La Unión Europea ha dado luz verde a las nuevas normativas Euro 7, que endurecerán significativamente los límites de emisiones para todos los vehículos que circulen en territorio de la UE a partir del 29 de noviembre de 2026. Este marco regulatorio actualizado va más allá de las emisiones tradicionales por escape, ampliando su alcance para incluir —por primera vez— las partículas procedentes del desgaste de frenos y neumáticos, a la vez que establece requisitos más estrictos para la longevidad de las baterías en los vehículos eléctricos e híbridos.
Las nuevas regulaciones unifican los estándares para todo tipo de vehículos, desde turismos y furgonetas hasta vehículos pesados como camiones y autobuses. Entre las innovaciones clave, la Euro 7 introduce el control del óxido nitroso (N₂O), un potente gas de efecto invernadero que antes no estaba regulado. Además, las inspecciones técnicas (ITV) serán notablemente más rigurosas, ya que los vehículos deberán superar las pruebas en condiciones reales de conducción y no solo en entornos de laboratorio, como era la norma en regulaciones anteriores.
Esta medida afectará a todos los segmentos del mercado automovilístico. Los fabricantes necesitarán realizar adaptaciones técnicas significativas para cumplir con estos nuevos requisitos, incluyendo mejoras en los motores de combustión, los sistemas de frenado, la composición de los neumáticos y los componentes eléctricos. La normativa también introduce pruebas de ciclo de vida más prolongadas, obligando a los vehículos a mantener sus bajos niveles de emisiones durante más kilómetros y años. Para los vehículos pesados, la implementación será gradual, con plazos que se extienden hasta 2028-2029.
Qué cambia con las nuevas normativas Euro 7
Euro 7 representa un salto cualitativo respecto a las regulaciones precedentes. Mientras que Euro 6 se centraba principalmente en las emisiones por escape, el nuevo marco adopta un enfoque más holístico sobre la contaminación vehicular. Un aspecto revolucionario es la inclusión de partículas no procedentes del escape, como las generadas por el desgaste de frenos y neumáticos, que constituyen una fuente signficativa de microplásticos y partículas metálicas en entornos urbanos.
Los vehículos eléctricos, antes exentos de muchas normativas de emisiones por carecer de tubo de escape, también se enfrentarán a controles. Se comprobarán las emisiones de partículas de sus sistemas de frenos y neumáticos, así como la durabilidad a largo plazo de sus baterías. Esto obligará a los fabricantes a diseñar sistemas de almacenamiento de energía más eficientes y duraderos, que garanticen al menos un 80% de su capacidad original tras varios años de uso.
Para los consumidores, estos cambios supondrán vehículos más limpios, pero potencialmente más caros a corto plazo. Los expertos del sector estiman que los precios de los vehículos nuevos podrían incrementarse entre 250 y 850 euros por unidad, en función del tipo de vehículo y de la tecnología incorporada para cumplir la normativa.
Calendario de implementación y periodo transitorio
La implementación de Euro 7 seguirá un calendario escalonado. A partir del 29 de noviembre de 2026, todos los nuevos modelos de turismos y furgonetas deberán cumplir la normativa para ser homologados y comercializados en el mercado europeo. Para los vehículos ya en el mercado, habrá un periodo de gracia adicional de 12 meses, hasta noviembre de 2027.
Para los vehículos pesados, los nuevos modelos deberán adaptarse a partir de noviembre de 2027, mientras que los vehículos existentes dispondrán de plazo hasta noviembre de 2028 o incluso 2029, según su categoría y peso. Esta aplicación progresiva pretende dar tiempo a los fabricantes para adaptar sus líneas de producción y desarrollar las tecnologías necesarias.
La Comisión Europea ha subrayado que estas normativas son compatibles con la prohibición de venta de nuevos vehículos de combustión a partir de 2035, otra medida clave en la estrategia europea de descarbonización del transporte. De hecho, Euro 7 se considera un paso intermedio fundamental para reducir las emisiones contaminantes durante el periodo de transición hacia la movilidad completamente eléctrica.
Impacto en la industria automovilística española
España, como cuarto productor de vehículos de Europa, se enfrenta a retos importantes con estas nuevas normativas. Las plantas de fabricación españolas, que producen cerca de 2,5 millones de vehículos anuales, necesitarán realizar inversiones sustanciales para adaptar sus líneas de producción. La industria auxiliar también deberá evolucionar para suministrar componentes que cumplan los nuevos estándares.
Según la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (ANFAC), la adaptación a Euro 7 supondrá inversiones de varios miles de millones de euros para el sector en España. No obstante, también representa una oportunidad para consolidar el liderazgo tecnológico de la industria española y posicionarse como referente en la fabricación de vehículos de bajas emisiones.
El Gobierno de España ya ha anunciado un plan de apoyo al sector, con ayudas específicas en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, para facilitar esta transición tecnológica y mantener la competitividad internacional de la industria nacional.
Cómo afectará Euro 7 a los conductores
Para los propietarios de vehículos, las nuevas normativas tendrán varias implicaciones prácticas. En primer lugar, las inspecciones técnicas serán más rigurosas, incorporando nuevos parámetros de control relacionados con las emisiones de partículas de frenos y neumáticos, así como pruebas en condiciones reales de conducción.
Los vehículos fabricados antes de la entrada en vigor de Euro 7 no estarán obligados a cumplir la nueva normativa, pero sí deberán mantener los estándares de emisiones con los que fueron homologados. Esto significa que podrán seguir circulando con normalidad, aunque es probable que las restricciones de acceso a los centros urbanos se endurezcan progresivamente para los vehículos más antiguos y contaminantes.
A largo plazo, sin embargo, los conductores se beneficiarán de vehículos más limpios y eficientes, con sistemas de propulsión más avanzados y menor impacto ambiental. Además, la reducción de emisiones contaminantes tendrá efectos positivos directos en la calidad del aire, especialmente en entornos urbanos, lo que se traducirá en mejoras para la salud pública.
