En 2022, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE.UU. informaron que el 72.3% de los estadounidenses en sistemas de agua comunitarios —aproximadamente el 62.8% de la población total— reciben agua fluorada.1 Esta práctica comenzó en los años 40, basada en la creencia de que añadir fluoruro al suministro municipal reduciría las caries.2
Sin embargo, creciente evidencia científica muestra que el fluoruro ofrece pocos o ningún beneficio para la salud dental y conlleva riesgos significativos. La fluoración del agua pública dosifica a toda la población sin consentimiento, incluyendo grupos vulnerables como embarazadas, bebés y personas con condiciones médicas que agravan los efectos de la exposición al fluoruro.
Globalmente, la mayoría de los países ha rechazado la fluoración. Naciones como Alemania, Suecia y Paises Bajos no fluorizan su agua, pero reportan resultados de salud dental comparables a los de EE.UU.3 A pesar de esto, EE.UU. sigue siendo una excepción, manteniendo esta práctica ante crecientes preocupaciones.
Una reciente investigación en un pueblo de Dakota del Norte revela el problema de fondo: intereses poderosos impulsan el uso continuado del fluoruro, ignorando evidencia científica de sus daños. El resultado es un compromiso sanitario con graves consecuencias, especialmente para el desarrollo cerebral infantil.4
Washburn descubre el manual del fluoruro
En abril de 2025, el grupo investigador Children’s Health Defense publicó un informe detallado sobre cómo Washburn, un pueblo de solo 1,300 habitantes en Dakota del Norte, fue objeto de un esfuerzo respaldado federalmente para anular su decisión de terminar con la fluoración.5
• Los comisionados de Washburn votaron 4-1 para detener la fluoración, tras meses de investigación y testimonio experto que mostró daños neurológicos en niños.
• Washburn se unió a una creciente lista de comunidades que rechazan la fluoración ante nueva evidencia de sus efectos negativos.
• Los comisionados enfrentaron resistencia orquestrada: asociaciones dentales externas enviaron cartas con lenguaje idéntico, copiado de plantillas de grupos pro-fluoruro.
• Documentos públicos expusieron el mal uso de fondos federales: Jim Kershaw, promotor del fluoruro, recibió reembolsos del Programa de Salud Oral de Dakota del Norte (OHP), financiado por becas del CDC y HRSA que prohíben influir en legislación.
• Correos electrónicos mostraron intención de suprimir oposición, no educar: la directora del OHP, Cheri Kiefer, instó a Kershaw a “aplastarlos como un panqueque”.
• Críticos fueron silenciados: consultas de Hapip a dentistas sobre estudios neurológicos fueron ignoradas; Kershaw cambió a un correo personal para evitar escrutinio.
• Se usó “astroturfing” para simular apoyo público: el OHP usó fondos federales para generar presión artificial.
• Comportamiento hostil reveló desdén por disidencia: Dr. Johnny Johnson, de la Sociedad Americana de Fluoración, insultó a Hapip; Kershaw planeó manipular la respuesta.
• Otras ciudades enfrentaron tácticas similares: Grand Forks y McVille vivieron estrategias idénticas.
Un compromiso sanitario inaceptable
Los daños neurológicos superan cualquier beneficio dental. Las caries son tratables; el daño cerebral no.
• Estudios muestran pérdida de CI en niños: hasta 5.6 puntos menos con exposición a fluoruro.
• El daño es permanente: el Programa Nacional de Toxicología confirmó en 2024 que niveles considerados “seguros” afectan cognición infantil.
• El fluoruro altera hormonas tiroideas, vinculándose a TDAH y disfunción ejecutiva.
• Un estudio de 2024 vinculó exposición fetal a fluoruro con daño hepático, renal y alteraciones inmunológicas.
Riesgos adicionales
• Fluorosis esquelética: acumulación en huesos causa rigidez y fracturas.
• Alteración metabólica: afecta glucosa, insulina y melatonina.
• Atrofia muscular: exposición prolongada degrada proteínas musculares.
Qué puedes hacer
• Filtra tu agua: sistemas de ósmosis inversa o carbón activado especializado.
• Evita fluoruro en fórmula infantil y pasta dental.
• Involúcrate: presiona a autoridades locales para revisar políticas anticuadas.
• Washburn demostró que la acción comunitaria puede vencer intereses arraigados.
