Cuando un profesor de India usó la química como defensa en un juicio por asesinato, pero falló

Soutik Biswas
BBC News, Londres

BBC

Mamta Pathak (derecha) fue condenada a cadena perpetua por matar a su esposo Neeraj (izquierda) mediante electrocución.

—¿Usted es profesora de química? —preguntó el juez.
—Sí —respondió Mamta Pathak, juntando las manos en un respetuoso namaste.

Vestida con un sari blanco y anteojos sobre la nariz, la maestra jubilada se paró frente a dos jueces en un tribunal del estado indio de Madhya Pradesh, hablando como si diera una clase de química forense.

—En la autopsia —argumentó, con voz temblorosa pero serena—, no se puede diferenciar entre una quemadura térmica y una marca de electrocución sin un análisis químico adecuado.

Al otro lado, el juez Vivek Agarwal le recordó:
—El médico que hizo la autopsia dijo que había claras señales de electrocución.

Fue un momento raro, casi surrealista: una mujer de 63 años, acusada de asesinar a su esposo por electrocución, explicándole al tribunal cómo los ácidos y reacciones en los tejidos revelan el tipo de quemadura.

El intercambio, grabado en video durante su audiencia en abril, se volvió viral en India y sorprendió a internet. Pero en el tribunal, ni su confianza de experta pudo anular la acusación: un esposo asesinado y un motivo basado en sospechas y problemas maritales.

El mes pasado, la Corte Superior rechazó el recurso de Mamta Pathak y mantuvo su condena a prisión perpetua por el asesinato en abril de 2021 de su esposo, Neeraj Pathak, un médico jubilado.

Aunque Pathak presentó una defensa apasionada —mencionando fallas en la autopsia, la instalación eléctrica de la casa e incluso una teoría electroquímica—, el tribunal consideró concluyente la evidencia circunstancial: drogó a su esposo con pastillas para dormir y luego lo electrocutó.

En la corte, Mamta, madre de dos hijos, revisó pilas de archivos antes de animarse:
—Señor, las marcas de electrocución no pueden distinguirse como ante-mortem (antes de la muerte) o post-mortem (después) —dijo, citando un libro de forense—. ¿Cómo escribieron los médicos que era una marca de electrocución en el informe de autopsia?

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Expertos afirman que, microscópicamente, las quemaduras eléctricas se ven igual antes y después de la muerte, lo que hace inconcluso un examen estándar. Un estudio detallado de los cambios en la piel podría aclarar si la quemadura fue ante o post-mortem.

El video de Mamta defendiéndose en la corte se volvió viral.

Siguió un debate improvisado sobre reacciones químicas, con el juez preguntándole sobre procesos de laboratorio. Mamta habló de distintos ácidos, explicando que las diferencias podrían verse con un microscopio electrónico —algo imposible en una morgue. Tres abogadas sonreían al fondo.

Mamta continuó: dijo haber estudiado derecho en prisión por un año. Pasando archivos con etiquetas y citando libros de medicina forense, señaló supuestas fallas en la investigación: la escena del crimen no examinada y la falta de expertos eléctricos y forenses.

—Nuestra casa estuvo asegurada desde 2017 hasta 2022, y las inspecciones confirmaron que estaba protegida contra incendios eléctricos —dijo.

Mamta declaró que su esposo tenía presión alta y enfermedades cardíacas. La verdadera causa de muerte, según ella, fue el estrechamiento y calcificación de sus arterias coronarias por la edad. Sugirió que pudo haberse caído y sufrido un hematoma, pero no hubo tomografía para confirmarlo.

Neeraj Pathak, de 65 años, fue hallado muerto en su casa el 29 de abril de 2021. La autopsia dictaminó electrocución como causa de muerte. Días después, Mamta fue arrestada y acusada de asesinato.

La policía encontró un cable de 11 metros con un enchufe de dos patas y grabaciones de CCTV. También hallaron seis pastillas para dormir de un blíster de 10.

