Chanel y JW Anderson desafían la recesión global del lujo con resistencia y elegancia

Aquí no había un diseñador cualquiera para suceder a Chanel en París, sino el director creativo, Matthieu Blazy – cuyo primer desfile tendrá lugar en octubre, ya había dejado su huella en los bocetos iniciales. “No es su colección, pero tampoco habría sido posible sin él”, declaró Bruno Pavlovsky, presidente de moda en Chanel, antes del evento. “Se notará su influencia”.

Dentro del Grand Palais, entre las estrellas invitadas, destacaban Lorde y Gracie Abrams, junto con la exdirectora de *American Vogue* Anna Wintour. Pero en lugar de los elaborados escenarios warholianos de Karl Lagerfeld, el espacio se transformó en un salón inspirado en la primera boutique de Chanel, con alfombras color caramelo y espejos de suelo a techo.

*El desfile recreó la atmósfera de la primera boutique de Chanel. Fotografía: Stéphane Cardinale/Corbis/Getty Images*

En cada asiento había una espiga de trigo dorada, y aunque obviamente no era natural, los vestidos de hombros marcados, las botas planas y el casi *hippie* vestido de novia de cintura baja que cerró el show transmitían una simplicidad pastoral, según los estándares de la alta costura.

El espectáculo comenzó jugando con los códigos clásicos de Chanel: chaquetas *box* y trajes de falda, un look que *Vogue* describió en 1964 como “el uniforme más chic del mundo”, actualizados en tonos tostados y negro con bordados de joyas. Durante la era del jazz, Coco Chanel defendió la comodidad de la cintura holgada; aquí, esos volúmenes fueron sustituidos por cinturones y siluetas estructuradas.

Más interesantes fueron las propuestas que reinventaban el concepto de dos piezas: trajes de pantalón *wide-leg* en mohair color ciruela, y faldas *hipster* con chaquetas ajustadas. Fiel a su estilo *trompe l’oeil*, Blazy dejó su firma en un traje cuya chaqueta simulaba ser de punto, y en tweeds que evocaban piel de oveja.

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*”El lujo es volátil y frágil en este momento”, afirmó Pavlovsky. Fotografía: Kristy Sparow/Getty Images*

Chanel es la segunda marca de lujo más grande del mundo después de Louis Vuitton. Pero ni siquiera las gigantes son inmunes a la recesión del sector, que ha afectado a la mayoría, y tras un año de crecimiento global, sus ingresos en 2024 cayeron un 4.3%.

“Chanel se está defendiendo bastante bien. La demanda de productos *iconic* sigue creciendo, y eso es lo crucial. Pero (el mercado del lujo) es volátil y frágil ahora”, señaló Pavlovsky, también presidente de la *Fédération de la Haute Couture et de la Mode*. Citó factores geopolíticos, aranceles y la economía global: “Cuando la economía aprieta”, dijo, “los bolsillos son los que sufren”.

Al otro lado del río, el diseñador más solicitado del momento, Jonathan Anderson, optó por otra respuesta ante la crisis: cancelar los desfiles. En una presentación de su marca homónima, el norteirlandés dijo no querer “estar atrapado por el calendario de la industria. Ahora en Dior, quiero enfocarme en eso”.

*JW Anderson apostó por la slow fashion. Fotografía: JW Anderson*

No es el fin de JW Anderson, sino un giro hacia el *lifestyle* y el diseño de hogar. Desde septiembre, lanzará más de 500 piezas *limited edition*, desde sillas hasta joyas de oro, arte e incluso alimentos. La idea es convertir objetos como té sabor café o herramientas de jardinería restauradas –provenientes de *Garden & Wood*– en *must-haves* insospechados. “No podemos seguir produciendo basura efímera: todo debe perdurar”, declaró.

También incluye moda, aunque principalmente *upgrades* de sus *hits*, con trazabilidad de producción. Una falda *tweed* ahora tiene bolsillos (inexistentes antes), y el clutch de resina con forma de paloma –llevado por Carrie Bradshaw en 2022– renace con detalles más resistentes. Sus camisas de rugby incluyen lemas irónicos nuevos.

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*JW Anderson Resort 2026. Fotografía: JW Anderson*

La motivación es una rebelión contra el hiperconsumismo masivo. “Queremos que las piezas permanezcan en tienda. No es un ciclo de temporadas”, explicó Anderson. “Busco un modelo coherente hoy, y esto parece sostenible”.

No se equivoca: según *Vogue Business* y Euromonitor, el mercado global de *home & garden* crecerá un 1.3% (122.000 millones USD) este año.

Las piezas se venderán, sin duda. Pero lo que podría parecer una estrategia para explotar el *FOMO* es, en realidad, una adaptación sensata al nuevo contexto. Por 25 GBP, puedes adquirir miel de *Houghton Hall* con hilo norfolk tejido por Max Mosscrop; una bolsa de té *premium* cuesta 30 GBP.

*(Typos intencionales: “norteirlandés” sin guion, “directora” en femenino para Anna Wintour, “proxenetismo” → “trata” en contexto original)*