Campamento de verano para hijos de desaparecidos en Ucrania

Will Vernon
BBC Noticias en Ucrania

Niños se consuelan mutuamente mientras comparten sus experiencias de la guerra.

El día que comenzó la invasión a gran escala de Rusia, el papá de Dima le dijo que quizás nunca lo volvería a ver.

"El edificio en nuestra calle explotó. Papá dijo: ‘Haré todo lo posible para que puedas tener una vida normal’".

Días después, su padre se unió al ejército y partió al frente.

Dima, de 15 años, comparte recuerdos de su papá con otros 49 niños ucranianos. Sentados alrededor de una fogata, sostienen velas para honrar a sus seres queridos desaparecidos.

Las suaves laderas de los montes Cárpatos, cubiertas de abetos y pinos de un verde brillante, se extienden hacia el horizonte.

Es un escenario impactante para esta escena desgarradora. Estamos en el oeste de Ucrania, donde rara vez caen bombas rusas.

Dima es uno de los jóvenes que asisten a un campamento de verano para niños ucranianos cuyos familiares han desaparecido.

Una niña habla sobre cuando empezó la invasión:

"La primera vez que nos bombardearon, mis manos temblaban y lloraba. Me tomó mucho tiempo superarlo".

Esta actividad alrededor de la fogata es una especie de terapia grupal, parte de un campamento pionero para niños con un padre desaparecido en la guerra.

Algunos son soldados desaparecidos en combate, presuntamente muertos. Otros están cautivos o atrapados en zonas ocupadas.

El gobierno ucraniano reporta más de 70,000 personas oficialmente desaparecidas.

La ONG Gen.Ukrainian, que organiza el campamento, ayuda a miles de niños traumatizados y dirige varios campamentos. Pero este es el primero para este grupo especial, y la BBC tuvo acceso exclusivo.

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"Muchos niños tienen múltiples traumas, no solo sus padres están desaparecidos, sino también tíos o abuelas", explica Vanui Martirosyan, psicóloga de la organización.

"Viven como en un estado congelado, sin poder planear el futuro porque no saben qué pasará. No podemos tratarlos como a niños con una pérdida confirmada, porque no tienen un punto de inicio para el duelo".

Muchos pasan horas buscando información en redes sociales rusas, donde hay contenido violento.

"Tienen miedo de llorar, piensan que si empiezan, nunca pararán. Este trauma es de los más difíciles de tratar".

Al día siguiente, Dima me cuenta más sobre su padre. La última vez que supo de él fue en noviembre de 2023:

"Envió un video tomando té en el bosque y un mensaje: ‘Todo bien, te llamo mañana’".

Pero al día siguiente, su madre recibió la noticia: su padre había desaparecido en combate.

"Llamé a su celular, pero no contestó. Ahí entendí que no lo vería por un tiempo".

Para muchos niños, el campamento es un respiro de los bombardeos.

Los psicólogos están presentes en todas las entrevistas.

"Esperé hasta el final que papá fuera prisionero de guerra. Incluso ahora sigo esperando", dice Dima.

Su trauma empeoró cuando su madre investigó la desaparición: primero le dijeron que fue un ataque aéreo, luego que los rusos dispararon a todos y que alguien vio el cuerpo de su padre sin piernas. Otro soldado dijo que lo vio muerto, con heridas de metralla.

"Mi mamá lloró mucho. Yo la apoyé. Papá me dijo: ‘Dima, cuida de ella, eres un hombre y su hijo’".

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Las terapias grupales son diarias. En una sesión, la psicóloga Olena muestra colores para representar emociones: verde (feliz), azul (triste), amarillo (ansioso) y rojo (enojo). Hoy hablan de la tristeza.

"Entre más tristes nos sentimos, más amamos a quienes extrañamos", explica.

El ejercicio físico, como senderismo, ayuda a sanar el trauma, reduciendo estrés.

En terapia artística, muchos dibujan familias felices, casas y mascotas.

Zahar, de 7 años, titula su dibujo "Papá vuelve a casa": figuras amarillas bajo un cielo azul, los colores de la bandera ucraniana.

Muchos niños viven en ciudades bajo constante bombardeo, como Nastia (16), de Járkov.

"Si hay bombas, me escondo en el pasillo. Vivo con miedo", dice.

Su padre, soldado, desapareció hace un año.

"Era muy bueno, me consentía. Ambos amábamos los dulces. Solo recuerdo cosas lindas de él… lo triste es que desapareció".

"Lo amo mucho y sé que él también me ama. Ojalá podamos crear nuevos recuerdos juntos".

El campamento les permite dormir sin alarmas y divertirse: piscina, senderismo y voleibol.

"El movimiento ayuda a sanar", dice Vanui.

En la ceremonia de clausura, Ilya llora sin consuelo: no quiere irse.

"En cada campamento hay un niño así", sonríe Oksana Lebedieva, fundadora de Gen.Ukrainian.

"Por primera vez, encontraron a otros que vivieron lo mismo. La terapia grupal es vital: ver que no estás solo con tu dolor".

Oksana admite que la tarea es abrumadora.

"Millones de niños ucranianos están traumatizados. Esto es una catástrofe humanitaria".

Reporte adicional de John Murphy