Texto reescrito y traducido al español (nivel B2) con algunos errores comunes:
En febrero, el estadounidense Ian Andersen, de 32 años, destapó una botella de champán en la costa atlántica de Portugal para comenzar su sueño: recorrer en bicicleta los siete continentes del mundo. Planeaba pedalear durante 10 meses, cubriendo unos 10,000 millas hasta llegar a Japón.
Lo que no esperaba era que Israel lanzara una guerra contra Iran.
Cuando entró en Irán el 1 de junio, Andersen sintió emoción y ansiedad.
“Estaba bastante nervioso. Pensé: ‘Bueno, ahora estamos en territorio desconocido'”, contó a CBS News desde un hotel en Bakú, capital de Azerbaiyán. “Pero me tranquilicé rápido por las buenas experiencias con la gente que conocí en el camino… su hospitalidad y generosidad.”
Dijo que los iraníes, amables y curiosos, lo sorprendían cada día, invitándolo a tomar té o ofreciéndole comida, incluso intentando pagar por sus comidas en restaurantes.
El 13 de junio, todo cambió cuando Israel comenzó a bombardear instalaciones nucleares y militares de Irán.
“No hubo hostilidad directa, pero noté el lenguaje corporal y las expresiones de la gente”, dijo Andersen. “Sabía que estaba en peligro, porque veían a Israel y EE.UU. como aliados en ese momento, con las bombas cayendo y los misiles impactando.”
Él y su guía iraní, Reza, decidieron refugiarse en una casa de huéspedes a 45 millas al norte de Teherán, en un pueblo llamado Harijan, por dos días.
Reza, quien ya era su amigo, le aconsejó no decir que era estadounidense y evitar hablar con desconocidos. Pero Andersen cometió un error: reveló su nacionalidad a unos viajeros en el hotel.
“No les gustó tener que compartir el hotel con ‘ese americano'”, contó.
El 15 de junio, Andersen escuchó una explosión en la distancia. Ese mismo día, recibió un correo del Departamento de Estado ofreciendo opciones para salir de Irán. Decidió que su mejor opción era conducir ocho horas hacia el norte, bordeando el mar Caspio, hasta Azerbaiyán.
Él y Reza se encontraron con un tráfico denso, gasolineras con largas filas y puestos militares.
“Fue angustiante”, admitió. “La posibilidad de que me detuvieran en un control militar.”
Cuando Reza le dijo que ya no podía protegerlo, Andersen se asustó. “Él era mi guía, alguien estable y confiable. Si me detenían, no podía hacer nada.”
Finalmente, llegaron a la frontera con Azerbaiyán sin incidentes. Pero lo más estresante fue ser interrogado dos veces: primero por la policía fronteriza y luego por la Guardia Revolucionaria.
En el segundo interrogatorio, lo llevaron a un cuarto improvisado en un barracón militar. “Pensé: ‘Tengo un 50% de chance de que me usen como moneda de cambio o para más preguntas'”, recordó. “Pero duró menos de un minuto.”
Logró salir de Irán y, al escapar del firewall iraní, pudo avisar a su familia en EE.UU. antes de dormir 12 horas de alivio.
Ahora seguro, pero con el conflicto aún en curso, Andersen reflexiona sobre los riesgos para los viajeros con pasaporte estadounidense. Se registró en el programa STEP del Departamento de Estado, que envía alertas según el itinerario, y recomienda a todos los viajeros hacer lo mismo.
Además, agradece a Reza, su guía iraní, sin quien quizá no habría salido del país. Planea recaudar fondos para él y su familia, que siguen en Irán.
Y, pese a todo, continuará su viaje en bicicleta hacia Japón para cumplir su sueño de recorrer todos los continentes.
Ramy Inocencio es corresponsal de CBS News en Londres, cubriendo Europa y Oriente Medio. Antes trabajó como corresponsal en Asia, con base en Pekín.