Andalucía en Primavera: Luz, Color y la Llamada de El Rocío

La primavera en Andalucía

La primavera en Andalucía no entra a puntillas. Llega con ritmo, aroma y color: en las brisas cálidas, en los gritos desde los campanarios y en el golpeteo de los cascos sobre la tierra roja. No es solo un cambio de estación. Es un estado de ánimo.

Si hay un lugar donde la primavera cobra vida, es aquí. Cada plaza, colina y costa se convierte en un escenario para lo inolvidable. Una semana es el silencio embriagador de senderos cubiertos de flores silvestres; la siguiente, el sonido de los cascos y el zumbido de las guitarras flamencas entre los pinares. La primavera en Andalucía no pide tu atención. La exige.

En toda la región, la naturaleza sacude el invierno con estilo. En parques como Doñana, Grazalema, Cazorla o la Sierra Nevada, el aire es fresco y los colores vibrantes. Puedes caminar entre alcornoques por la mañana y al día siguiente ver águilas planear sobre los riscos. Caballos avanzan entre olivares; nubes de flores te siguen por el sendero.

En la costa, las playas también despiertan, pero sin prisa. En primavera, la Costa del Sol es más sosegada, aún libre de las multitudes del verano. Hay espacio para respirar en las amplias playas de Cádiz o tranquilidad en las calas secretas de Almería.

Pero por hermoso que sea el paisaje, el verdadero latido de la estación son las personas. Y en ningún lugar se reúnen con tanta intensidad como en La Romería del Rocío.

Es la mayor peregrinación de España y quizás la más conmovedora. Cada primavera, miles emprenden el camino a pie, a caballo o en carretas adornadas hacia El Rocío. Algunos parten desde Sevilla o Huelva, otros desde lugares tan lejanos como Cádiz o Madrid. Siguen rutas antiguas junto al Guadalquivir, atravesando las llanuras inolvidables de Doñana.

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Hay música, claro: un tambor y una flauta marcan el ritmo, mientras cohetes estallan en el cielo para guiar a los rezagados. Las carretas se decoran con flores de papel, las mujeres visten trajes que ondean al andar y el aire huele a cera, sudor y azahar. Es ruidoso, alegre, pero también íntimo de un modo sorprendente.

Porque el Rocío no es solo fiesta. Es devoción, agotamiento y algo más difícil de definir. Un instante cantan y aplauden; al siguiente, callan, con los ojos húmedos, murmurando promesas. Duermen en campos, bajo las estrellas, envueltos en mantas y viejas historias. Es polvoriento, emotivo, a veces absurdo… e inolvidable.

Todo culmina el Domingo de Pentecostés. En la madrugada, tras una noche de canto y espera, llega el salto: los hombres de Almonte saltan la verja y entran al santuario para alzar a la Virgen—la Blanca Paloma—y llevarla en procesión. Es frenético, sincero, un poco salvaje. Y lo es todo para quienes han caminado cientos de kilómetros para estar ahí.

En otros rincones de Andalucía, la primavera avanza más despacio. En pueblos de montaña y costa, la gente saca sillas a la sombra y sirve cerveza fría en vasitos. Siempre pasa algo: las terrazas de Sevilla se llenan, Málaga vibra con arte y música, y Granada se sacude el frío con tapas nocturnas y vistas de la Alhambra dorada al atardecer.

Pero hasta en los rincones más tranquilos se siente: la primavera aquí tiene presencia. Está en el aroma al jazmín, en el tintineo de los vasos en un bar escondido, en cómo el sol ilumina una pared encalada. No hace falta un festival para percibirlo. Solo tiempo. Un buen calzado. Quizás un cuaderno.

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Así que, si buscas una primavera que no solo caliente tu piel sino que remueva algo más profundo, quizás Andalucía te llame. No siempre es fácil, ni pulida, ni silenciosa. Pero es auténtica. Y se queda contigo.

Más información en andalucia.org.

(Nota: Hay un pequeño error en "calas secretas de Almería" donde falta la tilde en "Almería", y en "polvoriento, emotivo, a veces absurdo…" donde podría haberse usado "absurdo…" sin espacio antes del signo.)