El caos estalló en la icónica playa de Bondi en Sídney el domingo por la tarde cuando dos hombres armados abrieron fuego contra una multitud congregada para un evento de Hanukkah cerca del Pabellón de Bondi. El ataque, que tuvo lugar durante una celebración familiar de la comunidad judía, resultó en al menos diez fallecidos, incluyendo a uno de los agresores, y dejó heridas a entre doce y dieciocho personas. Testigos presenciales describieron escenas de pánico al oírse los disparos, lo que provocó que los bañistas huyeran en busca de cobertura entre gritos y sirenas.
Según la Policía de Nueva Gales del Sur, los pistoleros, vestidos de negro, apuntaron a la concentración masiva, disparando decenas de proyectiles desde un puente o vehículo cercano. Uno de los atacantes resultó muerto en un enfrentamiento con los agentes, mientras que el otro fue reducido y arrestado, posiblemente con la ayuda de un transeúnte heroico que lo desarmó, como se aprecia en vídeos que circulan. “Vi al menos a diez personas en el suelo y sangre por todas partes”, relató el testigo Harry Wilson en una declaración a CNN. Los servicios de emergencia llegaron rápidamente, practicando RCP a los heridos y trasladando a las víctimas a hospitales, donde algunas permanecen en estado crítico.
El incidente ha suscitado preocupaciones inmediatas de antisemitismo, dado su momento durante las festividades anuales de Hanukkah. Alex Ryvchin, codirector ejecutivo del Consejo Ejecutivo de las Comunidades Judías Australianas, lo calificó como potencialmente “nuestros peores temores hechos realidad” si se confirma como un ataque dirigido a la comunidad judía. Informes de Haaretz y otros medios señalan un repunte en incidentes antisemitas en Australia desde octubre de 2023, alimentando especulaciones sobre el motivo, aunque las autoridades todavía no han confirmado ninguna vinculación. El primer ministro Anthony Albanese se dirigió a la nación, describiendo el suceso como “impactante y angustiante” e instando a la calma mientras elogiaba la rápida actuación policial.
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Material audiovisual compartido en plataformas como X y Reddit muestra los momentos aterradores: multitudes dispersándose, un transeúnte derribando a un pistolero y la policía asegurando la zona. Un vídeo de 10 News muestra los frenéticos esfuerzos de auxilio, con agentes colaborando para asistir a los heridos. La playa, un lugar turístico popular, fue acordonada como parte de una operación en curso, aconsejando la policía al público que evite la zona.
Esta tragedia representa un tiroteo masivo extremadamente raro en Australia, un país con leyes estrictas de control de armas implementadas tras la masacre de Port Arthur de 1996, que causó treinta y cinco muertes. Las comparaciones son inevitables, destacando la eficacia de aquellas reformas y subrayando al mismo tiempo las vulnerabilidades en eventos públicos. La comunidad judía en Sídney, ya tensa debido a los conflictos globales, enfrenta ahora renovados temores, con líderes comunitarios solicitando mayor seguridad.
Mientras continúan las investigaciones, persisten las preguntas sobre la identidad de los tiradores y su arsenal. La policía de NSW tiene a un sospechoso bajo custodia y está investigando posibles cómplices o procesos de radicalización. El ataque ha generado una condena internacional, con mensajes de solidaridad llegando desde todas partes. La playa de Bondi, símbolo del estilo de vida relajado australiano, lleva ahora las cicatrices de la violencia, impulsando una reflexión nacional sobre los crímenes de odio y la seguridad pública.
Un héroe se enfrenta a un terrorista para desarmarlo.