Hoy en el Reino Unido hay más personas buscando menos empleos que hace un año.
Ese es el panorama desalentador que la ministra de economía tendrá que defender mientras se prepara para su presupuesto en dos semanas.
El Tesoro aún no ha respondido a las últimas cifras del mercado laboral, que contienen muy pocos aspectos positivos.
La tasa de desempleo alcanzó un 5%, subiendo más rápido de lo que los economistas esperaban. Las vacantes han caído durante el último año y, aunque la inactividad económica ha disminuido, sigue siendo alta para los estándares históricos.
Cuando las cosas salen mal en la economía, los gobiernos son los primeros en recibir la culpa – a veces injustamente. En este caso, sin embargo, el papel de la política gubernamental es claro.
A los pocos meses de llegar al poder, Rachel Reeves lanzó una gran subida de impuestos a las empresas para apoyar las finanzas públicas. La medida principal fue un aumento de 25 mil millones de libras en las contribuciones patronales al seguro nacional y un aumento del salario mínimo.
En ese momento, los empleadores en algunos de los sectores más afectados, como el comercio minorista y la hostelería, advirtieron que tendrían que trasladar los costos a los consumidores y reducir el tamaño de su fuerza laboral, ejerciendo presión alcista sobre la inflación y el desempleo.
Sainsbury’s y M&S dijeron que los precios subirían, mientras que las encuestas empresariales señalaron repetidamente una desaceleración en la contratación.
El Tesoro estaba preparado para ver sus cartas. Algunos en el departamento pensaban que las empresas absorberían los costos, reduciendo sus ganancias antes de trasladar los costos en sectores competitivos y sensibles a los precios como el retail y la hostelería.
Eso no se ha visto respaldado por los datos. No solo ha aumentado la inflación de los precios de los alimentos, sino que el mercado laboral también ha sufrido.
Andrew Bailey, el gobernador del Banco de Inglaterra, dijo la semana pasada que era en el mercado laboral donde se estaban sintiendo las principales consecuencias.
Los empleadores no están contratando nuevos trabajadores y no están reemplazando a los que se han ido.
Los datos de nóminas, recopilados por HMRC, muestran que 180.000 empleos desaparecieron de las nóminas de las empresas en el último año y el 40% de ellos estaban en los sectores minorista y mayorista.
Las personas que realizaban esos trabajos no pagarán impuesto sobre la renta ni seguro nacional. Una base imponible debilitada hace el trabajo aún más difícil para una ministra que busca nuevas formas de recaudar dinero.
Luego están los 9,1 millones de personas que ni siquiera buscan trabajo – los llamados económicamente inactivos – muchos de ellos dependiendo de prestaciones por desempleo.
La ministra nos ha repetido que el crecimiento es la única salida a un ciclo sin fin de subidas o bajadas de impuestos, pero no tiene sentido hablar de crecimiento económico mientras la creación de empleo va en retroceso.
Con más subidas de impuestos en el horizonte, el desafío estará en calibrar la política para que las alzas de impuestos no dañen la agenda de crecimiento. Ella tendrá que hacerlo mejor esta vez.
