La era digital está gradualmente tomando el control de nuestra memoria institucional en el cuidado de la salud. Cada año, la próxima generación de médicos entra en el campo laboral sin experiencia vivida de un sistema médico analógico basado en papel. He sido médico en ejercicio el tiempo suficiente para recordar los registros en papel, y he visto la transformación de los registros en papel a “papel electrónico” a innovaciones digitales que nunca habríamos imaginado en el siglo XX. La explosión y evolución de la tecnología para capturar e informar la esencia tanto de la condición del paciente como de la atención que brindamos ha ocurrido en mi vida profesional. Como testigo de esa revolución, he aprendido algunas cosas sobre la atención médica, especialmente sobre lo que los humanos que usan tecnología aún deben hacer, sin importar lo que hayamos sido capaces de hacer con la tecnología para nosotros.

Dando un paseo por el carril de los recuerdos, recuerdo bien la era de los expedientes en papel. Eran realmente solo carpetas con abrazaderas metálicas en la parte superior para asegurar todos los papeles que se guardaban dentro. Todos tenían pequeñas pegatinas de refuerzo en forma de rosquilla para colocar sobre los agujeros cuando el frágil papel se rasgaba. Era común mantener un resumen del paciente en el lado izquierdo de la carpeta, con notas de encuentros en orden cronológico en el lado derecho. Para la atención primaria, ese lado izquierdo era la fuente de verdad, meticulosamente curada para garantizar la precisión de la lista de problemas, la lista de medicamentos, los servicios de mantenimiento de la salud y otra información importante necesaria de un vistazo. El resumen del paciente era esencial para crear un contexto instantáneo del paciente, y era la piedra angular de la atención comprensiva y longitudinal. Escribíamos este resumen a lápiz para actualizarlo fácilmente, o usábamos “corrector” para hacer correcciones a las entradas escritas con tinta. Esto puede sonar ajeno a los médicos más jóvenes, pero mis colegas veteranos recordarán esta era pasada con nostalgia: podíamos hojear las notas de encuentro para buscar detalles cuando fuera necesario, pero el resumen de la izquierda era vital para una atención segura y de alta calidad al paciente. Era sagrado.

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Todos sabemos cómo evolucionó esta historia. A medida que los registros de salud electrónicos (EHR) comenzaron a permear la industria con la promesa de eficiencia y una información del paciente más confiable, los médicos se volvieron esclavos de sus computadoras, trabajando muchas horas después de que el último paciente del día se había ido. A pesar de sus muchos beneficios, los EHR se convirtieron en la antítesis de la eficiencia, costándoles a los médicos tanto ingresos como acceso, mientras que el precio de los EHR aumentaba los gastos generales, que las prácticas apenas podían costear. Aunque eran imperfectos, anhelábamos los días más simples de nuestros registros en papel.