Resulta complicado exagerar el severo revés que supondría para Australia la ausencia de Pat Cummins en parte o la totalidad de las Ashes, un escenario equiparable al que viviría Inglaterra sin Ben Stokes.
Cummins lidera desde la vanguardia en todos los aspectos. Fue el *skipper* quien condujo a Australia a la victoria en el emocionante primer test en Edgbaston en 2023, cuando Inglaterra parecía tener la contienda en el bote.
Desde la perspectiva del liderato, que Steve Smith asumiera el mando no sería problemático; podría decirse que es mejor táctico que Cummins. Scott Boland *figura* como relevo y posee un historial prolífico en Australia, pero Cummins se cuenta entre los mejores lanzadores rápidos del mundo.
En efecto, el tema de la velocidad dominará los preparativos de la serie. Inglaterra ha pertrechado su colección más hostil de lanzadores para una gira por Australia desde 1970 y mantendrá todo cruzado para que los jugadores puedan llegar en forma y listos. Australia, entretanto, suda por Cummins.
De quedar Cummins fuera, los recursos australianos de pronto parecerán menguados. Josh Hazlewood arrastra sus propios problemas físicos recientes y el rápido Lance Morris estará de baja por un año. Brendan Doggett, sin experiencia internacional, posiblemente estaría en liza para una convocatoria, mientras que lanzadores como Michael Neser, Jhye Richardson y Sean Abbott podrían entrar en consideración.
Cabe recordar que Inglaterra también alberga sus propias dudas sobre Stokes, quien no ha completado ninguna de sus últimas cuatro series.
Podría ser que el destino final de la *urn* lo decida qué capitán pisa el terreno de juego con mayor asiduidad.
