La decisión de retirar más de $11 mil millones en fondos de salud pública, incluido el apoyo para programas de trastornos por uso de sustancias y salud mental, es un recordatorio contundente de lo frágil que sigue siendo la red de seguridad de nuestra nación. Con Medicaid también probablemente enfrentando recortes severos, la carga de cuidar a personas de alto riesgo y alto costo recaerá aún más en sistemas de atención ya sobrecargados.
Estos pacientes, que a menudo navegan condiciones de salud conductual y física concurrentes junto con factores de riesgo social, ya representan una parte desproporcionada del gasto en atención médica. Si queremos atenderlos de manera efectiva y equitativa, ya no podemos permitirnos una atención fragmentada o silos de datos. Más que nunca, el progreso significativo depende de la responsabilidad compartida, la colaboración entre sectores y un enfoque conectado a la atención que reconozca la complejidad como la regla, no la excepción.
Cuando la red de seguridad se deshace
A pesar de la urgencia, nuestros sistemas siguen construidos en torno a la atención episódica y datos compartimentados. A medida que el sistema de salud continúa su transición hacia la atención basada en el valor, los interesados deben dar el siguiente paso: crear modelos de atención que no solo estén alineados financieramente, sino también clínica y operativamente. Eso comienza con una visión más amplia de lo que cuenta como datos y un compromiso compartido para traducir esos datos en acción oportuna y centrada en el paciente.
Los datos siguen actuando como un lubricante en la coordinación de la atención, pero a menudo se definen de forma estrecha. Los feeds de Admisión, Alta y Transferencia (ADT) son útiles, pero son solo una pieza del rompecabezas para pacientes de alto riesgo y alto costo. Insumos de datos más completos, como datos de alta, indicadores de salud conductual, historial de recetas, estado de seguimiento, patrones de eventos de crisis y determinantes sociales, pueden ofrecer una comprensión más rica y precisa de las necesidades de un paciente y de la mejor manera de abordarlas. Sin este nivel de percepción, la intervención temprana se vuelve difícil y la atención sigue fragmentada.
Considere que las personas con necesidades subyacentes de salud conductual son un 350% – 700% más costosas de tratar que la población general. Los individuos de alto riesgo y alto costo pueden costar hasta 29 veces más que el paciente promedio. Mientras que el 50% de los diagnósticos de salud conductual ocurren en entornos ambulatorios, muchos de estos individuos pasan por el departamento de emergencias (ED) o la atención hospitalaria debido a la falta de alternativas apropiadas y coordinadas. Casi el 10-15% de las visitas al ED y hospitalarias enumeran la salud conductual como un diagnóstico primario o secundario.
Un plan más amplio para la atención compleja
Atender a poblaciones de alto costo y alto riesgo significa identificar el riesgo antes de que se intensifique. Significa tratar los datos en tiempo real no como una herramienta de rendimiento retrospectiva, sino como un catalizador para el compromiso proactivo. Eso podría incluir la aparición de eventos de crisis a través de las fronteras estatales, utilizar consultas de monitoreo de recetas para detectar superposición de medicamentos o desplegar navegadores de atención tan pronto como un paciente sea dado de alta o haya perdido una cita. Estos momentos críticos a menudo determinan si un paciente se recupera o vuelve a ingresar a un entorno de atención médica a un costo más alto.
Las mejores prácticas para involucrar a estas poblaciones incluyen:
– Integrar datos de salud conductual y primaria para apoyar la atención integral de la persona.
– Incorporar datos en tiempo real de múltiples sectores directamente en los flujos de trabajo del equipo de atención para respaldar una acción oportuna e informada.
– Capacitar a los navegadores para identificar y actuar en oportunidades de conexión tanto en el ED como en entornos ambulatorios.
– Centralizar la información en todo el continuo de atención, incluidas las referencias, transiciones, seguimiento y necesidades sociales.
Construir este tipo de modelo de atención conectada requiere un cambio de la independencia organizativa a la responsabilidad compartida. Eso significa que los planes de salud, los proveedores y las organizaciones comunitarias deben alinearse en torno a los mismos objetivos, utilizar las mismas perspectivas compartidas y actuar en nombre del mismo paciente de manera coordinada. Esta defensa del paciente es especialmente importante para poblaciones de salud conductual difíciles de alcanzar que a menudo se mueven entre sistemas clínicos, sociales y de crisis.
Diseñar la atención en torno a la complejidad, no a la conveniencia
Para lograr un progreso real, el sistema debe dejar de tratar la salud conductual y las necesidades de atención complejas como casos atípicos y comenzar a diseñar en torno a ellos.
Eso significa:
– Hacer de la navegación de atención una parte permanente de la infraestructura basada en el valor.
– Utilizar medidas de HEDIS de salud conductual como FUH (Seguimiento después de la hospitalización por enfermedad mental), FUA (Seguimiento después de la visita al ED por consumo de alcohol u otras drogas) y FUM (Seguimiento después de la visita al ED por enfermedad mental) como indicadores clave de desempeño.
– Priorizar métricas de participación junto con las clínicas para rastrear si el sistema está alcanzando a las personas donde están.
La atención conectada no es solo un modelo; es una mentalidad. Esto enfatiza la necesidad de cambios rápidos en la infraestructura ahora, que no solo respondan a crisis sino que también ayuden a prevenirlas.
A medida que el panorama de la red de seguridad cambia y la incertidumbre de financiamiento crece, el camino a seguir es claro. Al invertir en una atención altamente coordinada e informada por datos y alinear a los planes de salud, los proveedores y las comunidades en torno a objetivos compartidos, podemos construir un sistema que llegue a individuos con necesidades de atención complejas, respalde iniciativas de salud integral y fortalezca la atención en general. Este momento exige una acción audaz, pero también ofrece una oportunidad única para diseñar un sistema que finalmente funcione para todos.
Foto: Nataliia Nesterenko, Getty Images
Vatsala Kapur tiene más de dos décadas de experiencia en política de salud y salud pública. La mayor parte de su carrera se ha centrado en iniciativas de reforma del sistema de prestación de atención médica y de pago a nivel estatal y federal, donde ha trabajado como asesora de políticas y consultora. Actualmente, Kapur es la vicepresidenta senior de asuntos externos y alianzas en Bamboo Health. Antes de Bamboo Health, Kapur ocupó diversos cargos en organizaciones como el Centro de Innovación de Medicare y Medicaid y en la oficina del gobernador anterior de Colorado, John Hickenlooper.
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