Análisis regional de la presencia global

La influencia internacional de España se extiende ahora por Europa, las Américas, África y Asia.
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Cuando se piensa en “España en el escenario mundial”, es común evocar el flamenco, las exportaciones de aceite de oliva o al FC Barcelona.

No obstante, un reciente informe del Real Instituto Elcano, un think tank con sede en Madrid, revela una panorámica mucho más compleja y sorprendentemente diversa de cómo España proyecta realmente su poder e influencia a nivel global.

Utilizando su propio «Índice Elcano de Presencia Global», el Instituto no solo mide factores económicos o militares, sino también elementos de poder blando, como la cultura, la diplomacia y la visibilidad internacional.

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El pasado 25 de noviembre, el Instituto publicó datos que desglosan la distribución de la presencia global de España por regiones geográficas.

Lo que se desprende de estos datos no es solo una representación del dominio constante europeo, sino también de una creciente proyección más allá de sus territorios familiares.

Europa aún reina, pero no en solitario

Como era de esperar, Europa sigue siendo el pilar fundamental del peso internacional de España. En 2024, casi un 55% de su «presencia global» se origina en Europa, combinando un 38,7% de la Unión Europea y otro 16,2% del resto del continente.

Dentro de la UE, destacan varios vecinos. Francia (8,5%), Alemania (5,8%), Italia (3,6%) y Portugal (3,5%) representan en conjunto el 21,5% del peso global de España.

Más allá de la Unión, el Reino Unido mantiene un papel crucial: casi un 8% de la influencia española sigue vinculada al Reino Unido, incluso tras el Brexit. El informe señala que el Reino Unido sigue siendo el segundo mercado más importante para las exportaciones de servicios de España, el segundo mayor destino de la inversión exterior española y la principal fuente de turismo e inmigración hacia España.

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Así pues, aunque el predominio europeo resulta familiar, los datos sugieren que la proyección exterior española es ahora más variada que en décadas pasadas, lo que supone un alejamiento de la política exterior eurocéntrica característica de los años noventa.

América Latina: una conexión profundamente arraigada

Los históricos y culturales vínculos de España con América Latina continúan siendo enormemente relevantes. En 2024, la región supuso el 13% de la presencia global española, lo que la convierte en la tercera región más significativa a nivel general.

Dentro de América Latina, los principales socios son México (3,1%), Brasil (2,3%) y Argentina (1,1%).

Estas cifras reflejan algo más que una mera nostalgia por la lengua común y la historia compartida; muestran los continuos vínculos económicos y de poder blando de España en una región con profundos lazos con su pasado colonial, pero también con un intercambio comercial, migratorio, inversor y cultural contemporáneo.

América del Norte gana terreno (gracias a EE. UU.)

En 2024, el 8,2% de la presencia global de España está vinculada a América del Norte. Dentro de esta, los Estados Unidos por sí solos representan un 7,5%, lo que lo convierte en el país individual más importante dentro del índice de presencia global de España.

La relevancia de los Estados Unidos para España abarca diversas dimensiones: a nivel económico –como tercer mayor destino de las inversiones españolas en el exterior– y en términos de poder blando, incluyendo el deporte, la ciencia y la tecnología. Además, EE. UU. ocupa el segundo puesto como receptor de la proyección de poder blando de España.

Esta creciente conexión con los estadounidenses señala una diversificación estratégica que se aleja del eje tradicional europeo y latinoamericano de España.

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África y Asia: actores emergentes, pero aún menores

Uno de los hallazgos más llamativos es la creciente significancia de África. En 2024, la presencia global española en África alcanzó un 10,9%, superando a Asia e incluso acercándose a América del Norte.

Asia se queda rezagada, con un 6,9% de la presencia global española. No obstante, dentro de esa cifra relativamente modesta, la concentración es alta: China (2,2%), India (0,6%), Japón (0,6%) y Corea del Sur (0,5%) acaparan la mayor parte de la huella española en la región.

El informe subraya que el compromiso de España con África y Asia tiende a ser más irregular, moldeado por diferentes lazos estratégicos, cooperación militar, inversiones económicas o proyección de poder blando en función de las subregiones.

Qué significa todo esto para España – y por qué es importante

Entonces, ¿qué historia subyace tras estas cifras?

En primer lugar, a pesar de una recuperación postpandémica que muchos homólogos europeos no lograron igualar, la presencia global de España se mantiene por debajo de los niveles máximos registrados en torno a 2010. Ese puso culminó una significativa expansión de la proyección exterior durante décadas. Los últimos datos sugieren que, aunque España está recuperando terreno, aún no ha vuelto a su antigua fortaleza.

En segundo lugar, la geografía de la influencia española se está volviendo considerablemente más diversa. Donde antes estaba muy concentrada en Europa o en mercados históricamente cercanos de América Latina, ahora España tiene una interacción significativa en América del Norte y una creciente –aunque todavía modesta– huella en África y Asia.

Esta diversificación podría ayudar a España a navegar en un mundo más multipolar, no solo fortaleciendo alianzas tradicionales, sino también tendiendo puentes entre continentes, regiones y esferas de influencia (económica, política, cultural).

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En tercer lugar, el protagonismo de los Estados Unidos –como el principal socio individual de España en el índice de presencia global– sugiere que España percibe un valor a largo plazo en los vínculos transatlánticos, más allá de Europa o de su herencia latina.

Finalmente, la notable cuota en África apunta a un creciente interés en el vecindario de España. A medida que la migración, el comercio, la seguridad y los problemas climáticos vinculan cada vez más a Europa y África, es probable que España considere sus lazos africanos como algo central para su futuro como nación mediterránea y de la UE.

Una España más global – con obstáculos por delante

La cartografía de la presencia global de España en 2024 pinta el retrato de un país aún arraigado en Europa, pero que se abre paso hacia un conjunto de relaciones más amplio y globalmente distribuido. La diversificación geográfica es real –especialmente hacia EE. UU., África y América Latina–, pero España todavía no ha regresado a su punto álgido de 2010.

En un mundo cada vez más multipolar, esta dispersión podría ofrecer a España nuevas oportunidades: no solo como actor europeo, sino como puente entre continentes; una suerte de encrucijada económica, cultural y diplomática.

Que España logre traducir esta presencia diversificada en un mayor peso global –moldeando la política, el comercio, la cultura o la seguridad– dependerá de la eficacia con la que sepa aprovechar esos vínculos.

Por ahora, el mapa deja una cosa clara: España ya no es solo un país que mira hacia fuera desde Europa, sino que se proyecta, de forma callada pero constante, en múltiples direcciones.