La trayectoria de Francia fuera de la agitación política una vez más alcanzó un punto muerto este lunes, cuando el primer ministro Sébastien Lecornu presentó su dimisión menos de un día después de que su reemplazo fuera revelado.
La noticia conmocionó a los inversores, ya de por sí cautelosos, impulsando las acciones franceses a la baja y los rendimientos de los bonos al alza.
Aproximadamente a las 10:30 CEST, el índice CAC40 bajó alrededor de un 2%, situándose en 7.916,36 puntos. El rendimiento de la deuda soberana francesa a diez años experimentó un incremento de siete puntos básicos, alcanzando un 3,58%, lo que amplió la brecha con los bonos alemanes a un máximo de nueve meses.
Mientras tanto, el euro se depreció frente a la mayoría de las divisas importantes, a excepción del yen japonés, registrando una caída particular del 0,55% ante el dólar estadounidense.
Las acciones de las entidades financieras galas Société Générale, BNP Paribas y Crédit Agricole cayeron un 6,21%, 5,28% y 4,85%, respectivamente.
La renuncia de Lecornu oscurece aún más las perspectivas económicas de Francia, en un momento en el que el país busca una salida a una crisis presupuestaria que ha derribado a gobiernos sucesivos.
La nación ha gastado a cinco primeros ministros en menos de un bienio, en medio de desacuerdos entre los partidos de centro, izquierda y extrema derecha sobre la manera de abordar la deuda nacional.
La deuda pública se sitúa actualmente en más de 3 billones de euros, lo que representa aproximadamente un 114% del Producto Interior Bruto (PIB).
“La dimisión sorpresa de Lecornu incrementa significativamente la presión sobre Emmanuel Macron para que disuelva la Asamblea Nacional y convoque elecciones legislativas anticipadas. Consideramos que este es ahora el escenario más probable”, señaló Leo Baringou, economista sénior de Oxford Economics.
Añadió: “Los diferenciales de los bonos se han ampliado, pero es probable que el impacto económico más amplio siga siendo reducido: la inestabilidad política se ha convertido en una característica inherente al panorama francés, y no es probable que las empresas ni los mercados modifiquen sustancialmente sus perspectivas tras la caída de otro gobierno minoritario.
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