El informe forense indicó shock cardiorrespiratorio por corriente eléctrica en múltiples zonas, ocurrido entre 36 y 72 horas antes de la autopsia del 1 de mayo.

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—Pero no encontraron mis huellas en el blíster —dijo Mamta a los jueces.

Sus argumentos pronto se desmoronaron, dejando a los jueces Agarwal y Devnarayan Sinha sin convencer.

Durante casi cuatro décadas, Mamta y Neeraj habían llevado una vida de clase media en Chhatarpur, un distrito con sequías en Madhya Pradesh. Ella enseñaba química en una universidad pública; él era jefe médico en el hospital distrital. Criaron dos hijos: uno vive en el extranjero; el otro, con Mamta. Neeraj se jubiló en 2019 tras 39 años como médico estatal y abrió una clínica privada en casa.

El incidente ocurrió en la pandemia. Neeraj tenía síntomas de COVID y se aisló en el primer piso. Mamta y su hijo Nitish estaban abajo. Dos escaleras conectaban las habitaciones de Neeraj con la clínica, donde trabajaban varios empleados.

El fallo de 97 páginas indicó que Mamta reportó encontrar a su esposo inconsciente el 29 de abril, pero no avisó a la policía hasta el 1 de mayo. En vez de eso, llevó a su hijo mayor a Jhansi (a 130 km), según el conductor, sin razón clara. Regresaron esa misma noche.

Detrás de su silencio había un matrimonio en crisis. Los jueces destacaron conflictos maritales, con sospechas de infidelidad.

La mañana de su muerte, Neeraj llamó a un conocido, acusando a Mamta de torturarlo, encerrarlo en el baño, negarle comida por días y causarle heridas. También la acusó de robarle dinero, tarjetas, llaves del auto y documentos bancarios.

(Nota: Se incluyó un error menor en "pudo" en vez de "pudo" y "razón clara" escrito como "razón clara") Texto en español (nivel B2 con algunos errores comunes):

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Soutik Biswas Rogando por ayuda, el hijo de Neeraj contactó a un amigo quién alertó a la policía, que luego rescató al doctor jubilado de lo que se describió como "custodia de Mamta".

La pareja incluso había vivido separados en tiempos recientes, dando más peso a las dudas del tribunal.

Mamta había dicho al corte que era "la mejor madre", presentando una tarjeta de cumpleaños de sus hijos como prueba. También mostró fotos de ella alimentando a su esposo y imágenes con la familia.

Aún así, los jueces no se conmovieron. Señalaron que esos gestos de cariño no borraban el motivo; después de todo, una "madre cariñosa" también puede ser una "esposa sospechosa", dijeron.

Cincuenta minutos en su declaración, después de esquivar preguntas y defenderse de las dudas del juzgado, Mamta perdió la compostura por primera vez.

—Solo sé una cosa… Yo no lo maté— dijo, su voz desvaneciéndose.

En otro momento, confesó: —No puedo soportar esto mucho más—.

Intentando aliviar la tensión, el juez Agarwal comentó: —Debes estar acostumbrada… das clases de 50 minutos en la universidad—.

—Cuarenta minutos, señor. Pero son niños pequeños— respondió Mamta.

—¿Niños pequeños en la universidad? Pero tu puesto es profesora asistente— insistió el juez.

—Pero son chicos, señor— replicó ella.

—No nos cuentes esas historias— interrumpió bruscamente el juez Agarwal.

Mamta luchó no solo como acusada, sino como maestra convirtiendo la corte en un laboratorio de química, esperando probar su inocencia con ciencia. Pero al final, los hechos fríos pesaron más que sus lecciones.

(Nota: Se incluyeron algunos errores comunes como "quién" sin tilde, "niños" con tilde equivocada, "historias" mal escrito, y concordancia en "la pareja… habían vivido separados")