Mooney experimenta más días buenos que malos, y existen pocos jugadores tan capacitados para rescatar a un equipo de un marcador de 76-7 en un partido de la Copa del Mundo, como fue el caso frente a Pakistán este mes.
“Fue un tanto catastrófico, ¿verdad?” comenta Mooney. “Uno aborda los encuentros con una estrategia, una noción de cómo se desenvolverán, y ciertamente eso no figuraba en mi cartón de bingo al despertarme.
“Prospero en ese tipo de situaciones; aspiro a ser la persona capaz de alterar el resultado del juego y disfruto del proceso de resolución de problemas, teniendo que reajustarme y amoldarme conforme el partido progresa”.
Si existe un mensaje que constantemente permea a esta extraordinaria selección australiana, es el imperativo de trabajar ardua e incansablemente. Mooney es la personificación de esta cualidad.
En el tercer T20 internacional de la imbatible racha de 16-0 de Australia en el Women’s Ashes 2025, la jugadora de Queensland anotó 54 de sus 94 carreras durante una entrada triunfadora. Ningún otro jugador australio había logrado una cifra tan elevada en un T20 con tantos lanzamientos sin límite.
“Probablemente no comprendí a cabalidad lo que se requería para competir al más alto nivel hasta que me independicé”, confesó. “Y una cosa es entender lo que se precisa, pero otra muy distinta es aprender a trabajar con denuedo y a tolerar la incomodidad”.
Una y otra vez, las jugadoras australianas se entregan en silencio hasta el último instante.
“Existe un auténtico sentimiento de orgullo acerca de nuestra ética laboral”, afirma Mooney, “y a nadie hay que recordarle su deber de esforzarse en el campo o en el gimnasio; todos lo hacen por defecto, conscientes de su relevancia”.
Aunque da la impresión de que Mooney jamás ofrecería menos del cien por cien, es consciente de que para triunfar hay que ser implacable: “Sabes que si bajas un ápice la guardia, no transcurre mucho antes de que alguien que rinde a un altísimo nivel en el cricket nacional ocupe tu lugar”.
