Azúcares Esenciales de la Leche Materna: Sustento Continuo para el Desarrollo Intestinal y Cerebral del Niño

La lactancia materna constituye la forma más natural y poderosa de alimentar a un lactante. En Estados Unidos, aproximadamente el 83% de los bebés inician su vida siendo amamantados, pero las cifras descienden rápidamente con el paso de los meses. A los seis meses, poco más de la mitad de los lactantes aún recibe leche materna, y para su primer cumpleaños, solo alrededor de un tercio continúa.

Estas cifras son relevantes porque la leche materna es más que una fuente de calorías.1 Mantiene el equilibrio ideal de nutrientes y, al mismo tiempo, suministra una amplia gama de compuestos bioactivos que moldean el crecimiento y desarrollo infantil. Entre estos compuestos se encuentran los oligosacáridos de la leche humana (HMO, por sus siglas en inglés), azúcares complejos que representan el tercer componente sólido más abundante en la leche materna, solo superados por la lactosa y los lípidos.2

Una revisión sistemática y metaanálisis reciente, publicada en Frontiers in Pediatrics, investigó cómo estos azúcares centrales influyen en la salud intestinal y cerebral más allá del primer año de vida. Su trabajo subraya la importancia de la lactancia materna y por qué sus beneficios persisten mucho después de la infancia, reforzando los cimientos duraderos que ayuda a crear para la resiliencia y el bienestar de su hijo.3

Estudio muestra que HMOs clave permanecen abundantes más allá de los 12 meses

Aunque la composición de la leche materna temprana ha sido ampliamente estudiada, se sabía poco sobre cómo estos azúcares persisten en fases posteriores de la lactancia y si se mantienen en niveles significativos. Para abordar este vacío, el estudio citado se propuso determinar qué HMOs continúan apareciendo en cantidades significativas después de los 12 meses y evaluar cómo cambian sus concentraciones con el tiempo.

  • Diseño de revisión sistemática y metaanálisis — Los investigadores incluyeron únicamente estudios que midieron HMOs en o después del año. Trece estudios cumplieron los criterios, representando 4.786 muestras de leche recolectadas en múltiples países. Las concentraciones se estandarizaron en gramos por litro (g/L), y cuando faltaban los totales, se calcularon sumando los azúcares medidos. Esta armonización permitió la comparación entre distintos métodos analíticos, como la cromatografía líquida de alta resolución y la espectrometría de masas.
  • Se detectaron cuarenta y dos azúcares, pero seis destacaron como “centrales” — En todos los estudios, 42 HMOs aparecieron al menos una vez, pero solo seis se presentaron consistentemente en 10 o más publicaciones. Estos fueron: 2′-fucosilactosa (2′-FL), 3-fucosilactosa (3-FL), lacto-N-tetraosa (LNT), lacto-N-neotetraosa (LNnT), 3′-sialilactosa (3′-SL) y 6′-sialilactosa (6′-SL). En conjunto, representaron más del 70% del total del grupo de HMOs en cada etapa de la lactancia, marcándolos como las estructuras dominantes que persisten hasta la primera infancia.
  • Las concentraciones totales de HMOs disminuyeron, luego se estabilizaron — Los niveles totales cayeron de 7,72 g/L en el calostro a 5,34 g/L a los 12 meses. No obstante, las mediciones entre los 13 y 24 meses promediaron 8,47 g/L, oscilando entre 7,2 y 10,1 g/L. Aunque los datos posteriores se basaron en menos muestras, los hallazgos demostraron que la leche materna continúa suministrando cantidades sustanciales de HMOs bien entrado el segundo año.
  • Azúcares individuales siguieron trayectorias distintas — El 2′-FL permaneció como el más abundante en todas las etapas, con un promedio de 3 g/L en el calostro y manteniéndose por encima del 3-FL a los 12 meses (1,59 g/L frente a 1,45 g/L). El 3-FL fue único en su aumento constante, casi cuadruplicándose desde 0,38 g/L en el calostro hasta 1,45 g/L al año. Por el contrario, LNT y LNnT disminuyeron constantemente, 6′-SL cayó abruptamente y 3′-SL se mantuvo relativamente estable. Estas trayectorias variables sugieren que, aunque el grupo total de HMOs se mantiene estable, el equilibrio de azúcares individuales evoluciona con el tiempo.
  • La persistencia apunta a una importancia biológica continua — Los HMOs ya están vinculados a la maduración del microbioma, el entrenamiento inmune y el neurodesarrollo en lactantes, pero se sabía poco sobre su función después del primer año. Al demostrar que los HMOs centrales permanecen abundantes más allá de los 12 meses, el estudio resalta la necesidad de explorar cómo la exposición continua sigue moldeando los resultados intestinales y cerebrales durante la primera infancia.
  • Implicaciones para las prácticas de alimentación — Para los niños que continúan con la lactancia materna durante el segundo año, los HMOs permanecen disponibles en cantidades biológicamente significativas. Para aquellos que no son amamantados más allá de la infancia, la leche de donante, fórmulas fortificadas o suplementos enriquecidos con HMOs, como los que contienen 2′-FL y LNnT, proporcionan fuentes alternativas. Aunque los impactos a largo plazo requieren más investigación, la persistencia de estos azúcares enfatiza su relevancia durante un período de rápido desarrollo del microbioma y el cerebro.

