La tradición, el vino, la sostenibilidad y el amor por la buena cocina han hecho que la ciudad de Jerez de la Frontera, en Cádiz, se alce con el título de Capital Española de la Gastronomía 2026.
Tras tres años de empeño –habiendo perdido sus candidaturas anteriores frente a Oviedo (2024) y Alicante (2025)–, Jerez ha logrado finalmente el galardón.
El rico patrimonio culinario de la ciudad, con platos como los riñones al Jerez o su guiso de coles, fue clave para convencer a un jurado de expertos del sector turístico y hostelero.
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Una bodega jerezana
Para asegurar la victoria, Jerez no se limitó a sus recetas; durante el último año, la ciudad impulsó el proyecto ‘Eat, drink, love Jerez’ para mostrar su identidad a través de la gastronomía.
La iniciativa, liderada por la alcaldesa María José García-Pelayo, incluyó más de cincuenta actividades que permitieron tanto a residentes como a visitantes degustar la cocina local.
El proyecto emparejó delicias autóctonas, como el postre tocino de cielo –un dulce a base de yemas de huevo, azúcar y agua que suele confundirse con las natillas–, con los vinos de la tierra.
Incluso se creó una canción promocionada por los restaurantes locales, que refleja cómo la gastronomía jerezana se entrelaza con otras manifestaciones culturales de la ciudad.
Asimismo, el municipio apuesta por la sostenibilidad y pone el acento en el aprovisionamiento local y de temporada. Además, ubica muchos de sus restaurantes y bodegas en edificios históricos.
Un postre típico, el tocino de cielo
Gracias a este proyecto, la candidatura de Jerez se sustentó en cuatro pilares: su cocina tradicional y sus vinos históricos, la interacción de la gastronomía con otras expresiones culturales urbanas, el talento de sus profesionales y la sostenibilidad.
El título de Capital Española de la Gastronomía, creado en 2012, premia a aquellas ciudades que no solo destacan por su oferta gastronómica, sino que también utilizan la cocina como reclamo turístico y vehículo de celebración cultural.
Este año, como ganadora, Jerez probablemente experimentará un notable aumento de visitantes ávidos por probar sus platos y vivir de primera mano cómo la gastronomía constituye una parte inherente de su legado cultural.
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