Crítica de “¿En Nombre de Quién?”: El descenso de Kanye, un espectáculo sombrío y fascinante | Cine documental

‘¿En qué estaba pensando Kanye West?’ ha sido una pregunta constante desde que el rapero y productor ganador de un Grammy comenzó su espectacular descenso hacia el nihilismo de derecha hace más de una década. “In Whose Name?”, una visión de cinéma vérité del atormentado genio musical (que ahora se hace llamar solo Ye), ofrece a los fans y a los observadores de hace tiempo un nuevo artefacto para examinar en busca de respuestas, y una razón para sentirse decepcionados una vez más.

Eso no es una crítica a la obra de 104 minutos, un resultado de más de 3,000 horas de metraje – parte nunca antes visto, parte una perspectiva inversa de los escándalos virales y diatribas que marcaron la caída dramática de Ye. El director Nico Ballesteros – quien empezó a filmar en 2018, a los 18 años, sin nada que lo recomendara (su trabajo como asistente de dirección en un video de Jesus Is King vino después) – tuvo acceso total a Ye y tomó la distintiva desición de no añadir comentarios de expertos para dar contexto. Mayormente, enciende la cámara, mantiene un enfoque cerrado en su sujeto y deja que el resto entre y salga del cuadro.

Este enfoque laissez-faire, que se beneficia de tener a un sabio artístico al otro lado del lente, parece deberse menos a la inexperiencia relativa de Ballesteros que al hecho de que Ye simplemente no tolera nada que cuestione su visión del mundo tan segura; esto aun cuando Ye confirma, en cámara y sin rastro de ironía, lo que muchos sospechaban hace años: que dejó de tomar su medicación. (De hecho, él ve el documental como un ejercicio de bienestar mental que algún día podría ser un consuelo para las masas o, si no, proyectarse en su funeral.) En una escena junto a Ballesteros, Ye confiesa tener trastorno bipolar mientras lleva maquillaje de cara de gato para el video de Fade – un momento desconcertante de autoconciencia.

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Mientras otra persona arrogante no acepta un no por respuesta, Ye literalmente no puede escuchar la palabra sin tener una rabieta explosiva o percibir incluso la más mínima diferencia de opinión como parte de un esfuerzo siniestro para controlar su mente. “Preferiría estar muerto que medicado”, le dice furioso a Kris Jenner. En el documental, lo vemos usar su salud mental como un arma para liberarse de una cartera de negocios de miles de millones que, no obstante, él ve como explotadora.

Esta necesidad visceral de siempre tener la razón ayuda mucho a explicar por qué muchas figuras públicas en el entorno de Ye dudaron inicialmente en contradecir sus diatribas antisemitas y de supremacía blanca. Swizz Beatz es el colega excepcional que realmente confronta a Ye sobre su polémico apoyo al movimiento Maga y el daño que amenaza a las mismas comunidades que apoyaron su ascenso a la cima de las listas. (Por otro lado, está Chris Rock comparando la decisión de Ye de usar una gorra de Maga en SNL con Sinéad O’Connor rompiendo una foto del papa). Ballesteros fue una mosca en la pared para la presentación de Ye en SNL en 2018, donde Ye se lanzó en una diatriba al final del programa sobre el uso de talento negro para ridiculizar a lumbreras negras; el ataque fue especialmente personal para el guionista jefe Michael Che – quien, muestra el doc, se reunió con Ye antes del show para establecer límites en los chistes, solo para que el rapero comenzara una diatriba sobre la esclavitud. “Eres un héroe para nosotros, pero lo que hiciste estuvo jodido”, dice Che antes de que la productora de SNL Lindsay Shookus lo interrumpa. (“Esto no es bueno para nosotros”, dice).

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La esclavitud es un tema persistente en las diatribas de Ye. Él la ve en el centro de cada relación corporativa, sin importar cuán bien sea compensado el esclavo en cuestión. Le dice a Kim Kardashian que E Network, el antiguo hogar de su programa de televisión de larga duración, es su “barco de esclavos”. (Es una de varias escenas alarmantes entre la pareja casada que sentaron las bases para su eventual divorcio). Ye es tan persistente en etiquetar a todos los que encuentra como marionetas capitalistas que apenas puede apreciar el grado en que la ultraderecha lo ha convertido en su mascota personal. “La cultura siempre estará arriba de la política”, le dice Candace Owens a Ye durante una visita a su sede en Calabasas con Charlie Kirk. “Quien pueda controlar la cultura puede controlar la política”.

Cuanto más avanzaba el documental de Ballesteros, más me encontraba recordando su comienzo: con Ye de gira con Lady Gaga como parte del lanzamiento de Graduation, justo antes de que su momento con Taylor Swift en los MTV Video Music Awards preparara el escenario para su arco de villano. Fue un recordatorio refrescante de quién fue Ye alguna vez: una estrella de pop totalmente inverosímil cuya música trascendente habló a una generación de luchadores pobres y de clase media. Y aunque “In Whose Name?”, la más convincente de las autopsias de la carrera de Ye con diferencia, ofrece una imagen más completa de dónde y cómo todo salió tan mal, no te hace sentir menos frustrado con las pocas respuestas nuevas que logra obtener.

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