La denominada Reconquista ha llevado a muchos a pensar que los españoles recuperaron y unificaron su país tras ochocientos años de dominio musulmán. Sin embargo, la historia de ‘España’ como nación es considerablemente más compleja de lo que esta noción sugiere.
Se estima que el Homo Sapiens ha habitado la Península Ibérica durante los últimos 35.000 años.
A medida que migraban hacia el norte a través de este territorio montañoso a lo largo de milenios, se fueron conformando diversas tribus, al tiempo que civilizaciones procedentes de otras partes del mundo antiguo también establecieron asentamientos.
Íberos, celtas, fenicios, los antiguos vascos y griegos integraron el crisol demográfico de Hispania, la cual hacia el 200 a.C. pasó a estar bajo el dominio de Roma.
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Posteriormente, llegó la tribu germánica de los visigodos, que gobernó desde el siglo V hasta el VIII d.C. En el año 711 comenzó la conquista por parte de los musulmanes del norte de África, dando paso a ocho siglos de presencia islámica en casi la totalidad del territorio.
Según la mayoría de los manuales de historia, la Reconquista se inició poco después, en el 718, cuando el mítico líder astur Don Pelayo venció a los musulmanes en la Batalla de Covadonga.
Y así, cuenta la leyenda que, lenta pero inexorablemente a lo largo de ochocientos años, el pueblo ‘originario’ de España recuperó sus tierras, culminando en 1492 con la derrota del Emirato de Granada y la unión de los reinos de los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, para crear una nación cristiana y libre.
El consenso general, por tanto, sitúa en 1492 –año que figura prominentemente en los libros de historia de todo el mundo debido al ‘descubrimiento’ de América por Colón (cuya expedición, casualmente, fue financiada por los nuevos reyes)– el nacimiento del Reino de España, de España como país.
No obstante, en los últimos años, historiadores e hispanistas suelen discrepar sobre cuándo se produjo el oficial ‘nacimiento de la nación’, y muchos sostienen que el propio término ‘Reconquista’ es en sí mismo una falacia.
La majestuosa fortaleza de la Alhambra en Granada, vestigio de ocho siglos de dominio musulmán. ¿Acaso España no era España bajo control musulman? Foto: Julio GM/Pexels
Después de todo, ¿eran aún los visigodos quienes reclamaban España ochocientos años después de Covadonga? ¿Acaso los ocho siglos de la España musulmana, conocida por su ilustración y prosperidad, no cuentan en la construcción nacional? ¿Y qué hay de Hispania, como denominaron los romanos a la Península Ibérica durante sus siete siglos de gobierno?
El historiador español Javier Peña sostiene que el término Reconquista “nunca se utilizó durante la Edad Media ni en la época moderna, solo a partir del siglo XIX”.
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“Dicha palabra fue acuñada por los románticos y los liberales, que identificaban la noción de Reconquista con la recuperación de la unidad nacional, la idea de nación, la idea de patria, que es el núcleo del nuevo modelo de Estado español que se gestaba en el siglo XIX”.
Los políticos españoles contemporáneos, en busca del ‘voto patriótico’, aún recurren a la carta de la Reconquista, como Santiago Abascal, líder del partido de ultraderecha Vox, quien durante su visita a Covadonga en la campaña de 2019 declaró que “Don Pelayo era un tío con mucho huevo”.
Simpatizantes sostienen pancartas mientras el líder de Vox, Santiago Abascal (C), pronuncia un discurso frente al monumento al rey Pelayo en Covadonga. (Foto por MIGUEL RIOPA / AFP)
En su libro “La Invención de España”, el historiador británico Henry Kamen cuestiona la propia existencia de la Reconquista al afirmar que “ninguna campaña militar en la historia de la humanidad ha durado tanto”, ochocientos años.
“Fernando e Isabel no reiniciaron un proceso que había sido interrumpido; embarcaron en uno diferente”, declaró a El País acerca de la naturaleza desestructurada de la supuesta reconquista de España.
Para Kamen, la Reconquista ayudó a inventar una nación “mientras se intentaba asimilar mil años de diversidad y contradicción”.
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Otra corriente de pensamiento historiográfica reciente sitúa el nacimiento de la España moderna varios siglos después, en 1812, cuando la Constitución Española incluyó el término “nación española”.
Otros fijan la fecha en 1556, cuando Carlos I abdicó en favor de Felipe II, separando el Imperio Romano Germánico de la monarquía hispánica.
Y otra teoría más arguye que fue el primer rey Borbón, Felipe V, quien verdaderamente creó una nación española al ascender al trono en 1700, gracias a sus ideales de monarquía absoluta y, con ello, un Estado unido y centralizado.
Evidentemente, no existe evidencia empírica que pueda confirmar cuándo España se convirtió oficialmente en un país. ¿No podría decirse lo mismo de muchas otras naciones con historias complejas?
Cuadro que representa a Boabdil, el último rey nazarí de Granada, rindiéndose y entregando las llaves de la ciudad a los Reyes Católicos. Obra: Francisco Pradilla y Ortiz (1882)
En lo que un número creciente de historiadores contemporáneos sí tiende a coincidir es en que el término Reconquista responde a una visión imperialista y simplificada de la historia que convierte a 1492 en una fecha fácil para marcar la creación de España.
Fue el año en que el catolicismo ‘derrotó’ finalmente al islam, el año en que judíos y musulmanes fueron expulsados, el año en que dos grandes reinos ibéricos unieron sus fuerzas y, no menos importante, el año en que España ayudó a descubrir el ‘Nuevo Mundo’, asegurando su lugar predominante en el escenario mundial durante siglos.
Los conquistados se habían convertido en conquistadores, así que ¿acaso es de extrañar que los políticos e historiadores de principios del XIX, una época en que el Imperio Español perdía sus colonias americanas tras prolongadas guerras de independencia, quisieran enfatizar aquella antigua gloria?
Quizás no, pero esta visión no logra recoger las ricas y diversas influencias de otras civilizaciones que han forjado a España, una nación de naciones hasta el día de hoy.
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