Todo el mundo parece estar comentando los resultados, pero el dato que más me llamó la atención fue este: el número de jóvenes de 16 a 34 años con problemas de salud que limitan su trabajo ha aumentado en 1,2 millones desde 2015.
Eso es un aumento del 77 por ciento.
Me hizo parar. No por alarma, sino por pura curiosidad.
¿Qué ha cambiado para nuestros jóvenes y qué podemos hacer para apoyarlos?
Empecé a pensar en esto mucho antes de que saliera el informe, porque he visto la diferencia en mi propio hijo, Harrison.
Cuando estaba en el colegio, era más callado, más reservado y un poco perdido en el ruido. No se sentía del todo él mismo.
Desde que cambió a la educación en casa, ha encontrado su confianza, su sentido del humor, su creatividad y su círculo de amigos que realmente sacan lo mejor de él.
Tiene espacio para respirar. Espacio para explorar quién es. Espacio para crecer sin sentirse agobiado.
Ese cambio me hizo reflexionar profundamente sobre lo que los niños podrían necesitar ahora.
Para que quede claro, no estoy sugiriendo que la educación en casa sea la solución.
Yo misma prosperé en la escuela, y mi padre dió clases en el Instituto Parrenthorn durante toda su vida laboral.
Tengo un enorme respeto por los profesores y la diferencia que hacen día tras día.
Lo que sugiero es que el mundo ha cambiado, y quizás los niños han cambiado con él.
Los espacios que construían una resiliencia natural para las generaciones anteriores han desaparecido silenciosamente.
Los clubes juveniles, el juego al aire libre, los grupos deportivos, las noches comunitarias y la libertad de pasar por casa de los amigos hasta que anochecía.
Esos pequeños momentos moldeaban la confianza, el propósito y la identidad sin que nos diéramos cuenta.
En su lugar, las pantallas se han colado. Los jóvenes están conectados en línea, pero a menudo desconectados de sí mismos.
Y no creo que sea porque sean débiles. Creo que es porque los entornos que los rodean no les están dando la base que necesitan para sentirse fuertes.
Como padres y cuidadores, nuestro instinto es hacer la vida más fácil para nuestros hijos de lo que fue para nosotros.
Intervenimos para ayudar, anticipamos sus necesidades, hacemos todo lo posible para facilitar las cosas.
Nuestro corazón está en el lugar correcto.
Pero a veces, al hacer todo por ellos, sin querer les quitamos las experiencias que los ayudan a volverse capaces, independientes y orgullosos de sí mismos.
Una de las herramientas de bienestar más simples que comparto con las familias es esta: dele a su hijo una tarea significativa.
No una tarea doméstica, sino una responsabilidad genuina. Algo que diga: ‘Confío en ti para esto’.
Podría ser planificar una comida, ayudar con la rutina del perro, organizar parte de la compra semanal, elegir una caminata familiar o enseñarte algo en lo que él es bueno.
Cuando un niño se siente útil y en quien se confía, algo en él cambia. Se para un poco más erguido.
Se comporta con más seguridad. Empieza a creer que puede.
El propósito construye confianza. La confianza construye bienestar.
Y el bienestar emocional construye resiliencia.
Si quieres conectar más profundamente con tu hijo esta semana, aquí tienes una técnica que puedes probar:
Una Técnica Práctica para Padres
Elige un momento tranquilo en el que ambos estén calmados. Luego pregunta: “Si quisiéramos que la próxima semana sea un poco más fácil o feliz que esta, ¿qué una cosa podríamos hacer juntos para lograrlo?”
Esto funciona muy bien porque no pregunta sobre problemas. Pregunta sobre posibilidades.
Introduce suavemente al niño en el proceso de dar forma a su propia vida. Crea trabajo en equipo en lugar de presión.
Les muestra que sus sentimientos importan, sus ideas importan y que tienen el poder de influir en su futuro.
Puede que te sorprenda su respuesta:
Un paseo juntos
Más tiempo cocinando
Menos prisa por las mañanas
Un pasatiempo que le daba vergüenza mencionar
O simplemente que te sientes a escuchar sin distracciones
Los niños rara vez necesitan perfección. Necesitan presencia.
Así que me encantaría escuchar tus opiniones. ¿Crees que los niños son diferentes ahora, o es el mundo lo que ha cambiado a su alrededor?
¿Y qué pequeña responsabilidad o momento compartido podrías ofrecerle a un niño esta semana para ayudarlo a sentirse visto, confiable y capaz?
A veces no es que les falte una chispa.
Simplemente está esperando el entorno adecuado para brillar.
Kirsty Redford es Practicante Máster en PNL certificada, Life Coach, Practicante de Mindfulness e Instructora Certificada de Caminata sobre Fuego.
Como fundadora de Firewalk Events, ayuda a las personas a desarrollar confianza y resiliencia, inspirándolas a encontrar su poder interior y reavivar su chispa.
Visita – www.firewalkevents.co.uk para saber más.
