Crítica: El Caos del Amor Moderno en ‘Splitsville’

Splitsville, de Michael Angelo Covino, es una joya cómica que toma el ya conocido género de la comedia romántica y le da la vuelta para convertirla en una exploración caótica de las relaciones abiertas. Dirigida por Covino y coescrita con su colaborador de siempre, Kyle Marvin, esta secuela de su película independiente de 2019, The Climb, demuestra su talento para el humor inteligente. Protagonizada por Covino, Marvin, Dakota Johnson y Adria Arjona, la película se sumerge de lleno en las complejidades del amor moderno con una sensibilidad de comedia enredosa. Desde su escena inicial—un viaje en coche desastroso y divertidísimo que marca el tono para el caos que viene—Splitsville se establece como una comedia valiente y sin complejos que se atreve a disfrutar de la incomodidad del amor que se desvía.

La historia comienza con Carey (Marvin) y Ashley (Arjona), una pareja casada desde hace poco más de un año, cuyo viaje por carretera aparentemente feliz da un giro oscuro tras presenciar un accidente fatal. Este momento lleva a Ashley a pedir abruptamente el divorcio, citando su deseo de exploración sexual. Desconcertado, Carey viaja hasta la casa en los Hamptons de su mejor amigo Paul (Covino) y de la esposa de este, Julie (Johnson), quienes revelan que su matrimonio abierto es el secreto de su felicidad. Lo que sigue es una cascada de malentendidos, traiciones y cambios de pareja que se adentra en un territorio gloriosamente absurdo.

El reparto conjunto es un gran punto fuerte, con cada actor aportando una energía distinta a la enredada comedia amorosa. El Carey de Kyle Marvin es un "perdedor" adorable, cuyo torpe encubre una lucha más profunda con su autoestima. Dakota Johnson brilla como Julie, con su ingenio seco y su presencia luminosa que aportan algo de cordura al caos. Sin embargo, la Ashley de Adria Arjona se roba el espectáculo con su interpretación de una mujer que abraza su libertad, solo para encontrarse con que sus exs se quedan como invitados no deseados.

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El humor de la película es un punto álto constante, combinando diálogos agudos con gags visuales que funcionan con precisión. Desde un montaje de los amantes de Ashley acumulándose en el apartamento de Carey, hasta el cameo divertidísimo de Nicholas Braun como mentalista en una fiesta de cumpleaños infantil, Splitsville mantiene las risas a un ritmo rápido. El guion, coescrito por Covino y Marvin, se inspira en las comedias enredosas de los años 30 y las comedias románticas para adultos de los 70, pero actualiza la fórmula con una mirada moderna sobre el poliamor.

Splitsville es un viaje tremendamente entretenido que no pretende tener todas las respuestas sobre el amor, el sexo o la fidelidad. Se conforma con disfrutar del lío, ofreciendo una comedia que es divertidísima. Aunque quizá no alcanza la profundidad emocional de The Climb, consolida a Covino y Marvin como un dúo cómico a seguir, con un don para encontrar el humor en la condición humana.

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