Gran parte de la planificación para un clima espacial severo se base en el Evento Carrington de 1859, la tormenta geomagnética más intensa de la historia documentada.
Este evento causó variaciones rápidas en el campo magnético terrestre, lo que generó electricidad en cables largos. Los operadores de telégrafo recibieron descargas eléctricas, se vieron chispas en los postes y algunas conversaciones entre operadores pudieron continuar incluso con las baterías desconectadas.
Todo esto pasó hace mucho tiempo, pero con la tecnología avanzada de hoy, los efectos de un evento similar serían mucho más disruptivos.
Los satélites pueden verse gravemente afectados. Las fuertes tormentas solares pueden hacer que la atmósfera de la Tierra se expanda hacia el espacio, creando más resistencia para los satélites. Esto puede ralentizarlos tanto que algunos podrían desorbitar y caer a la Tierra.
Este no es un riesgo solo teórico: en febrero de 2022, una tormenta solar provocó la pérdida de 38 satélites.
Los cambios orbitales de los satélites también aumentan el riesgo de colisión, y el clima espacial puede causar estragos en la electrónica sensible a bordo, provocando fallos.
Las comunicaciones por radio pueden verse muy perjudicadas, con sistemas GPS perdidos o interrumpidos durante muchos días. Por lo tanto, el navegador de tu coche podría dejar de funcionar, creando un caos circulatorio en las ciudades.
