, romance de la Regencia y futurismo avant-garde, donde las formas experimentales, telas etéreas y drapeados fuertes empujan los límites de la feminidad clásica.
Lo que una vez se sintió cinematográfico, ahora se siente vivido. Antes, el estilo servía al personaje, hoy el personaje sirve al estilo. Pero lo más importante de todo esto es como cada generación toma prestado, reinterpreta y superpone nuevos movimientos de la moda con nostalgia por lo viejo. Los antiguos personajes aspiracionales que formaban ideales ahora se han convertido en personas con las que nos identificamos y que los reescriben de manera hermosa. No solo se visten, se comunican a través de la vestimenta, y así es como la intención se convierte en identidad. La moda en pantalla una vez fue fantasía, ahora es realidad y, en algunos casos notables, un diario.
