Crítica de ‘Sunset Boulevard’: Hollywood jamás lució tan glorioso ni tan trágico

La película de Billy Wilder, protagonizada por Gloria Swanson como una antigua estrella del cine mudo recluida y William Holden como un joven aspirante a escritor que se convierte en su amante mantenido, hoy más que nunca parece no sólo una sátira de Hollywood o un *noir* de Los Ángeles, sino una historia de fantasmas. Es la película definitiva sobre cómo el guionista siempre sale perdiendo y es el tonto útil. Se nota que Norma Desmond (Swanson) está acabada porque hasta ha escrito un guion –lo cual, sin embargo, es más de lo que Joe (Holden) logra jamás durante el filme.

El guion de *Sunset Boulevard*, escrito por Wilder junto a Charles Brackett y D.M. Marshman Jr., es por supuesto excelente. Y después de 75 años, podemos apreciar el juicio sobrio de la película sobre los peligros de la cinéfilia y la adoración a los antepasados de Hollywood. El nombre de la calle en sí, con su caída decadente, es un presagio oculto de las cosas extrañas y macabras que aquí suceden. *Mulholland Drive* de David Lynch transmitía la misma inquietud. El nombre de la calle habla del final definitivo, y esta es una de las pocas películas de cualquier tipo con un desenlace realmente satisfactorio: la forma en que la anciana celebridad delirante, con los ojos desorbitados, es finalmente inducida a bajar plácidamente las escaleras para rendirse a las autoridades. Al final, hace una mueca directamente a la lente, muy similar a Anthony Perkins en *Psicosis* –una película que, por cierto, estuvo muy influenciada por esta.

Holden, con desaliño, interpreta a Joe Gillis, un antiguo recadero del *Dayton Evening Post* en su ciudad natal de Ohio, que ha llegado a Los Ángeles para triunfar en el cine, pero ninguno de sus guiones se vende ya. Perseguido por unos cobradores que quieren recuperar su coche, revienta una rueda (una acrobacia impresionante) y se mete desesperado en una vieja casa espeluznante en Sunset, propiedad de Norma, quien cree que es el veterinario funerario que va a enterrar a su chimpancé difunto. Un extraño sonido musical de lamento resulta no ser parte de la banda sonora, sino el viento silbando en los tubos de un órgano en un rincón del polvoriento y ornamentado salón de Norma, un ingenioso chiste “diegético”.

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Tras aclarar la confusión y descubrir su profesión, la Srta. Desmond piensa que este joven sabelotodo podría ser justo el hombre para pulir su épico guion escrito a mano para una película sobre Salomé, en la que ella misma protagonizaría, y pronto Joe, sin un centavo, se queda en su casa, con ropa, pitilleras de oro y relojes comprados por ella mientras planea su regreso (odia la palabra “regreso”). Pero Joe se encuentra trabajando en el guion de otra mujer: el de la asistente de producción Betty Schaefer (Nancy Olson), que tiene una idea genuinamente buena. Se están enamorando el uno del otro… para la considerable desazón de Norma.

Veintiséis años después, de hecho, Swanson se casaría en la vida real con su último marido: un escritor fantasma y ex periodista. Su actuación hilarante como Norma es enloquecida, intensa pero nunca completamente absurda, y también muy sensual e ingeniosa. La película deja bastante claro que ella y Joe mantienen relaciones, y que la experiencia es una educación sentimental para Joe, quien florece y madura a pesar de sí mismo bajo la tutela de Norma.

Swanson, una veterana de la era silente, sugiere con genialidad a una intérprete que aprendió los gestos extravagantes del cine primitivo en una edad impresionable y nunca pudo desaprenderlos; la máscara de kabuki del cine mudo se ha grabado en el rostro de Norma. Swanson ejecuta las muchas frases espectaculares de la película con absoluta aplomo (“Yo soy grande; son las películas las que se han hecho pequeñas”; “¡No necesitábamos diálogo, teníamos rostros!”) y también hace una muy buena imitación de Charlie Chaplin.

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*Sunset Boulevard* es una película autorreferencial sobre Hollywood, con cameos como ellos mismos de Cecil B. DeMille, Buster Keaton y la columnista de cotilleos Hedda Hopper. Y esta es la esencia de su terrible advertencia. Por supuesto, los profesionales del cine deben conocer e inspirarse en el glorioso pasado de Hollywood –pero no deben, como Joe con Norma, quedar cautivos de él. El estilo y los gestos del cine mudo no eran así porque la gente quisiera que fueran pintorescos y curiosos. Las películas mudas eran innovadoras y nuevas de un modo emocionante, un salto asombroso desde el vodevil y el nickelodeon. El cine fue y es pura innovación.

Finalmente, Norma se encuentra en los estudios Paramount con la impresión de que DeMille realmente quiere hacer su guion tan extraño, donde aparta con irritación un micrófono que se acerca demasiado a su rostro –ese irritante artilugio del cine sonoro. Quizás la tragedia no dicha de *Sunset Boulevard* es que nadie después de esta película tuvo la inteligencia de aprovechar el estilo intacto y el talento cómico de Swanson. Ella realmente había hecho la transición al cine sonoro, pero sólo apareció en tres películas más después de esta. Esta fue su obra maestra.

*Sunset Boulevard* estará en cines del Reino Unido desde el 5 de diciembre, y ya está en cines australianos.