En el tranquilo campo del norte de Francia, donde los silbatos de las fábricas marcaban antes el ritmo de la vida cotidiana, The Marching Band es como una hermosa canción que no sabias que necesitabas. Dirigida por Emmanuel Courcol, la película cuenta la historia de Thibaut, un famoso director de orquesta interpretado por Benjamin Lavernhe. Thibaut enfrenta problemas de salud y descubre un secreto familiar. Al mismo tiempo, aparece su hermano perdido hace mucho tiempo, un rudo obrero de fábrica y trombonista en una pequeña banda local. El hermano, que interpreta el carismático Pierre Lottin, comienza siendo alguien que Thibaut ve por necesidad, pero su relación crece hasta convertirse en un dueto sincero. Todo esto ocurre en un pueblo que lucha contra la decadencia económica.
Desde el principio, con las hermosas cuerdas de Mozart hasta los sonidos fuertes y alegres de la banda local, la música no es solo ruido de fondo aquí; es el corazón de la historia. Courcol mezcla con habilidad la música clásica y precisa con la energía desordenada y emotiva de los ensayos de la banda comunitaria. Los actores no solo fingen tocar, sino que realmente tocan sus instrumentos, añadiendo una autenticidad que es rara de ver. A veces Thibaut esboza música en el piano con lápiz y papel, mostrando el arte atemporal de componer; otras veces, los hermanos cantan juntos “Emmenez-moi” de Charles Aznavour, conectando sus mundos a través de la nostalgia. Nos recuerda que la música, en todas sus formas, puede unir a las personas y convertir extraños en familia.
El Thibaut de Lavernhe es impresionante: un hombre que parece calmado y elegante por fuera, pero que poco a poco abre su pasado y sentimientos. Lottin, como su hermano, es fuerte y real: su rudeza y amabilidad se equilibran perfectamente. Pero The Marching Band no trata solo de historias personales; también captura el panorama general, mostrando cómo la Francia rural cambia y lucha. La amenaza del cierre de la fábrica es como una nota de bajo profunda, que simboliza empleos perdidos y sueños rotos. Courcol equilibra este tema serio con humor: las cenas familiares incómodas y los choques entre los hermanos te hacen reír incluso cuando la situación se vuelve emotiva. Es una película que muestra que incluso en tiempos difíciles, hay espacio para la alegría y la unión.
The Marching Band es más que una película: es una llamada sincera a recordar lo que realmente importa: el arte, la familia y la comunidad. Con una puntuación de 7.4 en IMDb y en aumento, está destinada a convertirse en una de esas joyas ocultas que definen el año. Al final, no se trata solo de música; se trata de encontrar tu lugar en el gran y hermoso coro de la vida.
