La mala noticia para Francis Ford Coppola es que hizo Megalopolis en el momento exactamente equivocado. Una película de arte larga, pretenciosa y semi-coherente sobre el progreso a través de la arquitectura, protagonizada por la erección de Jon Voight y un hombre que puede parar el tiempo sin razón aparente, probablemente siempre iba a tener dificultades para ganar dinero.
Pero hacerla con más de $100 millones de su propio dinero y estrenarla en 2024, en una época donde la mayoría del público ha basicamente abandonado la idea de ir al cine, fue un desastre. Su recaudación en taquilla, al final, fue de solo $14.4 millones. Para comparar, eso la situa más o menos al nivel de la recaudación de una película biográfica en francés sobre Charles Aznavour estrenada el mismo año. Pero esa película costó cuatro veces menos, no se estrenó en ningún país de habla inglesa y no trataba sobre la construcción propuesta de una ciudad dorada brillante.
**Costo elevado** … Megalopolis. Fotografía: Collection Christophel/Alamy
En otras palabras, Francis Ford Coppola esta en bancarrota. Pero la buena noticia es que este es un momento excelente para ser un coleccionista de relojes obscenamente rico. Para reforzar un poco sus finanzas, Coppola está organizando lo que equivale a una venta de garaje de lujo, en la cual venderá uno de sus relojes de un millón de dólares.
Según el New York Times, en diciembre Coppola subastará un reloj de pulsera diseñado por él mismo y fabricado por FP Journe. El reloj, llamado FFC, no tiene manecillas para representar las horas y minutos. En su lugar, la hora se indica mediante una mano humana blindada en el centro de la esfera, cuyos dedos se mueven formando varias configuraciones dependiendo de la hora del día. Lo que significa que el reloj literalmente intenta reinventar la manera en que medimos el tiempo, aunque nadie tenía un problema con la forma en que ya lo hacíamos, lo que parece una cosa bastante *coppolesca* de hacer.
Por suerte para Coppola, el reloj es extremadamente caro. Un prototipo se vendió en una subasta en 2021 por casi $3 millones, más de 10 veces su estimación. Y aunque este no tiene el mismo caché – a diferencia del prototipo, no tardó ocho años en hacerse – aún se espera que alcance una cifra de siete dígitos.
Lo que aumenta su valor es el hecho de que los compradores no solo estarán adquiriendo un reloj increíblemente intrincado, sino que también están comprando el estado mental de Francis Ford Coppola. Cuando la herencia de David Lynch subastó sus pertenencias a principios de este año, uno de los principales atractivos fue su máquina de café espresso, ya que su amor por el café era legendario. De manera similar, ¿qué tipo de fan multimillonario de Coppola podría rechazar la oportunidad de poseer un dispositivo que hace algo muy simple de una manera extremadamente complicada? En ese sentido, es menos un reloj y más la manifestación física de toda la razón de ser de Coppola.
Pero mantengamos un poco de perspectiva aquí. El FFC podría ser un reloj único en la vida que está completamente fuera del alcance financiero de la mayoría de la gente. Es probable que se convierta en la posesión más preciada de quien lo compre. Sin embargo, es importante recordar que Megalopolis fue un fiasco tan monumental que el reloj – esta obra de arte que rompe moldes, de un millón de dólares y que tardó ocho años en fabricarse minuciosamente – solo pagará aproximadamente 82 segundos de su duración.
Por supuesto, Francis Ford Coppola tiene otras maneras de recuperar algo del dinero. Está vendiendo algunos de sus otros relojes, cuyos valores van desde los $3,000 hasta los $240,000. Ha estado de gira con Megalopolis, acompañada de una charla titulada *How to Change Our Future*, con entradas que cuestan $200 cada una. Y también está Megadoc, el documental distribuido por StudioCanal sobre la realización de Megalopolis, que ya ha sido recibido mucho más favorablemente que la película en sí.
Pero, en realidad, nada de esto importa. Francis Ford Coppola nunca va a recuperar todo el dinero de Megalopolis, pero estamos hablando de un hombre que ha pasado toda su vida haciendo y perdiendo fortunas una y otra vez. Nunca ha tenido miedo de invertir su dinero en una idea artística descabellada que nunca termina de dar frutos, y siempre ha terminado bien. El hombre tiene ahora 86 años. Si Megalopolis resulta ser su última película, al menos gastó su dinero haciendo algo que solo él podía haber hecho. Y si un multimillonario termina consiguiendo un reloj incomprensible gracias a ello, mejor que mejor.
