Compromiso de España con la salud mental: Falta firmeza en su aplicación

Hace casi dos mil años, el poeta romano Juvenal acuñó la frase ‘mens sana in corpore sano’. Este concepto proviene de una obra más extensa que insta al lector a rechazar la riqueza, la fama y los placeres superfluos, abrazando en su lugar una visión integral del bienestar donde la salud física y psicológica se entrelazan.

Dos milenios después, aún batallamos por otorgar el mismo valor a ambos lados de esta ecuación. En el último siglo, la humanidad se ha beneficiado de innovaciones que los contemporáneos de Juvenal solo podrían soñar: antibióticos, cirugía laparoscópica y escáneres avanzados son solo algunos ejemplos. Sin embargo, más allá de unos pocos medicamentos nuevos, la salud mental sigue siendo la pariente pobre. Resulta tremendamente frustrante comprobar como se deniega atención a personas o se las somete a largas esperas porque el sistema no puede satisfacer la demanda, a pesar de la dedicación de los equipos de salud mental.

Los fármacos –económicos y rápidos de dispensar– son útiles, pero a menudo se perciben como una solución fácil. Los españoles consumen más psicofármacos que la mayoría de los europeos, pese a registrar tasas similares de enfermedad mental. Diversos estudios han constatado que la medicación se utiliza frecuentemente como sustituto de unos servicios de salud mental integrales, especialmente entre los colectivos más pobres y marginados.

Las terapias psicológicas (‘de palabra’) han demostrado su eficacia y dotan a las personas de herramientas para afrontar futuras afecciones; no obstante, España adolece de una escasez de psicólogos, siendo necesarios miles más. Asimismo, una dieta equilibrada, oportunidades para ejercitarse y socializar son componentes clave para la salud mental, si bien resultan aún más difíciles de fomentar.

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Existe además un sólido argumento económico para prestar atención a la salud mental, que le cuesta a España 15 mil millones de euros anuales en bajas laborales. El vínculo entre los problemas de salud mental y las enfermedades crónicas está ampliamente documentado, así como el hecho de que tratar dolencias crónicas en personas con afecciones psiquiátricas resulta significativamente más costoso.

A principios de este año, el gobierno anunció un impulso de 39 millones de euros dedicado a implementar mejoras en salud mental, junto con casi 18 millones destinados a la prevención del suicidio. Esto representa el mayor compromiso presupuestario jamás realizado por el gobierno español en esta materia y constituye una noticia positiva, si bien se precisa de una inversión aún mayor para proporcionar a la ciudadanía española la atención que merece.