«Existe una auténtica emergencia habitacional». «Hay un abismo enorme entre los salarios y el coste de la vida». La primera cita es del economista Pau A. Monserrat, miembro del Consejo Económico y Social de las Islas Baleares y profesor de la Universidad de las Islas Baleares. La segunda corresponde a Laura Pérez, integrante de la plataforma ‘Mallorca no es ven’. Son solo dos declaraciones en torno a uno de los problemas más acuciantes del archipiélago: el acceso a la vivienda.
Monserrat subraya que «la demanda de vivienda, tanto para compra como para alquiler, se ha disparado en Mallorca, mientras que la oferta ha quedado muy rezagada». Desde el lado de la oferta, Sandra Verger, de la asociación de constructores, afirma: «Mallorca sigue sufriendo una emergencia habitacional con un desajuste importante entre una oferta escasa y una demanda muy elevada de vivienda».
«La mayoría de los mallorquines están viviendo un momento crítico, desde los más vulnerables hasta quienes ganan 2.000 euros al mes pero aún así no pueden permitirse alquilar o comprar una casa». Son palabras de la portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, Àngela Pons, que resuenan con lo expresado por Laura Pérez: «La isla vive una crisis de vivienda con precios desorbitados, una oferta muy limitada y una grave descompensación entre lo que se gana y el coste de vida».
Agentes inmobiliarios y promotores expresan diagnósticos similares. José Miguel Artieda, presidente de la asociación API de agentes inmobiliarios: «En Baleares tenemos un ascenso continuado de los precios; estamos en máximos históricos a nivel nacional. Además, existe un parque de viviendas disponible para los residentes que es escaso y de baja calidad —inmuebles obsoletos o en zonas poco deseables—, a lo que se suma una demanda muy alta». Óscar Carreras, de la asociación de promotores Proinba: «Los precios de la vivienda, tanto nueva como de segunda mano, están sometidos a una presión importante en Baleares debido a la falta de oferta».
La emergencia habitacional a la que alude Pau Monserrat se debe en gran medida a una planificación pública insuficiente. «Las administraciones no han desarrollado un parque de viviendas asequibles en alquiler para aquellos colectivos cuyos ingresos les impiden acceder al mercado libre. Tampoco el mercado libre ha mantenido un ritmo de construcción acorde con las necesidades de los nuevos hogares. En 2024, las Islas Baleares generaron casi 10.000 nuevos hogares, pero se entregaron menos de 3.000 viviendas.
»A esta carencia estructural de oferta se suman varios factores que intensifican la presión. Uno de ellos es la percepción de inseguridad jurídica entre los propietarios, que los disuade de poner sus viviendas en el mercado del alquiler. También existen trabas burocráticas y procedimientos de licenciamiento y planeamiento muy lentos, lo cual incrementa el coste de la promoción y frena nuevos proyectos.
»El atractivo de Mallorca como destino turístico y residencial genera una demanda que supera con creces los recursos limitados de un territorio insular. No solo buscan vivienda los residentes; también lo hacen compradores de otros países europeos, que suponen alrededor de un tercio de las ventas. Luego está la demanda de los miles de trabajadores que llegan cada temporada para sostener la economía turística. Todo ello alimenta un desequilibrio crónico entre oferta y demanda que explica los precios desorbitados que vivimos actualmente».
Sandra Verger explica que «llevamos muchos años construyendo muy poca vivienda, sobre todo pisos, que son los más accesibles, y especialmente vivienda protegida, de la cual no se ha construido nada desde hace años». «El próximo año veremos un incremento en el número de proyectos de vivienda aprobados, pero aún estamos lejos de las cifras necesarias para satisfacer la demanda».
José Miguel Artieda atribuye la emergencia habitacional a «un crecimiento poblacional excesivo». «Esto está provocando un agotamiento del parque inmobiliario y un aumento de la demanda que supera la oferta. Se podría haber previsto y haber tomado ciertas medidas para salvaguardar el acceso a una vivienda digna y asequible para los residentes mediante la creación de parques públicos y protegidos. Teníamos el ejemplo claro de Ibiza, que clamaba desesperadamente ayuda antes de 2016, pero se vio más como una historia de éxito que como una señal de alarma para el resto de las islas.
»Hay tres fechas clave. La primera es 2006, cuando estalló la crisis de la burbuja inmobiliaria y los precios de la vivienda subieron un 70%. La segunda es 2016, cuando comenzó la recuperación económica, con un incremento del 90% en los precios. La tercera es 2020, cuando se produjo un salto cualitativo en el mercado balear debido a la búsqueda de viviendas con espacios abiertos, la crisis energética y el auge del teletrabajo. Se registró un aumento del 50% en los precios. Esto es insostenible para la población.
»Los principales perjudicados son los jóvenes menores de 30 años, que han alcanzado la edad adulta durante la escalada de precios iniciada en 2016 y no han tenido opción de plantearse la compra de un piso, viéndose así obligados a compartir vivienda con pocas perspectivas de un futuro mejor. Las personas divorciadas y las familias monoparentales también lo están pasando muy mal. Y no podemos olvidar a los ancianos, que no pueden obtener una hipoteca para comprar ni una garantía para alquilar».
Monserrat coincide en que estos colectivos sufren «con especial intensidad», pero añade que «la tensión del mercado afecta a casi todos los perfiles, como los trabajadores recién llegados, esenciales para el funcionamiento de los sectores turístico y servicios, que se enfrentan a un mercado de alquiler draconiano». «Incluso las clases medias, que tradicionalmente podían comprar y alquilar con relativa facilidad, ahora encuentran barreras importantes debido a unos precios que crecen mucho más rápido que los salarios».
Àngela Pons es más contundente. Achaca el problema a una falta de voluntad política y a «una dejación de hacer leyes que beneficien a la ciudadanía y que en su lugar favorecen a especuladores, que están comprando todo lo que pueden».