En conjunto, estos hallazgos dejan claro que la leche materna continúa suministrando niveles significativos de azúcares centrales mucho más allá del primer año de vida. Ya sea a través de la lactancia continua, leche de donante o alternativas cuidadosamente elegidas que incluyan estos compuestos, garantizar un acceso constante a estos azúcares puede ayudar a respaldar la salud de su hijo durante los meses cruciales que siguen a la infancia.

Por qué los HMOs son importantes para el crecimiento y la resiliencia de por vida

Existen más de 200 HMOs, agrupados ampliamente en tres categorías: neutros centrales (cadenas de azúcar básicas que actúan como bloques de construcción), fucosilados (aquellos con una molécula de azúcar adicional llamada fucosa) y sialilados (aquellos que contienen ácido siálico, una molécula de azúcar importante para el desarrollo cerebral). Su diversidad estructural y resistencia a la digestión los convierten en compuestos bioactivos únicos que llegan intactos al colon de su hijo, donde comienzan a ejercer una amplia gama de efectos biológicos.4

  • Salud intestinal — Uno de los roles más importantes de los HMOs es su efecto prebiótico. Alimentan selectivamente a bacterias beneficiosas como Bifidobacterium, apoyando su crecimiento mientras limitan cepas menos favorables. Esta alimentación selectiva conduce a una mayor producción de ácidos grasos de cadena corta (SCFAs) como el butirato, los cuales se han asociado con el fortalecimiento de la barrera intestinal, la reducción de la inflamación y la creación de un ambiente equilibrado que desalienta a los microbios dañinos. Los HMOs también ayudan a proteger a su hijo contra infecciones al actuar como “receptores señuelo”. Muchos patógenos, incluyendo Campylobacter jejuni y Pseudomonas aeruginosa, se adhieren a estructuras de azúcar en el revestimiento intestinal para iniciar la infección. Los HMOs fucosilados imitan estas estructuras, bloqueando la unión de patógenos y reduciendo el riesgo de enfermedad.5 En conjunto, estas acciones le proporcionan a su hijo una comunidad microbiana más saludable y defensas más fuertes durante una etapa de crecimiento rápido.6
  • Salud cerebral y cognitiva — Los HMOs también desempeñan un papel en la configuración del desarrollo cerebral a través del eje intestino-cerebro. Al fomentar un microbioma saludable, promueven la producción de metabolitos como los SCFAs que influyen en la actividad de los neurotransmisores y protegen las neuronas en desarrollo. Las investigaciones muestran que las bacterias apoyadas por los HMOs producen ácido gamma-aminobutírico (GABA), un neurotransmisor importante para el estado de ánimo y el aprendizaje. Los HMOs sialilados proporcionan ácido siálico, que influye en la formación de sinapsis y la mielinización. Estos procesos forman el cableado del cerebro de su hijo, sustentando la memoria, el aprendizaje y la comunicación entre neuronas. HMOs específicos, como el 2′-FL y el 6′-SL, se han asociado con mejores puntuaciones en el desarrollo cognitivo, motor y del lenguaje en la infancia. Una mayor exposición a la 3′-sialilactosa (3′-SL) también se ha vinculado con una mejora en las puntuaciones de aprendizaje temprano a los 10 meses de edad.7
  • Desarrollo del sistema inmunológico — Los HMOs influyen en la actividad de las células inmunitarias al promover una señalización equilibrada entre las respuestas Th1 y Th2, lo que ayuda a entrenar al cuerpo para responder adecuadamente a los desafíos. También reducen las citocinas inflamatorias, protegiendo contra reacciones inmunitarias excesivas.8 La exposición temprana a los HMOs ayuda a establecer la tolerancia inmunológica, disminuyendo la probabilidad de alergias y respuestas autoinmunes posteriores. Estudios tanto en lactantes amamantados como alimentados con fórmula demuestran que aquellos que reciben HMOs presentan menores tasas de infecciones respiratorias y gastrointestinales, e incluso un uso reducido de medicamentos.9
  • Programación metabólica y salud a largo plazo — Más allá del crecimiento y la defensa inmediatos, los HMOs parecen influir en la salud metabólica a largo plazo. Su capacidad para moldear las bacterias intestinales y regular la actividad inmunológica contribuye a un equilibrio energético más saludable y a una reducción de la inflamación. Alguna evidencia sugiere efectos protectores contra la obesidad, la diabetes tipo 2 y las enfermedades alérgicas.10

Para obtener más información sobre cómo la leche materna moldea el crecimiento, el desarrollo y la resiliencia a largo plazo, lea “El poder de la lactancia materna“.

