El Presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, anunció el lunes que propondrá a Bruselas la eliminación del cambio horario de carácter estacional, una práctica que durante décadas ha marcado el inicio del invierno en octubre y del verano en marzo. La propuesta se debatirá en el marco del Consejo Europeo, con el objetivo de que entre en vigor en 2026 si los Estados miembros alcanzan un acuerdo.
Según Sánchez, cambiar la hora dos veces al año «ya no tiene sentido», puesto que «tiene un impacto mínimo en el consumo energético y afecta negativamente a la salud». La cuestión, no obstante, no es solo si eliminar el cambio, sino qué huso horario se mantendría durante todo el año: el de verano (GMT/UTC+2) o el de invierno (GMT/UTC+1).
Cada opción conlleva implicaciones distintas para nuestra vida cotidiana, especialmente en territorios como el de las Baleares, donde el sol y su horario juegan un papel fundamental tanto en las rutinas diarias como en la economía, estrechamente vinculada al turismo. Dos realidades diferentes: verano o invierno permanentes. Si se optara por mantener el horario de verano durante todo el año, los días invernales comenzarían más tarde.
En Palma, por ejemplo, el sol amanecería en los meses más fríos del año alrededor de las 8:00 de la mañana (e incluso más tarde en enero), lo que supondría auroras en plena jornada laboral y escolar. A cambio, disfurtaríamos de más luz por la tarde, con ocasos que se producirían después de las 18:15 h incluso a mediados de diciembre, lo que podría beneficiar al comercio, al ocio y a la sensación de «jornada larga», incluso en invierno.
Por el contrario, si se mantuviese el horario de invierno de manera permanente, la situación sería la opuesta: en invierno, el sol saldría antes (sobre las 7:00 h en Palma), lo que facilitaría comenzar el día con luz natural. Sin embargo, en verano anochecería más temprano: en lugar de disfrutar de luz solar hasta las 21:30 h como sucede actualmente, el sol se pondría en torno a las 20:30 h.
Esto supondría menos horas de luz al final del día en los meses en los que más se aprovecha, especialmente en una comunidad como la balear, donde el turismo de exterior es esencial. Más allá del reloj: salud, economía y estilo de vida. Los expertos en cronobiología suelen decantarse por el horario de invierno como el más recomendable desde un punto de vista sanitario, ya que se ajusta mejor a los ritmos naturales del cuerpo humano. Dormir, comer o trabajar con luz natural mejora la calidad del sueño y el bienestar general.
No obstante, sectores como la hostelería, el comercio y el turismo suelen preferir el horario de verano, que alarga las horas de luz útiles por la tarde, permitiendo una mayor actividad económica. Las encuestas realizadas en los últimos años reflejan que una mayoría de españoles preferiría mantener el horario de verano, si bien existe también un elevado porcentaje de indecisos.
La Comisión Europea ya propuso eliminar el cambio horario en 2018, pero la falta de consenso entre los países miembros y el impacto desigual en cada territorio ralentizó la medida. En el caso de Baleares, existen factores particulares a tener en cuenta: debido a su posición geográfica, la región experimenta el amanecer y el ocaso más temprano que otras zonas de la España peninsular.
Por el momento, nada está decidido. El domingo 27 de octubre volveremos a retrasar nuestros relojes una hora, entrando en el horario de invierno. Pero si la propuesta de Sánchez triunfa en Europa, este podría ser uno de los últimos cambios. Y con ello, la pregunta ya no será si adelantar o atrasar el reloj, sino bajo qué sol deseamos vivir cada día del año.