Mio-inositol — Otro compuesto que estimula el cerebro en la leche materna

Más allá de los oligosacáridos ampliamente estudiados, la leche materna también contiene mio-inositol, una pequeña molécula de azúcar cíclica con efectos beneficiosos para el cerebro en desarrollo. Está presente no solo en la leche materna sino también en alimentos comunes como las frutas, pero en los primeros meses de vida, la leche materna lo proporciona en concentraciones especialmente altas.11,12

  • Patrón de lactancia consistente en distintas poblaciones — Investigadores de la Escuela de Medicina de Yale y sus colaboradores investigaron esta molécula analizando muestras de leche materna de madres en Cincinnati, Ciudad de México y Shanghai, China. En las tres regiones, el mio-inositol siguió el mismo patrón: los niveles fueron más altos al principio de la lactancia y disminuyeron gradualmente con el paso de los meses. La trayectoria idéntica en distintos países sugirió que su producción está estrechamente regulada por el cuerpo de la madre y no determinada por la dieta o el ambiente.
  • Impulsa la formación de sinapsis y la conectividad — Utilizando neuronas humanas en cultivo y tejido cerebral, el equipo descubrió que el mio-inositol aumentaba significativamente la abundancia de sinapsis. Las sinapsis son los puntos de contacto donde las neuronas intercambian señales, por lo que un mayor número se traduce en más oportunidades para la comunicación. La formación de sinapsis alcanza su punto máximo en los primeros meses de vida, proporcionando la base para el procesamiento sensorial, el aprendizaje y la memoria. El mio-inositol también fortaleció la conectividad neuronal, lo que significa que las regiones cerebrales se vinculaban de manera más efectiva en redes funcionales que posibilitan el aprendizaje, la memoria y el procesamiento de información.
  • Alineación dinámica con las necesidades del desarrollo — El estudio también enfatizó el mensaje más amplio de que la leche materna es un fluido complejo y dinámico. Su composición cambia con el tiempo, ajustándose para satisfacer las necesidades de desarrollo de su hijo en diferentes etapas. La disminución de los niveles de mio-inositol a medida que progresa la lactancia refleja la línea de tiempo del desarrollo cerebral, en la cual la explosión inicial de formación de sinapsis da paso a fases posteriores de refinamiento y optimización.

Los investigadores consideran estas ideas como un paso importante hacia la comprensión de cómo la leche materna ayuda a guiar el desarrollo cerebral de maneras que van más allá de proporcionar calorías. El descubrimiento resalta el valor de apoyar a las madres que amamantan, ya que su leche suministra moléculas que configuran directamente los cimientos neurológicos de su hijo.

Construyendo una base nutricional sólida para su bebé

Si su objetivo es darle a su bebé la base más sólida para una salud de por vida, la lactancia materna sigue siendo una de las elecciones más poderosas que puede tomar. Es natural preguntarse cómo mantener su leche lo más nutritiva posible, y el mejor lugar para comenzar es prestando mucha atención a lo que consume.

  1. Lactancia materna exclusiva durante al menos seis meses — La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses, con su continuación junto a alimentos sólidos hasta los dos años o más.13 Cuando la lactancia no es posible, la leche de donante de un banco de leche humana es la siguiente mejor opción. Introducir la leche de fórmula demasiado pronto altera la salud intestinal y debilita muchos de los beneficios de la lactancia materna.
  2. Priorice su propia nutrición durante la lactancia — Su dieta juega un papel directo en la composición de su leche materna. Para brindar un apoyo constante a su bebé, enfatice los alimentos integrales y ricos en nutrientes, y evite los aceites de semillas y el exceso de grasas omega-6. Confíe en fuentes estables de grasa saturada, como la mantequilla de pastoreo, sebo y ghee, para ayudar a mantener la calidad de la leche. También es importante consumir suficientes carbohidratos (alrededor de 250 gramos por día para la mayoría de los adultos) para prevenir el estrés metabólico que podría reducir la producción de leche. Cuando se nutre bien a sí misma, le proporciona a su bebé el comienzo nutricional más fuerte.
  3. Evite antibióticos y medicamentos innecesarios en los primeros meses — Los antibióticos destruyen tanto las bacterias dañinas como las beneficiosas, lo que puede ralentizar del desarrollo del microbioma intestinal de su bebé.14 A menos que sea verdaderamente necesario, deben evitarse durante el primer año de vida. Otros medicamentos comunes, como el paracetamol y los fármacos para el reflujo, también pueden alterar el equilibrio intestinal y es mejor usarlos con precaución. Para enfermedades menores, recurra primero a enfoques naturales siempre que sea posible y permita que el sistema inmunológico de su bebé se fortalezca mediante una buena nutrición y una alimentación constante. Tenga en cuenta que algunos medicamentos tomados por las madres también pueden alterar la composición de la leche materna, por lo que es importante revisar todas las recetas y los medicamentos de venta libre con un proveedor de confianza. Obtenga más información en este artículo: “
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